lunes, 26 de diciembre de 2011

La sociedad digital

La sociedad digital de la que formamos parte está sin duda condicionando nuestra forma de conocer, de producir y de relacionarnos con los demás. Esto es un hecho innegable, característico de un tiempo en que todo parece ser digitalizado o susceptible de ello. Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación no solo transforman de una manera radical nuestra manera de acceder a la información, de conocerla o procesarla, sino que son creadoras de nuevos contextos y entornos virtuales capaces de propiciar una infinidad de experiencias vitales hasta el momento impensables. El ser humano, su propia naturaleza, se ve sujeto ahora a la necesidad de desarrollar nuevas estrategias adaptativas para desenvolverse y crecer en estos entornos virtuales cada vez más extendidos y profundos. Dice Ortega que llegará un momento en que ya no sepamos distinguir nuestra verdadera naturaleza de esta sobrenaturaleza artificial y digitalizada que cada vez se nos vuelve más necesaria.

El nuevo número de la Revista Ábaco, La sociedad digital, en el que tengo el placer de colaborar con mi propuesta sobre los límites y poder de la tecno-ciencia en las sociedades nihilistas, contribuye a aclarar las consecuencias del impacto de estas sociedades digitales en nuestra vida y constitución. Es verdaderamente apasionante adentrarse en los estudios que investigadores y profesores de diferentes disciplinas realizan con el fin de analizar, valorar y enjuiciar la situación del ciudadano actual, inmiscuido sin remedio en los entornos virtuales que cada vez, como digo, van reemplazando a los entornos reales. No faltan, en este sentido, los discursos que nos advierten de algunos de los peligros derivados de la proliferación de las TIC en la sociedad, y especialmente, en el contexto educativo. Como afirma la profesora María Aquilina Fueyo Gutiérrez, algunos de estos peligros están propiciados por el imperialismo de cierta ideología que, al servicio de los poderes económicos, legitima el uso acrítico e indiscriminado de las TIC al tiempo que favorece peligrosamente la adaptación del sistema educativo a las exigencias de estas nuevas tecnologías: "la introducción de las TIC en todos los ámbitos de la sociedad viene acompañada de un marcado discurso tecnofílico, diseñado y orquestado por intereses comerciales y económicos. Dirigido en primer lugar a los potenciales usuarios, este discurso presenta a las TIC como elementos esenciales de progreso que solucionarán los principales problemas y deficiencias de nuestras sociedades incluidos, por supuesto, los existentes en el ámbito educativo en el que se revelan como herramientas portadoras per se de innovaciones y ventajas sin límite." (Comunicación y educación en los nuevos entornos: ¿nativos o cautivos digitales?, p.23)

jueves, 22 de diciembre de 2011

Libertad y necesidad

Hace unas noches tuve un sueño que me gustaría compartir, más en estos días navideños:

De pronto me encontraba en medio de un canal cuya corriente me arrastraba sin remedio hacia mi lugar de trabajo. Atravesaba montañas y valles, y a lo lejos podía adivinarse el perfil del pueblo donde ejerzo. La luz era tenue. La negrura de la noche daba paso al día. No sentía frío alguno. Enseguida me angustiaba la idea de no llegar a mi lugar de trabajo con puntualidad, pues la lentitud con la que corría el agua me hacía suponer que tardaría un buen rato en llegar. Iba vestido, pero no llevaba conmigo mis acostumbrados enseres. Tampoco llevaba reloj y no podía mirar la hora. Las casas del pueblo iban acercándose mientras el canal seguía arrastrándome a su ritmo. Pronto entendía que no había motivo para angustiarse. Mis clases tendrían que empezar cuando el agua me dejara ante la puerta del Instituto. Sabía que no había otra forma de llegar.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Usos virtuosos y defectuosos de las TICs

Os dejó aquí un extracto de la entrevista que hace Boulesis Boulé a los profesores de filosofía Felipe Garrido y Ximo Llerena. Toda ella vale la pena, por su claridad y sensatez (al final os dejo los enlaces para que la podáis leer), pero, dado que últimamente hemos trabajado en clase la cuestión de cómo influyen las nuevas tecnologías de la información en la adquisición de conocimientos, esta parte (sobre los usos virtuosos y defectuosos de las TICs) os puede venir muy bien para afianzar vuestras ideas:


Una pregunta planteada de forma breve, pero difícil de contestar: tres virtudes y tres defectos de las TIC’s y su aplicación en la enseñanza:

Respuesta: Las TIC’s, como cualquier otra tecnología, carece de virtudes y defectos. El uso que hagamos de ellas sí puede ser virtuoso o defectuoso. Así que lo que señalaremos son tres usos virtuosos, y tres usos defectuosos.
Usos virtuosos:

1.Las TIC’s pueden servir para facilitar la comunicación entre el profesor y los alumnos. A través del correo electrónico o las redes sociales los alumnos pueden dirigirse al profesor y a sus compañeros para resolver dudas o enviar trabajos, por ejemplo. El profesor también puede hacer llegar a los alumnos rápidamente todo tipo de materiales interesantes para la asignatura como apuntes, blogs, vídeos, etc.
2.Las TIC’s pueden ser usadas por los profesores como un medio para que los alumnos amplíen los conocimientos de clase. La función del profesor aquí consistiría en señalar los caminos que los alumnos pueden seguir si están interesados en un tema.
3.Las TIC’s pueden agilizar la clase. Proyectar un esquema complejo y poder alterar sus elementos de forma inmediata es más rápido que andar dibujando esquemas en clase. A veces, por ejemplo, pueden surgir cuestiones imprevistas y, mediante una buena conexión a Internet y un proyector, podemos, en cualquier momento, poner ante los alumnos un Velázquez, un vídeo con un discurso de Azaña o un texto de Boecio.


