viernes, 31 de diciembre de 2021

Entre lo racional y lo salvaje: dos mitos de nuestro tiempo

 

El mito no es historia del pasado sino forma de contar historias. No es sólo significado sino hilo con el que tejer conocimiento. Como en tantas ocasiones recuerda el historiador Mircea Eliade, los mitos no son sólo narraciones simbólicas contadas de generación en generación, sino manifestaciones del fondo emocional intemporal que todos llevamos dentro. De ahí que sabernos hijos del mito contribuya a reconocer el suelo que hoy pisamos y el patrimonio con el que contamos para reinventarnos como sociedad. Solo una cultura del mito que lo sitúe como una de las máximas construcciones humanas, tan necesaria como el arte, la política o la ciencia, y sujeta a los mismos avatares que lo han hecho crecer hasta lo que hoy es, puede hacernos partícipes de una historia y de un porvenir comunes. De otra forma, renunciando al mito como forma de entender nuestro tiempo, delegándolo a un tiempo remoto que nada, o casi nada, tiene que ver con nosotros, podría olvidarse el suelo sobre el que caminamos.

Asumiendo este punto de partida, vemos a Occidente como el resultado de una incesante lucha entre dos de los más grandes mitos de nuestro tiempo: de un lado, el «mito de la Razón» –generador de la colonización y la Ilustración, de la escisión del átomo, y de la era de la información-; de otro, el «mito de lo salvaje» –origen de la hybris y el pecado original, del horror y el absurdo existenciales, y de tantos relatos catastrofistas-. Ambos relatos están detrás de las más grandes construcciones en el ámbito de la política, de la ciencia o del arte, y sirven al hombre contemporáneo como marco interpretativo con el que mirar y enjuiciar el mundo. ¿Cómo, si no viéndose como poseedor y propietario, hubiera podido el hombre impulsar la ciencia y la técnica modernas? ¿Cómo, si no viéndose como ser desvalido, hubiera podido el soldado hacerse desconocido? Para bien o para mal, ambos mitos trazan el camino por donde ahora vamos avanzando, dibujando sus limitaciones, pero también sus posibilidades.

Y estas posibilidades –veremos- tienen que ver con el hecho, crucial, de que ambos mitos definen al ser humano por su relación con el poder: el primero, concibiendo al individuo como dueño y sujeto de la Historia, poseedor y propietario; el segundo, muy al contrario, viendo en él un ser desvalido, «hombre de carne y hueso», abocado a una extinción segura. A tenor de esta imagen antagónica, pero hasta cierto punto complementaria, nos queda avanzar por el camino de la conquista o del horror, del triunfo o del padecimiento, de la meta o de la resignación. En este trabajo nos proponemos iluminar lo más posible el camino y preguntarnos si verdaderamente queremos avanzar por él: ¿Es esta la imagen que queremos proyectar a nuestros herederos? ¿Es por esta imagen –dual, antagónica- como queremos ser recordados? Herederos de la tensión ancestral entre carne y espíritu, sangre y razón, fuerza e inteligencia, cabe preguntarse si queremos que ella continúe tejiendo nuestros destinos.

PODÉIS LEER EL ARTÍCULO COMPLETO EN REVISTA ÁBACO




jueves, 30 de diciembre de 2021

FELIZ 2022

Desde que a los veintiocho o veintinueve dejé de fumar, por eso de que una neumonía me dejó sin palabras durante quince días -y que aproveché, ni corto ni perezoso, para devorar La montaña mágica-, me fumo al término de cada Nochevieja un puro de veinte o treinta euros -Davidoff, normalmente-, acompañado a veces de algo de Prokófiev, un buen Whisky con hielo, y el silencio de la noche. Y el caso es que este ritual, que tan bien reproduce mis años de la infancia, cuando con doce o trece años nos encendíamos un cigarrito para celebrar el nacimiento de alguna cabañeta que habíamos construido con paja, sacos y ramas, termina casi siempre con la satisfacción del deber bien hecho y la esperanza de nuevas aventuras. Novedad y aventura, es lo que le suelo pedir al nuevo año: novedad, para no caer en el hastío existencial; y aventura, para seguir ensanchando la vida ahora que todavía hay función.

Os deseo, de corazón, un muy feliz y saludable 2022

 


lunes, 27 de diciembre de 2021

Nowhere

Por el amor salimos de nosotros mismos. Literalmente, dejamos de ser. Nuestra memoria histórica, ocupaciones y preocupaciones, pasan a un tercer plano mientras existimos en la persona amada. Esta es una de las historias de West Side Story, que nos regalan nuestros cines de la mano de Steven Spielberg, por la que dos seres desposeídos de identidad encuentran en el amor la salida de un mundo abrupto y desesperanzado. El nombre de María se convierte para Tony en la melodía con la que suena el mundo, mientras que Anton representa para ella la bienvenida de una vida en comunión. 

 

Only you
Every thought I'll ever know
Everywhere I go you'll be
All the world is only you and me


El enamoramiento es una de esas experiencias que nos desinstala, abrupta e inesperadamente, del mundo biográfico-histórico. Nos desplaza a la última de las órbitas, desenvolviéndonos del entramado cotidiano que es juzgado con la indiferencia con la que se ven las galaxias lejanas o los hechos del mundo para quien se halla próximo a la muerte. El amor desposee, expropia, desplaza, despide, con la fuerza con la que los huracanes levantan casas y desploman ciudades. Es, quizá, el sentimiento de mayor fuerza renovadora y transformadora:

