El pasado miércoles 26 de marzo tuvo lugar el segundo encuentro de nuestro recién fundado Café filosófico. La sesión giró en torno a las tesis que el joven filósofo coreano Byung-Chul Han esboza en su reciente libro La sociedad del cansancio (2012) Las intervenciones de los que allí estábamos se centraron en destacar aspectos valorables de la obra de Byung-Chul Han por su cualidad de arrojar luz sobre una sociedad que, sumida en el agotamiento y el dopaje, necesita urgentemente de un diagnóstico. Sin embargo, tampoco faltaron voces críticas respecto a su propuesta final del cansancio como condición posibilitante del encuentro con el otro.
La mayoría convino con el autor en que el exceso de información y de (auto)rendimiento -visible además en el mundo del adolescente- lleva a un estado de estrés y aturdimiento que estrecha el lugar para la lucidez y la creatividad. Como se dijo, este aparente progresismo tecnológico, que parece pretender convencernos de que en todo y para todo hay que hacer uso de los dispositivos tecnológicos -para comer, vestirse, enseñar, relacionarse....-, en ocasiones no constituye más que la ocasión perfecta para huir de nosotros mismos y de los demás. Es el horror al vacío, el temor a reconocer nuestra condición de seres arrojados, necesitados, lo que nos impulsa a aferrarnos a las promesas de felicidad y seguridad que irradian de la sociedad del bienestar. Vivimos -como dice Ortega- alterados. Más bien, es nuestra manera de estar en el mundo lo que propicia la alteración y vuelve prescindible el recogimiento. Cierta actitud sosegante -como se dijo- debe ser el presupuesto para la reflexión y la contemplación: "Solo la profunda atención impide la versatilidad de los ojos y origina el recogimiento que es capaz de cruzar las manos errantes de la naturaleza. Sin este recogimiento contemplativo, la mirada vaga inquieta y no lleva nada a expresión." (pp. 38)
Una pregunta clave que se planteó es si la educación puede reconducir a nuestros adolescentes y librarles de este aturdimiento que propicia esta sobredosis de información que recibimos diariamente. La pregunta no es baladí, pues debemos ser conscientes que nosotros -profesores y educadores-, querámoslo o no, estamos también inmersos en la sociedad del cansancio y, por ello, seguramente contagiados del virus de la (sobre)información y de la (hiper)atención. Algunos de los presentes todavía confiamos en la libertad como presupuesto para (re)crear nuevas circunstancias posibilitadoras de experiencias y encuentros con lo otro; otros, en cambio, veían con desesperanza un futuro que vislumbra el triunfo del homo videns sobre la vida teorética. En cualquier caso, la mayoría convino en afirmar la importancia de la narración y de la historia como maneras de hacer transparente una interioridad casi siempre soterrada deliberadamente o encubierta por aquellos estados de somnolencia y aturdimiento a los que tan acostumbrados estamos.
Recientemente se han traducido otros títulos del autor:
La sociedad de la transparencia
La agonía de Eros
Recientemente se han traducido otros títulos del autor:
La sociedad de la transparencia
La agonía de Eros