Como usos defectuosos de las TIC’s señalaríamos los siguientes:


1.Tomar las TIC’s como un fin en sí mismo hasta el punto de adaptar los contenidos de las asignaturas a las TIC’s y no al revés. El uso de las tics no es obligatorio, y a veces entorpecen en vez de ayudar.
2.Disculpar ciertos esfuerzos a los alumnos con la excusa de que ‘para qué quieren aprender x, si está en internet’. Esta actitud está haciendo mucho daño.
3.Que el profesor use el Power Point, la red o la famosa pizarra digital para desaparecer él.


Aquí se encuentra la entrevista completa articulada en sus tres temas fundamentales:



jueves, 17 de noviembre de 2011

La verdad y el error van de la mano

Tras preguntar a mis alumnos si les había sido provechosa la lectura de Platón (la posibilidad de ganar unas décimas en su nota de evaluación ha bastado para que fueran a la biblioteca a por uno de esos libros de los que se dice que ya nadie lee), me comentaba uno de ellos que sí, que le había gustado leer a Platón, pero que no compartía nada de lo que decía el filósofo. No he querido confrontar con él mi opinión (aunque tampoco soy un platónico convencido), ni siquiera me ha interesado escuchar por qué no compartía las ideas del filósofo. Me he limitado a hacerle comprender que el valor de una obra no radica en la cantidad de verdad que contiene (eso nadie lo sabe ni lo puede saber), sino en las posibilidades de error a las que nos abre. Una obra no es histórica solo porque conserve en sí el conjunto de ideas pasadas que la llevaron a su concepción, sino porque encierra dentro de sí el camino hacia el conjunto de verdades futuras, todavía por descubrir, a la luz de las cuales se revelarán los errores que antes eran solo posibles en la obra presente. Y es que la verdad y el error se necesitan, como el día y la noche o la enfermedad y la salud...¿o acaso podríamos hablar de cuerpos sanos si no existiera la enfermedad, o de teorías falsas si no existiera la verdad?


Nuestra retrospección nos ha puesto de manifiesto que es indiferente calificar al pasado filosófico como conjunto de errores o como conjunto de verdades porque, en efecto, tiene de lo uno y de lo otro. Cualquiera de los dos juicios es parcial, y en vez de pelear más les vale, al cabo, juntarse y darse la mano.
(Ortega y Gasset, Epílogo de la filosofía)

jueves, 27 de octubre de 2011

Pero...¿y los libros?

La pasión por el conocimiento no es algo que se pueda cuantificar, evaluar, o diagnosticar. Y, sin embargo, es el verdadero motor del aprendizaje. Allí donde hay pasión, hay esfuerzo, sacrificio, afán de búsqueda y revelación, y entonces todo lo demás -pruebas de diagnóstico, aplicación de las TICs y PowerPoints, programas educativos, de innovación, de animación a la lectura...- queda en un segundo plano, como algo meramente auxiliar, accidental, diría yo. El otro día asistí en Logroño a una conferencia de Gustavo Bueno, padre, el padre de la teoría del cierre categorial, y en apenas una hora y media, allí, frente a nosotros, en pie, sin papel, lápiz ni ordenadores o pantallas a su alrededor, consiguió mantener nuestra atención con su discurso, ordenado, bien pensado y estructurado, incluso hubo quien sacó su cuaderno para tomar notas porque además sabía que nadie le iba a poder dar el archivo con la información correspondiente. Y es que allí donde hay pasión por el conocimiento hay también deseo de enseñar, deseo de que los otros, nuestros oyentes, nuestros alumnos, se hagan partícipes de nuestra búsqueda y descubran con nosotros aquello que tanto tiempo y esfuerzo nos ha llevado conquistar.


Primero tenemos que ser alumnos, despertar y cultivar ese eros de conocimiento al que tanto refiere Platón, para poder enseñar. Y esto es algo que no se hace haciendo un cursillo del CPR, u ojeando páginas de diferentes libros de texto. Porque una cosa es reproducir oralmente lo que está escrito en los libros de texto o en sus correspondientes PowerPoints -eso lo puede hacer hasta un chimpancé- y otra muy distinta desandar el camino para volver a caminarlo junto a quien te quiera acompañar. Lleva años conocer las obras de Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel, Nietzsche o Marx, lo mismo que conocer a fondo las teorías de Maxwell, Planck, Einstein, las de Poincaré, Quine y Gödel, o las obras de Shakespeare, Cervantes o Quevedo, pero solo si hemos pasado por eso, cada uno en su disciplina, solo si día a día cultivamos el conocimiento, créanme, puede haber verdadero aprendizaje. Me decía un alumno que no entendía por qué alguien puede querer dedicar la mayor parte de su tiempo a estudiar y a aprender, con lo aburrido y costoso que es. Pues bien, conseguir que este alumno se convenza de lo contrario, de que el conocimiento nos hace mejores personas, debe ser el fin de la educación.