“Lo que distingue a un historiador de las religiones de un historiador es que el primero debe habérselas con hechos que, si bien son históricos, revelan un comportamiento que supera con mucho los comportamientos históricos del ser humano. Si es cierto que el hombre se halla siempre «en situación», esta situación no es forzosamente siempre histórica, es decir, no se halla condicionado únicamente por el momento histórico contemporáneo. El hombre integral conoce otras situaciones que no son las de su condición histórica; conoce, por ejemplo, el estado de sueño, o de ensueño, o de melancolía, y de despego, o de beatitud estética, o de evasión, etc., y todos estos estados no son «históricos» aun cuando sean tan auténticos y tan importantes para la existencia humana como la propia situación histórica. Por lo demás, el hombre conoce varios ritmos temporales, y no solamente el tiempo histórico, es decir, el tiempo suyo, la contemporaneidad histórica. Le basta con escuchar buena música, enamorarse, o rezar, para salir del presente histórico y reintegrarse al presente eterno del amor y de la religión.” (Mircea Eliade, Imágenes y símbolos)

domingo, 26 de diciembre de 2021

Un dilema entre amigos

En estos días de familiares y amigos podríamos preguntarnos qué es lo que hace que un amigo sea un verdadero amigo y, sobre todo, qué podemos o a qué estamos legitimados pedir a un amigo. Está claro que a un amigo podemos pedirle consejo, ayuda, colaboración, atención, apoyo..., pero también está claro que no podemos (ni debemos) pedirle todo lo que queramos. La amistad nace, precisamente, de un hilo especialísimo que, reuniendo y generando, hay que cuidar y proteger si no queremos que se rompa y perderlo para siempre. En la película de adolescentes After the dark, que tiene el mérito de plantear con cierta elocuencia algunos de los dilemas morales más populares, se reproduce la clásica paradoja de la ignorancia representando a una joven colgada de una torre que pide ayuda a sus amigos para que la salven. Los amigos no la ayudan por temor a morir en el intento, dándose cuenta la joven de que quienes decían ser sus amigos no lo eran, y preguntándose si no hubiera sido preferible vivir en la ignorancia y ser feliz con aquellos a quienes más quería.



Sin embargo, podemos preguntarnos si deben estos amigos ayudarla sabiendo que pueden correr el mismo riesgo. ¿Puede la joven exigir de sus amigos que la socorran sabiendo que haciéndolo pueden perder su vida? ¿Podemos demandar de un amigo que ponga en juego su vida para salvar la nuestra? Al hacer de un amigo un instrumento salvavidas, ¿no estamos con ello traicionando nuestra amistad? El asunto no es baladí, porque de antemano no está clara la naturaleza de ese hilo especialísimo que es la amistad ni el límite que separa. Algo similar ocurre con la relación entre alumno y profesor. En un acto de generoso atrevimiento el otro día una alumna me cuestionaba el hecho de que mis alumnos me importasen de verdad. Y me decía que para nosotros, sus profesores, ellos eran solo personas a las que tendríamos que examinar y evaluar, pero que, fuera de ese contexto educativo, significaban poco o nada para sus profesores. Un profesor puede despertar los sentimientos más nobles y hermosos hacia sus alumnos, queriendo verdaderamente su bien e importándoles de verdad, pero, indudablemente, no puede ni seguramente debe atender todas las demandas de sus alumnos, por muy necesitadas, hermosas y nobles que sean estas.

El dilema, quizá, no sea tanto si los amigos me deben ayudar como si yo debo pedirles ayuda.

sábado, 25 de diciembre de 2021

Los ojos de Chiyono

En un monasterio había una monja, llamada Chiyono, muy trabajadora, disciplinada y responsable, pero enormemente insegura en sus labores y quehaceres. Nunca sentía que hacía bien su trabajo, y ello aunque las gentes de su alrededor así se lo hicieran ver. Los más sinceros elogios de amigos y compañeros no bastaban para que se sintiera bien y todos los días se retiraba convencida de que no había realizado bien su trabajo.

Uno de sus compañeros monjes, observando su pesar, decidió llevarla al maestro de la Montaña, de quien se decía que curaba todas las penas y pesares.



Habiendo escuchado su historia, el maestro de la Montaña quiso ayudar a Chiyono:

- Te voy a dar mis ojos para que dejes a un lado los tuyos y te veas como te ven los demás. Y te voy a dar mi corazón, para que te sientas como te sienten los demás.

- ¿Y cómo verás y sentirás entonces, si tus ojos y corazón ya no están en ti? -interrumpió la monja-

Al escucharla, el maestro comprendió la bondad del mundo y se convirtió en el primer discípulo de la monja Chiyono.

viernes, 24 de diciembre de 2021

Enseñanza invisible

 

Decía Borges que él no enseñaba literatura sino pasión por la literatura, y que era eso lo que verdaderamente hacía que los alumnos descubrieran los libros. Abrir un libro no es descubrirlo. Descubrirlo es abrirte a él. Y abrirte a él significa abandonarte al riesgo y al abismo, como quien sale de su hogar y decide acampar a la intemperie. Acampemos a la intemperie, para respirar de manera distinta. ¿Pero qué aires son los que ahora podemos respirar? Desde luego, oxigenados, higienizados, libres de impurezas que puedan mancillar nuestros pulmones, cada vez más frágiles. Y el asunto es que, alumnos y profesores, nos tenemos que armar de respiradores artificiales para inhalar estos nuevos aires.


Por ello, este breve recordatorio, del maestro George Steiner:

“Enseñar con seriedad es poner las manos en lo que tiene de más vital un ser humano. Es buscar acceso a la carne viva, a lo más íntimo de la integridad de un niño o de un adulto. Un Maestro invade, interrumpe, puede arrasar con el fin de limpiar y reconstruir. Una enseñanza deficiente, una rutina pedagógica, un estilo de instrucción que, conscientemente o no, sea cínico en sus metas meramente utilitarias, son destructivas. Arrancan de raíz la esperanza. La mala enseñanza es, casi literalmente, asesina y, metafóricamente, un pecado. Disminuye al alumno, reduce a la gris inanidad el motivo que se presenta. Instila en la sensibilidad del niño o del adulto el más corrosivo de los ácidos, el aburrimiento, el gas metano del hastío. Millones de personas han matado las matemáticas, la poesía, el pensamiento lógico con una enseñanza muerta y la vengativa mediocridad, acaso subconsciente, de unos pedagogos frustrados. Las estampas de Molière son implacables. La antienseñanza, estadísticamente, está cerca de ser la norma. Los buenos profesores, los que prenden fuego en las almas nacientes de sus alumnos, son tal vez más escasos que los artistas virtuosos o sabios.” (Lecciones de los maestros)

sábado, 18 de diciembre de 2021

Vidas que duran

Una de las grandes enseñanzas de nuestra tradición es que la verdad sostiene, comulga, reúne, como casi ninguna otra cosa. La verdad no es sólo fuego en torno al cual se agrupan comunidades de amantes y hombres necesitados de sentido. También, la verdad es la llama que el hombre prisionero sigue en su ignorancia y desconocimiento. La verdad, como la luz que penetra en la caverna, es fuente posibilitadora de sentido y duración. Nada permanece, salvo la búsqueda y la mirada atenta a su luz. 



