Decía Hitchcock que
podría llegar el momento en el que los pájaros se rebelasen contra los intentos
de enjaulamiento humanos y acabasen con la idea misma de civilización. Lo decía
seguramente movido por un sentimiento de fascinación por las criaturas que nos
concede la naturaleza, a veces eclipsado por la ilusión de velocidad y poder de
quien se cree dueño de lo que en realidad es siervo. Ayer, viendo al viejo Kurosawa, recordé estas palabras de "la aldea de los molinos de agua":
Fotografía tomada por Clara Marta
“Lo único que nosotros
pretendemos es llevar una vida natural tal y como solía hacer la gente antes.
Hoy día los seres humanos olvidan que también ellos forman parte de la
naturaleza, y que a ella le deben su existencia, pero la gente suele tratarla
negligentemente creyendo que son capaces de crear algo mucho mejor, especialmente
los científicos. Puede que intelectualmente estén bien preparados, pero lo malo
de ellos es que muchos ignoran el verdadero significado de la naturaleza, y
esos son los que se sienten orgullosos inventando cosas que solo acarrearán
tragedias a los seres humanos. Y lo que todavía es mucho peor: La mayoría de la
gente suele conceder un gran valor a todos esos inventos absurdos, y como si de
milagro se tratara los adoran. Ellos no saben que esas cosas arruinan la
naturaleza y consecuentemente se están destruyendo a sí mismos. Las cosas más
importantes para los seres humanos son el aire puro y el agua pura. Los árboles
y las plantas nos proporcionan ambas cosas, pero absurdamente la gente continúa
contaminándolas a su antojo. El aire y el agua contaminados contaminan incluso
la mente de los seres humanos.” (Akira Kurosawa)