Cada día estamos más sujetos a las imposiciones de un sistema que quiere de nosotros que nos conformemos con utilizar las TICs, hacer un par de cursillos al año, y que aprobemos a un porcentaje relativo de alumnos. Tengo la sensación de que llegará el momento en que el profesor, de cualquier materia, será verdaderamente sustituible, pero no porque en realidad lo sea, sino porque habrá quedado relegado a meras labores de reproducción de lo que dicta el lenguaje de las nuevas tecnologías, que cada vez es más suyo y menos nuestro. Y para colmo nos sorprendemos de lo que pueden hacer las nuevas tecnologías aplicadas a la educación, como programar las sesiones, hacer diarios de clase, colgar y visualizar las tareas,...y yo que sé qué cosas más... ¡pero si esto que pueden hacer ya lo llevamos haciendo desde siempre usando nuestra propia voz, la pizarra y la tiza¡ En fin, solo me queda citar a Unamuno: La verdadera ciencia enseña, por encima de todo, a dudar y a ser ignorante.

domingo, 16 de octubre de 2011

Sesenta y uno

"Sesenta y uno" es la edad de quien escribe este poema, o más precisamente, el momento de escribirlo, pero también es la voz de ese otro tiempo del que nos habla. Suele asociarse la Noche al sueño y a lo inconsciente y el Día a la vigilia y a la consciencia, pero aquí es en la noche cuando se despiertan las sensaciones verdaderas, ésas que proceden del fondo de la inconsciencia, del caos, de lo innombrable.

Es en la Noche cuando acontece la comunión mística por la que el yo se desvanece hasta que no queda más que los olores y silencios de aquélla ("Huelo la noche en una comunión que no admite nombre ni señal.") De hecho, el poeta parece apresurarse a experimentar esas sensaciones porque sabe que cesarán con la llegada de la mañana ("Todas las mañanas aspiro el olor de mi almohada. Huelo mi sudor y las lágrimas antes de que vuelva otra vez la luz de la misma mañana.") Los olores y silencios de la Noche parecen repetirse y no sucederse como ocurre en el Día. Su ritmo, su tiempo es otro al de la sucesión y recuerda al retorno de los astros, los sueños y amores juveniles.

En el momento de la llegada de la Noche el poeta parece despedirse del niño que lleva consigo, que es su pasado, su biografía construida con ayuda de la razón y el recuerdo, siempre frágiles e insuficientes ("Me despido dulce del niño que nunca fuera olido en vida.") La mariposa es la forma, la belleza, sensible, pasajera, que no tiene cabida en la Noche y de la cual, cuando el yo duerme, no queda más que la vibración de sus alas. Ésta, la vibración, es el impulso metafísico, presente en todas las mariposas, en todo cuando vive o se mueve, que nos sobrecoge en la Noche y nos advierte que eso eres tú. ("La mariposa ha muerto pero su vuelo vibra y yo lo huelo también cada mañana.")


SESENTA Y UNO


Todas las mañanas aspiro el olor de mi almohada.
Huelo mi sudor y las lágrimas
antes de que vuelva otra vez la luz de la misma mañana.

Huelo la noche en una comunión que no admite nombre ni señal.

Escucho en la carcasa de mis labios
el silencio sabroso,
el hierro del silencio,
escucho también, y huelo, los sueños de hierro que me deja la bajamar de la noche.

Me despido dulce del niño que nunca fuera olido en vida,
salvo en el breve momento del fuego sin leño,
en el cuchillo último del amor.

Los pies desnudos,
Los puros pies de ella florecidos aún.
El fuego se desprendía y viajó en alas de mariposa.

La mariposa ha muerto pero su vuelo vibra y yo lo huelo también cada mañana.

Huelo al niño en su caída, extraño.
En mi caída huelo al niño y escucho sus sibilancias
que el cuerpo creara antes de llegar al llano
que es el límite de todas las cosas.