El mito de la caverna revela que la búsqueda dura mientras hay luz que seguir. Es un ejemplo de consistencia, más que de persuasión; de seguimiento, más que de logro. La luz, como la verdad, sostiene, orienta, y hace perdurar a quienes la siguen. Por el contrario, el engaño, la ilusión, la máscara, reproducibles hoy día en tantas relaciones frágiles y endebles, que se deshacen al menor soplido, separan y desordenan. La búsqueda ordena, estructura, da consistencia a la vida. ¿No fue aquella historia de amor lo que llenó nuestros días de la infancia? ¿No fue por ella como ahora la podemos recordar?

domingo, 12 de diciembre de 2021

Vivir escondidos

La confianza abre universos para quienes viven sin vivir escondidos. Vivir escondidos, y sin embargo sin poder esconderse. 

Una reflexión enviada a las tres de la madrugada por algún alumno que acaba de leer a Ciorán, una madre que te implora que hables con su hijo, y le animes, a ver si entre todos logramos descubrir qué demonios le pasa. El poema de una alumna que acaba de descubrir el amor. Una carta encima de la mesa del despacho, entre abierta, de un compañero que no sabía cómo agradecértelo. Un libro olvidado por alguien que te quería recordar que había comenzado a leer los prolegómenos de la Crítica de la razón pura de Kant. El email mañanero de una amiga que te regala la frase del día, y te recuerda aquello de "que no parezca que he vivido en vano". El alumno de primera fila que saca de su blog todo un libro de relatos, escritos a boli, pero sin tachones. Y te pide tembloroso si los puedes leer para la próxima semana, cuando sabes que tendrás evaluaciones. Dos alumnas que no pueden pagar la excursión, y te lo advierten, porque huérfanas ellas viven la una de la otra. Una luz que al poco comienza a parpadear, y te implora que recuperes su fuerza. El gato negro que siempre cruza la calle, porque estás a la misma hora, y las naranjas del camino que te recuerdan que ya ha llegado el invierno.

Vivir escondidos, y sin embargo sin poder esconderse.


miércoles, 8 de diciembre de 2021

Sueño de la noche del 7 de Diciembre

Me convocan a un seminario semanal donde acuden lectores noveles y algún que otro genio de la literatura, cuyo semblante se dibuja en negro sobre una pared blanca. Mientras uno de ellos lee su texto, percibo que soy incapaz de oír sus palabras, ni el trazo de los lápices de quienes toman nota.




Sueño de la noche del 7 de Diciembre

martes, 7 de diciembre de 2021

Partidas silenciosas

Dándonos un baño de oxígeno en el Hayedo de Otzarreta (Parque Natural de Gorbeia), donde los caminantes, desde hacía mucho tiempo, no caminan hacia ningún lugar en particular. Los shinrin-yoku («baños en el bosque») rejuvenecen a quien se abandona a ellos. No me extraña que en Japón, país de urbanitas, se conciba a los Bosques como verdaderos hospitales.





"La verdad es que hoy en día no somos, incluidos los caminantes, sino cruzados de corazón débil que acometen sin perseverancia empresas inacabables. Nuestras expediciones consisten sólo en dar una vuelta, y al atardecer volvemos otra vez al lugar familiar del que salimos, donde tenemos el corazón. La mitad del camino no es otra cosa que desandar lo andado. Tal vez tuviéramos que prolongar el más breve de los paseos, con imperecedero espíritu de aventura, para no volver nunca, dispuestos a que sólo regresasen a nuestros afligidos reinos, como reliquias, nuestros corazones embalsamados. Si te sientes dispuesto a abandonar padre y madre, hermano y hermana, esposa, hijo y amigos, y a no volver a verlos nunca; si has pagado tus deudas, hecho testamento, puesto en orden todos tus asuntos y eres un hombre libre; si es así, estás listo para una caminata." (Thoreau, Caminar)

viernes, 3 de diciembre de 2021

Sentimientos compañeros

Hay quienes por encontrarse cerca de la génesis saben decir lo que otros solo oyen. Es la escucha de quienes viven próximos a la hoguera, al otro lado de la valla, en el regocijo del primer fuego.

Estas palabras las escribe Arianna de Arcos, alumna del IES Miralbueno de 1º de Bachillerato, y nos invita a su lectura:

“El amor es ese sentimiento que tarde o temprano a todo el mundo le llega, es ese todo y ese tan poco que esperamos de otras personas. El amor es resultado de ese encuentro con aquella otra persona que te complementa. Su otra mitad. Hay personas que darían su propia vida por la otra persona, por amor. Cuando encuentras a alguien que te llena de verdad, que te aprecia, valora, entiende de verdad, no quieres que se vaya, por lo que haces cosas por cuidar y mantener en pie ese amor, ya sea con cartas avivando el amor, o pequeños detalles.



El amor es ese sentimiento maravilloso y esencial en nuestra vida, pero no sólo es eso, no sólo es amor, sino que es preocupación, tristeza, paz, alegría… es decir, el amor es sentimiento puro que a medida que pasa el tiempo se vuelve mezcla de diferentes sentimientos. Los celos, la tristeza, el miedo, son ejemplos de ello. Hay varios tipos de amor: no sólo el de pareja, sino el amor propio, el amor hacia otras personas, como familiares o los propios amigos. El amor es ese sentimiento que nos acompaña siempre, aunque se transmita en diferentes etapas y facetas de nuestra vida."

Arianna de Arcos Hernández

Gestos compañeros

mis compañeros,
 
Las aventuras de un centro escolar son sólo narrables por el tiempo del día a día, con sus colores, sus sabores y sus soles: el del día y el de la tarde. También con sus lunas, que siempre hay algún papel que queda extraviado a la espera del siguiente. Papeles solitarios que a veces vuela el viento y quedan en el tejado. Quizá hasta que otra generación lo recoja. Papel amarillento, que el tiempo no borra.

Así de venturosos son los días de Miralbueno, acompañados de luz y de sombras. ¿Qué soledades se respiran que hacen al joven profesor escribir sobre el acompañamiento? ¿Cuál es la ventana que ha quedado entreabierta que hace salir el calor de debajo de las piernas? ¿Qué ruido tan molesto es ése que se oye a alguien llorar al otro lado? ¿Qué hemos hecho mal que hemos dejado a alguien solo?

