Cientos de humanistas se disponen a debatir un asunto crucial mientras el anfiteatro los acoge. Al escuchar la segunda de las intervenciones un hombre de camisa muy blanca, sentado en una de las hileras del fondo, eleva su brazo haciendo girar en círculos la mano con el dedo índice en alto.
Todos quedamos atónitos porque la discusión tiene que suspenderse.
Todos quedamos atónitos porque la discusión tiene que suspenderse.
Sueño de la Noche del 10 de Junio