Miguel Porcel

1 de octubre de 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

El problema de la identidad

Uno de los problemas filosóficos que recorre la historia de la filosofía es el problema de si seguimos siendo nosotros mismos a pesar del paso de los años y de, si es el caso, qué hace que alguien sea la misma persona tras esos cambios físicos y mentales. Filósofos como Platón, Descartes o Locke han pensado que claro que seguimos siendo nosotros mismos a pesar de los cambios físicos y de carácter que sufrimos a lo largo de los años. Para Platón el alma todavía es algo que pertenece al mundo -en la antigüedad no existía la psicología en sentido moderno, como una disciplina desligada de la biología-, y debido a su naturaleza simple, incorruptible, nunca podrá descomponerse o destruirse como los demás cuerpos de la naturaleza, de ahí que las propiedades que inmediatamente se derivan de su naturaleza son la de ser inmortal y continua. Descartes piensa más en la conciencia, en la conciencia que tenemos de ser nosotros mismos, para explicar el hecho de que nunca dejamos de ser quienes somos. Ahora bien, dicha conciencia es universal, o al menos está presente en todos los seres conscientes de sí mismos, de ahí que su concepción no resuelva el problema de qué es lo que define la peculiaridad de la conciencia que tengo de mí mismo frente a la que tiene el otro de sí mismo. Por último, Locke, filósofo empirista inglés, piensa que es la memoria el criterio decisivo que va a resolver el problema de la identidad. Para Locke, siempre que alguien pueda recordar que es la misma persona, que es ella la que ha hecho y sentido esto y aquello, puede decirse que sigue siendo él mismo. En este sentido, hombres con personalidades múltiples, que no recuerdan ni son conscientes de lo que ha hecho su otra persona, o los amnésicos, que han olvidado completamente sus vidas pasadas, ya no son las mismas personas que fueron en el pasado.


El alma, la autoconciencia, la memoria, ¿realmente son las cualidades que hacen que sigamos siendo los mismos a pesar de los cambios físicos y mentales?.... Yo creo que no, y si no fíjense en Jekyll y Hyde, entre quienes existe una continuidad basada en la conciencia y la memoria - de otra forma, si Hyde no supiera de la posibilidad de convertirse en el Doctor Jekyll o éste no recordara las inclinaciones y costumbres de Hyde, ambos carecerían del poder necesario para escapar a las fuerzas del Estado -, pero son completamente distintos, hasta el punto que cuando aparece Jekyll, Hyde no existe, y cuando surge Hyde, Jekyll desaparece. Siempre me han recordado a los contrarios de Heráclito, como la vigilia y el sueño, la salud y la enfermedad, lo seco y lo húmedo, que son incompatibles, en el sentido de que cuando aparece uno el otro debe desaparecer.


Pienso, más bien, que es la proyección que hacemos siempre hacia el futuro, eso que continuamente proyectamos o aspiramos a ser, lo que define nuestra individualidad. De hecho, veo en esta idea un argumento contra la inmortalidad del ser, o del alma, o del yo, o de cualquier sustancia que pretendidamente nos defina. Si vuelvo la mirada hacia atrás veo claramente que el David de ahora nada tiene que ver con el David de hace, pongamos, veinte años. Sé, por el recuerdo que tengo de mi imagen y por las relaciones sociales que siempre van referidas a mí, que sigo siendo el mismo en el sentido de que un gato sigue siendo el mismo gato a pesar de sus cambios físicos. Podría decirse que sé que soy el mismo en tanto en cuanto es la misma la unidad que define mi organismo, pero dicha unidad viviente nada tiene que ver con mi mismisidad o identidad, que sí ha cambiado, ¡y tanto que ha cambiado¡ Sé que hace quince o veinte años era yo el que jugaba al fútbol con mis amigos o a las damas con mi padre, pero ese yo de entonces es otro al de ahora. Mis aspiraciones, deseos y afanes ahora son otros a los de entonces, por eso, porque consisto justamente en lo que aspiro a ser, mi ser es distinto al de aquel otro David. Creo que a Unamuno y Ortega, en este sentido, nos les falta razón cuando afirman que somos seres hechos para pensar en el futuro, seres todavía no construidos, que por tanto hemos de mirar hacia delante para darnos ese ser que nos falta. Por ello, porque nuestro ser es siempre una aspiración, una proyección, en función de cuál sea ésta, seremos uno u otro.

sábado, 1 de octubre de 2011

El funcionario español

Compare el lector u oyente un funcionario alemán con un funcionario español, notará en el comportamiento del primero, del alemán, que el hombre oculto tras el rol oficial ha aceptado radicalmente éste, se ha sumergido por completo en él, ha inhibido de una vez para siempre su vida personal -se entiende: durante el ejercicio de su obligación-, no ahorra detalle alguno de los prescritos en el reglamento, no se sorprende en él despego alguno hacia la actuación oficial que le es impuesta, al contrario, hace lo que hace, el oficio, con verdadera fruición, cosa imposible si al individuo no le parece ya, como individuo, un ideal ser funcionario (...) Contraponga el lector, a este caso, el del funcionario español. El espectáculo de su comportamiento no puede ser más diferente: al punto advertimos que el español se siente, dentro de su oficio, como dentro de un aparato ortopédico; diríamos que constantemente le duele su oficio, porque su vida personal perdura sin suficiente inhibición, y, al no coincidir con la conducta oficial, tropieza con ella, por eso le duele. Se ve que el hombre este siente en cada situación unas ganas horribles de hacer algo distinto de lo que le prescribe el reglamento. (Ortega y Gasset, El hombre y la gente. Curso 1939-40)

jueves, 8 de septiembre de 2011

¿Qué hay de la familia?