Son tantas las ocasiones por las que se pierde el gesto, sencillo y a un tiempo sublime, de acompañar y ser acompañado. Tantas las veces que nos olvidamos de la palabra amable a quien nos mira. Tantas las voces cercanas que se nos fueron con tanto panel y pantalla. Tantas las veces que no corremos tras alguien para decirle que estamos ahí. Estamos aquí, juntos. ¿O no ves que también el Sol es nuestro?

También al profesor de guardia, que exhausto llega tarde. Y al compañero remolón de departamento, que no mira los correos pero nos informa de lo que quiere. Y al vecino de detrás traduciendo nuestras gestas deportivas, o al colega que no pierde ocasión para el Pincho de tortilla. Y al rancio, que no suelta un duro, aunque le pagues cien. Y al decaído, y al derrotista, incluso al nihilista, que erótico de él ya sólo piensa en los Viernes. Y al que está de baja, que mereciendo descanso es molestado. Y a quien se encierra en su despacho, que una avispa se empeña en entrar. Y al pesado, y al aburrido, y al chismoso. Al que cojea y al que corre veloz. Y al que tropieza, se disfraza y se enfada. A todos ellos, pero especialmente a ellos

¿Qué hemos hecho que no estáis acompañados?



domingo, 28 de noviembre de 2021

Parroquias para creyentes y no creyentes


Si hace unos días hablábamos del contrasentido de la nueva figura del profesor-traductor en los programas bilingües, insistiendo en el modo como los nuevos lenguajes instrumentales están invadiendo el área del conocimiento, la nueva apuesta educativa de ofertar “clases de autoestima” a los alumnos que no vayan a cursar religión católica ahonda, más si cabe, en la loca carrera hacia el desbocamiento total. Con el propósito de que los alumnos que no elijan cursar Religión no tengan una hora perdida en el horario escolar, la opción elegida por las autoridades educativas, con eso de que hay que corresponder a la nueva oleada de jóvenes desanimados y deprimidos, es la de que reciban un plan concienzudo de atención motivacional: «La atención se programará y planificará por los centros de modo que se dirijan al desarrollo de las competencias transversales a través de la realización de proyectos significativos y relevantes y de la resolución colaborativa de problemas reforzando la autoestima, la reflexión, y la responsabilidad», dice la disposición adicional primera del borrador del Real Decreto de Primaria y ESO.

Llegados a este punto, y por la experiencia pasada de programas piloto educativos, mucho me temo que el plan se vaya a traducir en un «sálvese quien pueda», buscando los profesores entre los estantes de CDs aquellos viejos musicales animosos como Amelie o Cantando bajo la lluvia, y todo para ver cómo estiran sus mejillas los alumnos alternativos y cuidando que no se dirijan a ti con el semblante caído confesando una depresión de caballo. ¿Verdaderamente alguien puede creer que se puede hacer lección de la autoestima y la responsabilidad? ¿Verdaderamente alguien puede creer que con una o dos horas semanales los alumnos vayan a colorear sus vidas y encontrar nuevos significados a la existencia humana? ¿O es que, más bien, de lo que se trata es de hacer ver que la solución al desánimo y la apatía la tiene el mensaje salvador impartido únicamente en las clases de Religión?

*

En todo caso, este «sálvese quien pueda», instalado como norma en los centros educativos, no quita para que equipos directivos y comisiones exhaustas de obedientes profesores, una vez más, tengan que reunirse para sentarse a pensar cómo rellenar los nuevos planes de programación y planificación. Convertidos por la lógica del neoliberalismo en auténticas fábricas de instrumentos y procedimientos, nuestros centros serán, a un tiempo, parroquias para creyentes y no creyentes: a los unos se les dará el pan de cada día; a los otros, se les utilizará de masa con la que amasar el pan.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Naturaleza violentada

Uno de los cuentos de la infancia que más me cautivaba era el cuento de la doncella y el enano saltarín. Me imaginaba al duende como un ser originario de los inframundos, grotesco, impasible, capaz de la peor de las canalladas, y el caso es que, visto ahora, o con el recuerdo impreciso por el paso de los años, me parece que su presencia obedecía a cierto orden moral. A fin de cuentas, el hijo que le arrebata a la doncella era el reclamo por el pecado original del viejo molinero de orgullo y vanagloria.

                             

Pero la enseñanza del cuento no acaba ahí. Si la doncella es pecadora de ser hija del orgulloso molinero, el enano acaba pagando la falta de haber considerado a una criatura de la tierra como un bien intercambiable ("me darás tu primer hijo a cambio de convertir la paja en oro") Y es que la ley del pacto y el acuerdo, válida en el mundo civilizado, no sirve cuando a la madre naturaleza le es arrebatado lo que le pertenece y acaba imponiendo su ley ("y el enano se hundió hasta la mitad del cuerpo").

Lo salvaje, tantas veces despachado como caótico y brutal por los pensadores civilizados, responde en realidad a un orden imparcial, implacable y hermoso, a la vez que libre. Su expresión, la plenitud de la vida animal y vegetal en el planeta, que incluye las tormentas, los vendavales, las serenas montañas de primavera y a nosotros mismos, es el mundo real, al que todos pertenecemos. (Gary Snyder)

                                                                     *

¿Cuál es el precio que hoy pagan quienes infringen la ley natural? ¿Cómo sucumben las políticas que desoyen la voz de lo salvaje y extienden su sed de civilización? ¿Qué cuentas nos pedirá la naturaleza violentada?

martes, 23 de noviembre de 2021

El duende de Valeria

Hay momentos en la vida de un profesor que resucitan el poeta que llevamos dentro. Son momentos provocados, misteriosos, que hacen presagiar milagros infinitos. Gracias, Valeria.


El duende de Lorca


Es capaz de hacerte perder el juicio, 

de pensar si alguna vez llegaste a tenerlo, 

a cómo hacer para conservarlo, 

para que no te devore las entrañas 

y ojos de loca no mire por encima del hombro. 


Para algunos es voz, 

otros perciben fantasma que tortura, 

Lorca llevaba un duende siempre en su nuca.

Yo, yo lo llevo dentro 

y sube y baja 

como, 

cuando 

y donde quiere.

Me susurra letras y tenemos conversaciones elevadas de tono. 


Luna, lluvia y púrpura 

ante mis ojos despiertos, 

solo ven y solo puedo oler sangre. 


