Uno de los descubrimientos de estos días invernales de chimenea y notas a pie de página ha sido algunas reflexiones -enfadadas, pero certeras- del profesor Jesús G. Maestro, a quien ya conocía por algunas de sus conferencias magistrales que YouTube nos regala cuando queremos saber más sobre la obra de Cervantes. El otro ha sido una relectura de la novela La otra parte, de Alfred Kubin, para un artículo que ando escribiendo sobre las experiencias límite como condición y exigencia éticas. Ambos libros, el de Kubin y el último ensayo de Jesús G. Maestro, Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI, inciden en la importancia del conocimiento para romper el hechizo ilusionista total en el que estamos. Un mundo que premia y promueve el narcisismo en todos sus géneros sólo puede ser vencido considerando seriamente al otro. Considerar al otro significa conocerlo, claro, pero también, y para ello mismo, respetarlo sin que sea objeto de escarnio o de burla. Y aquí van estas palabras que bien pueden servir de invitación para este nuevo año:
"Cervantes también nos enseñó a servir a de la risa con cuidado y con respeto. La risa y lo cómico encubren con frecuencia algo muy importante y violento: el rechazo de un colectivo humano ante un individuo diferente, al que se le niega la comprensión y la tolerancia, porque se prefiere estigmatizarlo y burlarse de él. Es el chivo expiatorio. El que se ofrece en sacrificio, para imponer miedo y hacer ejemplar el sentimiento de culpa. La risa que evita entenderse con el prójimo tiene más que ver con la perversión del escarnio que con el sentido del humor. Esta no es la risa cervantina. Esta es la risa intimidatoria y maligna, la risa del cobarde, acomplejado y miedoso, que ladra como can entre las piernas de su amo -el sistema-." (Jesús G. Maestro)