Los estudios más críticos sobre el sistema educativo actual español suelen focalizar la raíz de los problemas de nuestra educación en los siguientes factores: la falta de disciplina presente en las aulas, la paulatina disminución de conocimientos y destrezas exigibles a los alumnos, y la falta de vías educativas alternativas preparatorias para el mundo profesional antes de los 16 años -al respecto puede leerse el excelente artículo De por qué abandoné la enseñanza pública, y tres sugerencias para mejorarla.- Lo primero conduce a la creciente desmotivación del profesorado que ve como el deseo que animó su carrera profesional y le llevó a dedicar años de su vida para la preparación de su docencia va mermándose día tras día, hasta que no queda nada de aquella ilusión pretérita y se llega a la situación del típico profesor que espera con sus alumnos que toque cuanto antes el timbre para irse a casa y olvidarse de todo el día. Muchos profesores, y a mí también me ha pasado, me han reconocido que a veces sienten que no se les paga por educar, sino por cuidar que unos cuantos desarrapados no se maten en el aula, sobre todo si les corresponde impartir una asignatura "maría" como Educación para la ciudadanía en grupos apartados de los famosos "bilingües", o les toca "lidiar" con alumnos que cursan la alternativa a la religión, en la que éstos esperan, literalmente, no hacer nada o hacer lo que el profesor les deje. Si a esta tendencia sumamos el hecho de que un alumno, un poco avezado, en dos o tres meses de estudio puede sacarse todo un 4º de la ESO y que el sistema permite que haya alumnos que, independientemente del número de materias suspensas, tengan que pasar curso porque ya no pueden repetir más veces, el resultado es el actual fracaso escolar y la falta de conocimientos, esfuerzo acumulado y sacrificio que lastra un alumno que acaba la enseñanza obligatoria. Medidas hay muchas para añadir exigencia a nuestros alumnos (verdaderos perjudicados) y poner freno a esta tendencia de camuflar las cifras mediante un exceso injustificado de transigencia por parte de los políticos.


Sin embargo, creo sinceramente que el problema no sólo habría que tratar de solucionarlo desde una revisión del sistema. Es más, creo que toda tarea en este sentido puede resultar fútil si antes no se toma consciencia de una realidad mucho más presente y problemática en nuestra sociedad. Se trata, a mi juicio, de la profunda crisis que está viviendo en la actualidad el agente educador y sociabilizador fundamental: la familia. Creo que cualquier tentativa para mejorar la educación en nuestro país debe pasar por reflexionar sobre la situación de la familia española en nuestros días. Y es que el núcleo familiar es la principal fuente de la que emanan los valores y creencias que luego va a heredar el futuro alumno que llena nuestras aulas. De ahí que sea fundamental cerciorarnos de que dichos valores sean los adecuados y permitan efectivamente que el alumno pueda desarrollarse conforme a sus verdaderos intereses e inquietudes.

domingo, 4 de septiembre de 2011

El problema de la autoridad moral

Me opondré tanto como el que más a que toda o una gran parte de la educación del pueblo se ponga en manos del Estado. Todo cuanto se ha dicho sobre la importancia de la individualidad de carácter y la diversidad de opiniones y conductas implica una diversidad de educación de la misma indecible importancia. Una educación general del Estado es una mera invención para moldear al pueblo haciendo a todos exactamente iguales; y como el molde en el cual se les funde es el que satisface al dominante en el Gobierno (...), establece este un despotismo sobre el espíritu, que por su propia naturaleza tiende a extenderse al cuerpo. John Stuart Mill, Sobre la libertad
La tarea del Gobierno, añade el filósofo Ignacio Sánchez Cámara en su reciente ensayo La familia. La institución de la vida, es la de asegurarse que se den las condiciones para que el alumno reciba una buena educación, pero en ningún caso debe fijar los fines y valores últimos que han de gobernar la vida de los futuros ciudadanos. El Estado no debe por tanto erigirse como educador moral, porque además de que los valores morales no se prestan a ser aprendidos por la fuerza, el poder político, en tanto que, por naturaleza, le interesa fundamentalmente ver acrecentada su fuerza, siempre va a tratar de modelar las mentes de los alumnos para conformarlos a su ideología e intereses. En definitiva, dado que el poder político se sustenta en la opinión mayoritaria, sólo puede aspirar a tratar de imponer los valores mediocres imperantes; pero nunca podrá servir de instrumento de perfeccionamiento moral para el individuo.
La cuestiones que asaltan la mente de quien lee estas palabras son muchas, pero me gustaría reparar en las siguientes: si no es el Gobierno, ¿quién debe ser el responsable de reflexionar y determinar los fines últimos que han de regir la vida?, ¿debe ser asunto público o pertenece por el contrario a la intimidad de la persona fijar dichos valores?, ¿y cuáles son los criterios que han de tenerse en cuenta para determinar quién o qué deben ser las autoridades morales responsables de la educación moral de los ciudadanos?, ¿acaso una educación racional y planificada como apostaba Platón?, ¿quizá la opinión de algún líder espiritual inspirado por el poder divino?, ¿o la opinión mayoritaria fruto del acuerdo y el consenso? La cuestión no es baladí, y, ciertamente, es la respuesta a este tipo de preguntas lo que luego determina la configuración política de las sociedades.