Pellizca, tienta y ojo como

no lo apuntes rápido en el folio controversial. 


Pérdida de cabeza, 

pérdidas en tiempo y en un cuerpo. 

Sal, 

déjame, 

yo no te pedí salir, 

yo no pedí tu existencia, 

pero sé con certeza

que el día que marche 

hacia el atardecer tardío, 

mi alma y mi suspiro 

se llevará consigo.


Valeria García, alumna de 2º de Bachillerato del IES Miralbueno



sábado, 20 de noviembre de 2021

Comentario de un joven filósofo

Si la alegría de un profesor es recibir el agradecimiento hondo y sincero de sus alumnos, la de un humilde pensador es saber que las ideas que ha parido y dado forma provocan la aparición de nuevas y mejores ideas. Comparto, en esta semana de la Filosofía, esta reflexión que el jovencísimo filósofo Noa Manero me hace llegar a propósito de su lectura de mi último trabajo "De Aladino, Sócrates y Perceval. Ensayo para una ética de la ingenuidad." Estoy desbordado sacando adelante proyectos muy laboriosos y sólo espero que este pequeño homenaje a la Filosofía no desmerezca la ocasión.




"El ingenuo es aquel libre de prejuicios, el que menos velos que ciegan posee, y en el cual la capacidad creativa está más desatada, no sujeta a convenciones, ni imposiciones, por lo que puede descubrir la realidad a través de caminos inimaginables para otros. Quizá el ingenuo vea motivos donde otros no los ven, o por el contrario, accede a la realidad de una forma más inmediata, o su curiosidad es tal que se inscribe en territorios oscuros, sin temor a lo que pueda encontrar. Quizá el ingenuo sea ese niño, que toca todo, pregunta por todo, se sorprende de lo que es común, de lo que para el experimentado carece de interés. Para el niño el mundo en sí es una gran fantasía. El niño es espontáneo y crea a partir de ello, sin apenas premeditaciones. Al niño apenas le afecta la mirada ajena, apenas le condiciona, el niño es libre.




Habitamos un mundo en el que uno de los motores principales es el interés. Hacemos las cosas en busca de otros fines ulteriores. En cambio, el ingenuo parte de la ausencia de fin, de búsqueda en la oscuridad de algo que desconoce, incluso que encuentra por pura casualidad. En el ingenuo prevalece la voluntad de unión, de contacto y abrazo con lo otro. Una situación muy alejada de esta era carente de vínculos en la que vivimos, donde la norma es el individualismo." (Noa Manero, estudiante de 1º de Filosofía)

viernes, 12 de noviembre de 2021

Entrevista a Victoria Cirlot: de visiones, mitos y otros sueños.... seguido de un trabajo sobre la ingenuidad y su poder

La ingenuidad es una de esas cualidades que ha quedado ensombrecida por la cultura de la conquista y el liderazgo. Vamos tan acelerados que no reparamos en el ingenuo que todos llevamos dentro. Pero, ¡ay de quién lo descubra! El último número de la Revista Ábaco, dedicado al ferrocarril, incorpora un trabajo que titulo "De Aladino, Sócrates y Perceval. Ensayo para una ética de la ingenuidad", donde descubrimos a grandes ingenuos abriéndose paso allí donde otros no alcanzan. También, una entrevista que hago a la profesora y ensayista Victoria Cirlot a propósito de su último libro Ariadna abandonada. Nietzsche trabaja en el mito, sobre visiones, mitos y otros sueños. Muy agradecido a quienes han hecho de esta aventura algo posible.



Desde aquí podéis disponer del ejemplar en su formato impreso o digital.

¡No os lo perdáis!

sábado, 6 de noviembre de 2021

Instancias a no vivir

Cuando se dice de la filosofía que es un saber lento no se repara en el hecho, sublime, de que la lentitud es condición del pensamiento, y de la acción. La filosofía no se lee como se lee un letrero o se escucha una historia. Exige rumiación, estar dispuesto a ser otro. Y el caso es que nos instan a creer que estamos perdidos, que la aceleración es el sino de nuestro tiempo, como si debiéramos (y pudiéramos) vivir o existir aceleradamente. ¿Cuánto suma el negocio que ahora gira en torno a esta falsa presunción? 

Tome el lector un mensaje de voz de Whatsapp. Acelérelo a 1,5 ó 2 de velocidad. Las voces se igualan escuchadas a gran velocidad. Los contenidos se difuminan. Se pierde el matiz, el tiempo, el cuerpo de la voz. Todo se hace igual. En realidad -y esto es lo que se nos escamotea-, ya no hay voz. Las interrupciones niegan lo singular. Ya no somos distintos. Ya no somos. La filosofía es pensamiento lento, y la lentitud devuelve lo singular, nos devuelve -literalmente- a la vida.

"Se cuenta la anécdota de un maestro taoísta que aleccionaba así a sus discípulos: «Cuando estéis de pie, estad de pie. Cuando caminéis, caminad. Cuando estéis sentados, estad sentados. Cuando comáis, comed». Entonces, uno de ellos le interrumpió y replicó: «Pero, maestro, si eso es lo que hacemos». El monje le respondió: «No, cuando estáis sentados, ya estáis de pie. Cuando estás de pie, ya andáis corriendo. Cuando corréis, ya habéis llegado a la meta»." (Los jardines de los monjes, Peter Seewald y Regula Freuler)

martes, 2 de noviembre de 2021

¿De verdad vamos hacia una sociedad sin filosofía?

Si la Ley Wert nos embistió suprimiendo del currículo la Historia de la Filosofía como materia troncal para nuestro alumnado de 2º de Bachillerato, la nueva ley educativa suprime cualquier presencia de la Filosofía en la etapa de la enseñanza secundaria obligatoria. En la Antigua Grecia se acostumbraba a responder que era mejor estar atado a la piedra de la filosofía que ser esclavo de Zeus. Y en el siglo XIII Roger Bacon alertó a los hombres de su tiempo de los cuatro grandes obstáculos para alcanzar la verdad: la sumisión a una autoridad indigna, la influencia de la costumbre, el prejuicio popular y el ocultamiento de la propia ignorancia. Ahora, en la madurez de las democracias contemporáneas, cuando verdaderamente podemos y debemos cuidar la pluralidad y libertad de opiniones, nuestras autoridades van a amputar, de raíz, toda posibilidad en nuestros alumnos para atarse a la filosofía o prevenirse de las cadenas del dogmatismo. ¿Es esta la sociedad que queremos construir? ¿De verdad querremos convivir con generaciones de jóvenes privadas de conocimiento y compromiso? La filosofía no es sólo saber decir y opinar razonadamente. También es saber escuchar, y al escuchar escucharse, compartiendo puntos de vista y generando comunidad.