jueves, 11 de agosto de 2011

viernes, 8 de julio de 2011

Prisa por vivir sin prisa

Un rasgo idiosincrásico del ser humano consiste en la prisa por realizar sus expectativas vitales. A diferencia del niño, que todavía no se percibe como un ser abocado a la muerte, y al que, por tanto, no le preocupa gastar el tiempo en esto o aquello, el hombre maduro es bien consciente del carácter irremplazable de cada instante. Podría decirse que la madurez consiste precisamente en aprender a valorar el tiempo, o en valorarlo, sencillamente. De hecho, el valor de cualquier cosa se funda en la consciencia de su escasez. Así lo expresa Ortega:


"Somos nuestra vida, y nuestra vida consiste en que nos hallamos obligados a sostenernos en medio de las cosas, del ancho y complicado contorno. Tenemos en cada instante que decidir lo que vamos a hacer, esto es, lo que vamos a ser en el instante inmediato. Si fuésemos eternos, esto no nos angustiaría; lo mismo daba entonces tomar una u otra decisión. Aun erradas, siempre quedaba tiempo para rectificarlas. Pero lo malo es que nuestros instantes son contados y, por tanto, cada uno es irremplazable. No podemos impunemente errar: nos va en ello... la vida o un trozo insustituible de ella. El hombre tiene que acertar en su vida y en cada momento de ella. Por eso no puede su existencia consistir -como la de los olímpicos- en un indiferente y elegante resbalar de cosa en cosa, de ocupación en ocupación, según lo que buenamente traiga el azar a cada jornada. Los olímpicos, seguros de que no morirán nunca, pueden permitirse este lujo; lo mismo da hoy que mañana, esto que lo otro. Pero el hombre tiene prisa. La vida corre. La vida es prisa. De aquí la esencial desesperación que nos produce el esperar, la calma de las cosas. Ellas tienen y se dan más tiempo que el que está a nuestra disposición." (¿Qué es la vida? Lecciones del curso 1930-1931, pp. 445, 446)


Sin embargo, la prisa que debiera caracterizar al ser humano, pretérito o actual, no parece corresponderse con la prisa que de hecho define al hombre contemporáneo, inmerso en las actuales sociedades nihilistas. El hombre de hoy no tiene prisa por vivir, sino que vive con prisa. No parece experimentar la necesidad de realizar sus expectativas vitales y, en cambio, vive empujado por una especie de frenetismo enloquecido que le obliga a hacer todo con prisa, no sólo en el ámbito laboral, sino ya en casi cualquier esfera vital. Cada vez miramos más el reloj, y no por capricho, sino porque necesitamos saber cuanto tiempo nos queda para hacer esto o aquello; cada vez hay más cosas que necesitan su procedimiento y sus plazos para ser realizadas; cada vez nuestros ciclos naturales se rigen más por el ritmo acelerado con que se mueve el mundo tecnológico actual; incluso nuestra sensibilidad estética se vuelve intolerante y ya apenas soportamos el ritmo pausado de las películas orientales. ¡Pero si hasta cuando paseamos una tarde de domingo ya no disfrutamos del paisaje¡ No me extrañaría nada que algunas de las actuales enfermedades cardíacas tuvieran su origen en este frenetismo colectivo visible en casi todos los lugares, y estoy convencido de que muchas de las depresiones y trastornos psicológicos tienen su raíz en el hecho de darse uno cuenta que ya no es dueño de su vida. Por eso pienso que deberíamos pararnos a pensar sobre la situación en la que estamos y escarbar de vez en cuando en nuestro fondo interior, pero no demasiado tarde, no vaya a ser que al fin nos quedemos sin tiempo para averiguar verdaderamente qué queremos hacer con él.

jueves, 7 de julio de 2011

Tres textos para tres autores

Durante este curso he dado con tres ensayos que, por su rigor y claridad, constituyen una excelente introducción a la historia de la filosofía, en concreto, al pensamiento de Platón, Descartes y Kant. Se trata de tres escritos pertenecientes a la obra de Ortega y Gasset, recién editada en Taurus y muy recomendable para cualquier estudioso de la filosofía. El primero de ellos, de apenas unas quince páginas, se titula Las dos grandes metáforas y se encuentra en el Tomo II. Allí Ortega detalla las dos grandes concepciones del conocimiento que recorren la historia de la metafísica occidental hasta el racionalismo, haciendo hincapié en la ruptura que lleva a cabo Descartes al considerar por vez primera el yo como la realidad fundante del conocimiento y del ser. En el segundo de los textos, Reflexiones de centenario 1724-1924 (Tomo IV), Ortega caracteriza de una manera magistral el nuevo papel que atribuye Kant al sujeto en la adquisición del conocimiento. Por último, en sus Lecciones del curso 1930-1931 (Tomo VIII), encontramos un pasaje (pp. 457-463) que aclara el distanciamiento de Platón respecto a una tradición filosófica que había considerado el ser de las cosas como un ente determinado o abstracto.