Por primera vez en la historia de nuestra democracia ya no se debatirá sobre el bien y el mal en las aulas, no se avanzará por el camino del pensar ni se buscará sentido a una existencia cuyo significado no acabamos de comprender. Nuestros alumnos, por primera vez, no conocerán los fundamentos éticos de nuestras sociedades democráticas ni pondrán palabras a interrogantes que desde tiempos ancestrales han ocupado las mentes de tantos hombres y mujeres. Tampoco desarrollarán la crítica y sospecha contra opiniones disonantes ni serán valorados por cuestionar las ideas preestablecidas que diariamente nos llegan de planteamientos simples e interesados. ¿Acaso nuestras autoridades están suponiendo que la conciencia crítica y argumentativa no debe ser educada? ¿Acaso están pensando que puede comprarse rebajándola a objeto de uso y de consumo? Y por si fuera poco, la eliminación de cualquier contacto con la Filosofía en la ESO supondrá para este alumnado la imposibilidad de participar en actividades de creciente interés cultural como la Olimpiada aragonesa de Filosofía, que durante los últimos años está reuniendo a más de cuarenta centros en sus diferentes modalidades, así como en otros encuentros culturales con jóvenes filósofos organizados por la Sociedad Aragonesa de Filosofía. ¿De verdad vamos hacia una sociedad sin filosofía?

viernes, 29 de octubre de 2021

Mundos subjuntivos

Cuando ya no cabe la responsabilidad, bien porque nos han asaltado la intimidad, o bien porque desde agencias tecnológicas nos han cambiado nuestra piel –haciéndola insensible a ese primer reflejo despertador del eros-, nos queda la invención y el juego. ¿Qué puede hacer el señor K si no imaginarse mundos subjuntivos o condicionales donde franquear las puertas de la Justicia? ¿Qué puede hacer si no jugar a ser libre, inventándose parábolas, tramas, relatos donde ser protagonista de algo? ¿Qué puede hacer si no figurarse formando parte de asociaciones y castillos donde erigirse dueño de actos y palabras? ¿No es éste el papel del hombre que Nietzsche anticipa en la figura del «superhombre»? ¿No tiene el «hombre expropiado» que reinventarse constantemente para ser? ¿Y no es la democracia, amparada en el derecho al ejercicio de la responsabilidad, otro juego del lenguaje de quien ya está demasiado lastimado para confiar en acciones transformadoras?


"La autoridad y el papel exponencial de las ciencias y de la tecnología en los asuntos del planeta son mucho más profundos que la economía de lo pragmático. Constituyen un movimiento tectónico, una modificación de la fuerza de gravedad de tanto alcance como la erosión gradual, en la mentalidad adulta, de las concepciones religiosas del mundo, una erosión precisamente correlativa a la soberanía de lo científico (...) La computación, la teoría y búsqueda de información, la ubicuidad de Internet y la red global hacen realidad algo que es mucho más que una revolución tecnológica. Suponen transformaciones en la conciencia, en los hábitos perceptivos y de expresión, de sensibilidad recíproca, que apenas estamos empezando a calibrar. En múltiples terminales y sinapsis, se conectarán con nuestro sistema nervioso y estructuras cerebrales (posiblemente análogos). El software será interiorizado, por así decirlo, y la consciencia tendrá quizá que desarrollar una segunda piel." (Epílogo, Lecciones de los maestros, George Steiner)

sábado, 23 de octubre de 2021

Si vale, adelante

No son precisamente luminosos los tiempos que se avecinan desde que “el todo vale” se ha impuesto como norma en nuestros centros escolares. “Todo vale”. Y es que la norma es que valga. Si vale, adelante. Es el caso de la última de las ocurrencias de nuestras autoridades educativas, en esta ocasión, relacionadas con la urgencia de parchear una de las simas producidas por el tan cuestionado programa del “bilingüismo”. A saber, que como tras mes y medio se ha constatado que en determinadas especialidades no hay profesorado capacitado para impartirlo en nuestra comunidad, por aquello de que de un año a otro se ha elevado la exigencia lingüística de B2 a C1, los alumnos participantes de dicho programa que llevan mes y medio sin profesor, a falta de uno, recibirán primero los contenidos castellanizados por el de la especialidad, y, a continuación, los traducidos por un profesor de la materia lingüística contratado para este fin. ¿Se imaginan a dos profesores correteando por las pistas de atletismo, al profesor de Educación Física lanzando las órdenes en castellano mientras el exhausto de la especialidad lingüística las va traduciendo? ¿O a otros dos dirigiéndose a los ensayos con probetas y aguardando a que el traductor dé el pistoletazo de salida para que –ahora sí- los perplejos alumnos puedan iniciar sus cotidianos experimentos?

¿Pero a quién se dirigirá el alumno en el caso de una incomprensión de contenidos: a quien ha dado la instrucción castellanizada o a quien la ha traducido? ¿Lo hará en su idioma o en el extranjero? ¿Y si la raíz de la incomprensión es conceptual? ¿Quién de los dos profesores se encontrará con la legitimidad para responder al alumno? ¿También en este caso el profesor de idiomas tendrá que traducir la respuesta? ¿Y si el asunto tuviera lugar en las acaloradas clases de filosofía llenas de diálogos y deliberaciones? ¿Y a quién reclamará en un examen el perplejo alumno? ¿Al que lo haya propuesto o al que lo haya traducido? ¿Pero cobrará lo mismo el profesor de la especialidad teniendo que explicar (se supone) la mitad de contenidos? ¿Y el exhausto traductor que por su condición no pueda ejercer de profesor?...