Os dejo con un fragmento de las Lecciones:


Ahora bien, el idioma vulgar que contiene en boceto todas las ciencias posee también una psicología. Y esa psicología espontánea del lenguaje llama a todo ese caer yo en la cuenta ahora de lo que ya antes tenía y era, recuerdo, reminiscencia. He aquí el término que Platón elegirá para aclararnos lo que el hombre hace para conocer: acordarse. ¿Cabe nada más opuesto a la recepción, a la percepción? Así, en el Menón nos dirá formalmente: La investigación y el saber no son, en definitiva, más que reminiscencia (81 d) Concretemos, pues: cuando yo trato de saber si alguien es justo tengo primero que averiguar lo que es la justicia, y eso no lo puedo aprender de ese alguien ni de ningún otro hombre. Tengo que desentenderme de los datos que me llegan de fuera y recogerme en mí mismo, ensimismarme y solo conmigo, descubrir en mí el concepto de justicia. Conocer es, pues, ensimismarse; esto es lo que el hombre tiene que hacer para saber. Una vez que ha hecho esto, una vez que poseo el ser-justicia, vuelvo hacia fuera y puedo decidir qué hombres y en qué medida son justos, qué cosas son blancas, qué cuerpos son cuadrados (...) Los cuerpos, por ejemplo, no tendrán tamaños determinados, no serían cubos o pirámides o esferas si yo no aplico a ellas la geometría, si yo no las traduzco o transformo en formas y medidas geométricas. Pero esta geometría la pongo yo, viene de mí, es obra de mi labor íntima, de mi ensimismamiento.
(pp. 461)

sábado, 4 de junio de 2011

"Nosotros somos más cool"


Me pregunto si llegará el día en que seamos tan cool que olvidemos para qué estamos aquí.

sábado, 28 de mayo de 2011

La carta decisiva

Asumir la incertidumbre constitutiva a la vida humana es el proyecto de las éticas antimodernas. Frente a ellas se eleva la propuesta cartesiana de proyectar la vida hacia la búsqueda de seguridades y certidumbre. Bien pensado, cualquier ética que se apoye en el sentimiento (la creencia es también un sentimiento) asume ese ingrediente de incertidumbre que compone la vida humana:

Creo que lo esencial de la vida es la fidelidad a lo que uno cree su destino, que se revela en esos momentos decisivos, esos cruces de caminos que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandes opciones. Son momentos muy graves porque la elección nos sobrepasa, uno no ve hacia adelante ni hacia atrás, como si nos cubriese una niebla en la hora crucial, o como si uno tuviera que elegir la carta decisiva de la existencia con los ojos cerrados. (Ernesto Sábato, La resistencia)

jueves, 26 de mayo de 2011

El signo de nuestro tiempo

"¿Es posible que a pesar de las invenciones y progresos, a pesar de la cultura, la religión y el conocimiento del universo, se haya permanecido en la superficie de la vida?" Tristemente, con la nostalgia de los proyectos irrealizados, no nos queda más que responder afirmativamente a la pregunta de Rilke, porque la sabiduría es fidelidad a la condición humana. ¿Qué ha puesto el hombre en lugar de Dios? No se ha liberado de cultos y altares. El altar permanece, pero ya no es el lugar del sacrificio y la abnegación, sino del bienestar, del culto a sí mismo, de la reverencia a los grandes dioses de la pantalla. (Ernesto Sábato, La resistencia)

viernes, 20 de mayo de 2011

Aforismos IX

La muerte no acecha al hombre; es éste quien pretende apresarla sirviéndose de la razón.


Platón ideó la teoría de los dos mundos porque no le bastaba el mundo en que vivía.


No nos inquieta pensar que la vida debe cesar alguna vez, sino la idea de no ser más.


No se puede experimentar la muerte, como no se puede dormir estando despierto.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Blogs de alumnos y de ex-alumnos

Acabo de crear un nuevo enlace con los blogs de algunos de mis alumnos o ex-alumnos, de alguna forma, me sirve para saber de vosotros y que os animéis mutuamente a desarrollar vuestras inquietudes. Como seguro que habrá por ahí alguno más, hacédmelo saber y lo enlazo. Saludos a todos.

martes, 17 de mayo de 2011

Sueños

Para José Manuel, que siempre nos acompañará


Los verdaderos caminos, aquellos que definen quiénes somos y qué buscamos, no se dirigen a ningún lugar; más bien, nos acompañan sin un rumbo preconcebido. Estamos desorientados. No prevemos a dónde nos llevará este camino, o aquel otro. Estamos acostumbrados a hallar seguridades, a buscarlas allí donde no las encontramos, cuando no hay mayor dicha que la de vivir en la incertidumbre.