Sin duda, esta ocurrencia de nuestras autoridades no es arbitraria, ni casual, ni está predeterminada. Tampoco ha nacido de la espontaneidad ni hubiera podido ocurrir en otro tiempo. Es, más bien, expresión de un sentir que llevamos tiempo soportando quienes nos dedicamos a la tarea de enseñar, y que se relaciona con esta invasión de los lenguajes instrumentales a las áreas del saber y del conocimiento. La sensación es que, al final, prima sobre todo "dar solución a los problemas", para contentar a alumnos, padres, profesores… pero obviando algo importante; a saber, que no sabemos muy bien cómo hemos llegado a ese problema y, sobre todo, por qué es un problema que debe formar parte de nuestra responsabilidad tratar de resolverlo. El caso es que nuevas instrucciones inundarán a partir de hoy los pabellones o laboratorios de nuestros centros escolares, pero lo harán por duplicado, unas después de otras, no vaya a ser que a la primera no nos entiendan.

sábado, 16 de octubre de 2021

Paradojas gordianas

¿Cuánta carga de desconocimiento podemos soportar? ¿A qué nos abre el desconocimiento cuando ya no podemos conocer? ¿Qué nos enseña la oscuridad cuando se va la luz de la vela? Son algunas de las preguntas que se despiertan entre quienes viven retirados de la «cultura de la información y el conocimiento». Y es paradójico que uno de los fundadores de ésta, el francés René Descartes, descubriera el cogito precisamente suspendiendo la actividad del conocimiento. ¿O no fue renunciando a ver y a pensar el mundo como se le iluminó el ver y el pensar mismos? ¿No fue un acto deliberado de desconocimiento lo que sacó a Europa del claustro medieval y la lanzó a conocer el mundo? De los límites del desconocimiento, podría titularse el contrapunto a la modernidad, y cuanto a ella debemos.



"Descubrir tan extraña realidad como al conciencia, ¿no implica volverse de espaldas a la vida, no es tomar una actitud perfectamente opuesta a la que al vivir nos es natural? ¿No es lo natural vivir hacia el mundo en torno, creer en su realidad, apoyarse en la magnífica circunferencia del horizonte como en un aro inconmovible que nos mantiene a flote sobre la existencia? ¿Cómo llega el hombre a ese descubrimiento, cómo verifica esa antinatural torsión y se vuelve hacia sí y al volverse encuentra su intimidad, cae en la cuenta de que no es sino eso, reflexividad, intimidad?" (Ortega y Gasset, Lección VI, ¿Qué es filosofía?)

miércoles, 13 de octubre de 2021

Rumbo a la nueva aventura filosófica

Altísima la participación de nuestro alumnado de Filosofía del IES Miralbueno en esta novena edición olímpica, dedicada al tema del transhumanismo. ¿En qué nos diferenciamos de las máquinas?¿De qué manera podemos interactuar con los robots? ¿Llegaremos a convivir con las máquinas? ¿Pero tiene sentido hablar de convivencia entre seres desemejantes? ¿Tiene sentido plantear una ética para máquinas? ¿Es lo transhumano una oportunidad para un mundo más humano? ¿O, más bien, estamos descuidando lo más humano en aras de un mundo transhumano?... Son cuestiones que seguro asaltarán a nuestros alumnos en esta trepidante aventura filosófica...

A la nueva aventura se han inscrito de nuestro centro la friolera de 20 alumnos y alumnas de 4ºESO y Bachillerato por la modalidad de Ensayo, 2 por Dilema, 33 por Fotografía, y 5 por Vídeo. Seguro que alguno de ell@s nos lleva a las finales👋👋😄

domingo, 10 de octubre de 2021

Lágrimas de leche

El llanto sobreviene porque todavía hay ilusión. En realidad, -me dijo la lechera del cuento- no perdí casi nada. Tan sólo un poco de leche, pero nada de lo que llegué a tener.

Sueño del 9 de Octubre.

miércoles, 6 de octubre de 2021

Los Pirineos y su titán

Ahora los Pirineos ya no serán los mismos sin su titán. Ejemplo de bravura, genio, e inteligencia. Mi hermano.


viernes, 1 de octubre de 2021

Verdad viva

No hay nada como contar historias para enseñar algo. Obstinados en lenguajes y códigos universales, plataformas y contenidos agotados, cerrados como el ser parmenídeo, olvidamos con facilidad que la narración es la fuente de cualquier forma de conocimiento. Se cuenta que la madre de Goethe dejaba inacabados los cuentos para que el joven poeta los rehiciera a su antojo, y que las grandes ideas se han formado siempre en camino hacia alguna parte, en movimiento, quizá porque entonces el viento impulse las voces a resonar en el bosque. 

El caso es que manuales y currículos nos instan a continuar obedientes los contenidos doctrinales, como si el pensamiento estuviera encapsulado en una especie de lanzadera que a hombros de gigantes unos cuantos privilegiados hubieran sabido capturar, cuando el conocimiento, si algo tiene, es capacidad para seducir, paralizar, transformar, a quien lo recibe. Siempre a la intemperie. Quizá en una estación de tren, como cuenta George Steiner a propósito del libro de Celan; quizá en un cuartucho emboscado con dos o tres sillas de madera, como compartió Thoreau en sus noches de soledad; o quizá en los decorados que mandó construir sir Hitchcock en el Greenwich Village de James Stewart, a propósito, dicho sea de paso, de escarmentar a los grandes mirones y fisgones contemporáneos.

Siempre a la intemperie, sin alarmas que puedan interrumpir el momento, sin propósitos que puedan escamotear el camino. Ahí donde el aire puede transportar las palabras y ese alma escondida llevárselas para siempre: "Y de inmediato llegamos a uno de los grandes temas: el de la oralidad. Antes de la escritura, en la historia de la escritura y como desafío a ella, la palabra hablada era parte integrante del acto de la enseñanza. El Maestro habla al discípulo. Desde Platón a Wittgenstein, el ideal de la verdad viva es un ideal de oralidad, de alocución y respuesta cara a cara. Para muchos eminentes profesores y pensadores, dar sus clases en la muda inmovilidad de un escritorio es una inevitable falsificación y traición." (George Steiner, Lecciones de los maestros)

jueves, 30 de septiembre de 2021

¡Conseguido!

Él y su bicicleta. Vaya par de inseparables. Titán y Titánide.


miércoles, 29 de septiembre de 2021

La fuente

En un reino no muy lejano llegó a oídos de un rey la noticia de un niño que cada día caminaba hasta una misma fuente. Los pastores de la noche le veían atravesar los mismos valles a la caída del Sol. Los ángeles aguardaban escondidos mientras bebía su sorbo de agua. Y las mujeres asomadas, mientras el río corría, lamentaban cada mañana que no entrara a su puerta.

Y el caso es que llegó a oídos del rey que aquel niño se había hecho hombre caminando cada día a la misma fuente. Siguió el curso de los años y el rey, siendo tan viejo que apenas podía sostenerse, mandó llamar al "hombre que acude a la misma fuente a beber de su agua."

¿Por qué cada día acudes a la misma fuente a beber de su agua? - Le preguntó.

El hombre, que ya era casi tan anciano como el rey, le respondió:

No es por el agua por lo que voy, que es diferente a la que ahora corre. No es por el placer de atravesar el camino, cuyas piedras y surcos son ya otros. Tampoco por la sombra del olmo que me da descanso. 

¡Ni el Sol es el mismo que el de aquel día!


sábado, 25 de septiembre de 2021

¿Trans? humanismo

Comparto esta interesante reflexión sobre el tema que ocupa a nuestra novena edición olímpica de Filosofía. El tema.... Transhumanismo: ¿mejora o fin de la especie? La pregunta... ¿Pero siendo humanos podemos ir más allá de lo humano? La persona.... un estudiante de dieciocho años.



HACIA UNA IDENTIDAD GLOBAL

La pérdida total de la identidad individual en la elongación gradual del tiempo de vida.

El avance tecnológico desmesurado permite, por suerte o por desgracia, que la esperanza de vida sea cada vez mayor. El deseo de todo transhumanista culmina en alcanzar la muerte de la muerte, es decir, vivir, si se puede denominar de tal forma, eternamente. Un mundo en el que el envejecimiento sea una enfermedad curable, donde no haya muerte que separe a los amantes, donde ya no sea necesaria la prisa, ni los horarios, donde el tiempo ya no sea más que un lastre del pasado.

A simple vista, esta propuesta puede parecernos una auténtica utopía, un mundo ideal, el sueño de cualquier mortal, pero, querido lector, hemos de tener cuidado con lo que deseamos, pues, en primer lugar, esto no se trata de una película irreal ya que es probable que en un futuro se pueda materializar, y para continuar, hemos de analizar detenidamente las consecuencias, en su mayoría nefastas, de vivir para siempre. En concreto, es menester analizar cómo se forja nuestra identidad personal y lo fácilmente que ésta puede ser destruida al habitar en esa infinitud temporal.

En resumidas cuentas, la vida y la muerte son las dos caras de una misma moneda, no hay una sin la otra. En el momento en que nacemos, dejando atrás factores biológicos y circunstanciales, que obviamente son plenamente relevantes, somos potencialmente capaces de ser, de convertirnos en una multiplicidad de cosas. Partiendo de que nuestro tiempo es limitado, somos conscientes de nuestra propia finitud, nos moldeamos decidiendo entre el gran abanico de posibilidades presentes. Estas decisiones, desde las más insignificantes como el “outfit” del día, a otras de cierta relevancia como qué profesión ejercer, con quién compartir nuestra vida o si tener hijos, son las que nos definen como individuos, las que moldean nuestro yo en potencia, alcanzando actos, aunque éste nunca llega a culminar, a ser una obra de arte terminada, adquiere cierta forma que hace posible diferenciarnos del resto de individuos. Toda decisión tiene su coste de oportunidad, lo que podríamos haber sido y no somos. Todo ello también forma parte de nuestra identidad.

Los motivos que nos impulsan a perseguir ciertos objetivos y descartar los demás constituyen un gran misterio. Quizá sea esa vocación de la que habla Ortega y Gasset, favorecida o dificultada por la circunstancia. Quizá haya cierto determinismo independiente de toda elección contenido en nuestro ser (suponiendo la existencia del mismo) previo a la experiencia. Quizá también intervengan imposiciones culturales, familiares, educacionales…

A grandes rasgos, nuestras decisiones nos definen y la causa primordial del imperativo de tomar dichas decisiones no es más que la muerte (y de la conciencia del ser humano como ser mortal), de habitar el mundo por un periodo de tiempo con un principio y un fin (y ser conocedores del mismo), de la efimeridad de la existencia.

Dicho esto, supongamos que la tecnología dispone de los medios requeridos para alcanzar la eternidad humana, que la muerte ya no forme parte de la vida, que los humanos quedemos redimidos de las limitaciones biológicas y nuestro tiempo disponible se eleve a infinito.

Nuestra identidad individual carecería de forma, las decisiones ya no constituirían un imperativo, podríamos serlo todo. Todos podríamos serlo todo, yo no sería más que una multiplicidad de yoes, al igual que tú, y que todo ser existente. Residiríamos así en el infierno de lo igual, donde el yo quedaría diluido en una masa con el resto de seres. Se formaría una única identidad, la Identidad del Todo, completamente en acto, pues llegaría un punto que esa infinitud de posibilidades expiraría. Imagino una gran masa de seres idénticos, incapaces de crear más de lo creado, de forzar lazos con el otro, pues el otro ha desaparecido; la curiosidad por lo desconocido, el eros, el enamoramiento, el anhelo de conocimiento… hechos que nos hacen vibrar y amar la vida, todos esfumados.

La mirada del otro también quedaría anulada, pues las diferencias entre el otro y yo no son más que superfluas y materiales. Ya no hay otro que juzgue, que analice, que observe, que quiera, que odie.

Todo lo descrito apunta hacia un futuro distópico y lejano, completamente inalcanzable a día de hoy. Pero la defunción de la identidad personal no sólo puede alcanzarse a través de esa eternidad, sino mediante otros mecanismos como la modificación genética. La perversión del ADN a través de la imposición de mejoras en la inteligencia, las capacidades físicas y emocionales… llevará a un futuro repleto de genios. Al fin y al cabo, ya no podrá distinguirse el genio del resto pues todos los nacidos lo serán. Caemos así de nuevo en la misma barbarie de la anulación de la individualidad.

Repito, es de gran importancia analizar nuestros deseos. Jugamos a ser dioses, es más, tratamos de serlo encarando a la muerte y venciéndola, sin ni siquiera saber qué hacer una tarde de domingo. El descarte nos aterra; la elección, la imposibilidad de abarcarlo todo nos parece detestable, olvidando que es lo que nos permite ser únicos, diferentes, especiales. El yo y el otro, al igual que la vida y la muerte, se requieren.

Noa Manero, Estudiante de 1º de Filosofía