domingo, 15 de mayo de 2011

El nuevo opio del pueblo

La televisión no sólo atrae la atención, la dirige, la conduce por caminos preconcebidos. La televisión nos dice qué mirar, cuándo mirar, a qué atender y a qué no atender. Cuenta con el flujo continuo de la vida anímica para ejercer su dominio sobre la atención. Pronto querrá también someter las sensaciones táctiles y olfativas. Este aparato, al servicio de los fines del capitalismo, se ha convertido en una máquina de producción de emociones:


La televisión nos tantaliza, quedamos como prendados de ella. Este efecto entre mágico y maléfico es obra, creo, de exceso de la luz que con su intensidad nos toma. No puedo menos que recordar ese mismo efecto que produce en los insectos, y aun en los grandes animales. Y entonces, no sólo nos cuesta abandonarla, sino que también perdemos la capacidad para mirar y ver lo cotidiano (...) Al ser humano se le están cerrando los sentidos, cada vez requiere más intensidad, como los sordos. No vemos lo que no tiene la iluminación de la pantalla, ni oímos lo que no llega a nosotros cargado de decibeles, ni olemos permufes. Ya ni las flores los tienen.
Ernesto Sábato, La resistencia

jueves, 28 de abril de 2011

Pedagogía doctrinaria

En la historia de la moral se expresa pues una voluntad de poder, por medio de la cual unas veces los esclavos y oprimidos, otras veces los maldotados y sufrientes-en-sí y otras veces los mediocres, tratan de hacer triunfar los juicios de valor que les son más favorables. Friedrich Nietzsche


Parece un contrasentido encomendar a los filósofos la tarea de educar a la ciudadanía desde una serie de valores y principios cuya validez no ha sido puesta en cuestión. Precisamente el valor de la filosofía radica en su libertad para pensar o discutir cualquier doctrina que pretenda erigirse como verdadera. No es de extrañar, por tanto, que algunos profesores de filosofía, en lugar de limitarnos a transmitir la doctrina tal como nos viene dada a nuestros alumnos, nos esforcemos en dilucidar aquellos supuestos que se encuentran escondidos en cada uno de los dogmas de lo que algunos de mis colegas han llamado pedagogía oficial. Un rasgo idiosincrásico de los fundadores de este tipo de materias doctrinarias es su reticencia al cambio. Sus dogmas permanecen inalterables en el tiempo, de forma que casi cualquier ejemplo histórico, como se ve a continuación, nos puede servir para descubrir esos supuestos:


Primer principio: El fin de la vida debe ser el cultivo del amor y de la felicidad


En cuanto Dios creó al hombre no lo creó para que viviera solo, sino para que pudiera comunicarse con los demás hombres, para ello le dio dones, como el lenguaje con el fin de que pudiera hablar con ellos y también le dio unas inclinaciones naturales, como el amor y la generosidad (extracto de unos apuntes de Formación del Espíritu Nacional)
Hay proyectos personales y hay también un proyecto que todos compartimos. Todos queremos ser felices. Con ese objetivo nos relacionamos, fundamos familias, trabajamos, estudiamos, inventamos cosas. Para ser felices necesitamos vivir en un ambiente adecuado, sin violencia, donde la gente se respete, donde haya justicia. (extracto de un manual de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos)

Segundo principio: Debemos aprender a controlar nuestros impulsos negativos


Todos nacemos dentro de una familia y nuestra casa es una sociedad, un pequeño mundo, en el que tenemos que dominar nuestros malos impulsos, nuestras rabietas de soberbia y envidia (F.E.N.)
Educar la inteligencia emocional, es decir, comprender y controlar nuestros sentimientos, es imprescindible para vivir satisfactoriamente con nosotros mismos y con los demás
(E.C.D.H.)


Tercero: Debemos fomentar el orden y la colaboración para convivir en paz los unos con los otros

¿Qué significa saber vivir en comunidad? Significa saber vivir dentro de un orden. El orden es necesario en toda sociedad, aunque sea muy pequeña, porque sirve para que los miembros de esa comunidad cumplan el fin que tienen, sin que se lo impidan los unos a los otros abusando de su libertad (F.E.N.)
Hay sentimientos buenos y malos. Son sentimientos buenos los que facilitan la convivencia, el entendimiento, la ayuda mutua, la colaboración, el modo adecuado de resolver los conflictos. Es decir, los que favorecen la construcción del proyecto ético común. Son malos los sentimientos que impiden las relaciones, provocan peleas, rompen la comunicación (E.C.D.H.)



Cuarto: Debemos ayudar a los demás a fin de aumentar la justicia en el mundo


Justicia es dar a los demás lo que les corresponde. Esto quiere decir que no todo nos corresponde a nosotros y que hay muchas cosas a las que también tienen derecho los demás. Para ser justos hay que empezar por ser generosos y desprendidos; la primera demostración de que uno es justo la tiene cuando no molesta nunca a los demás (F.E.N.)
En primer lugar, debemos sentirnos afectados por tanto sufrimiento. En segundo lugar, debemos ser “la voz de los que no tienen voz”. Unos niños que no han recibido educación, que están obligados a trabajar para sobrevivir, que no han conocido más que la miseria, tienen muy pocas posibilidades de introducir cambios en sus vidas y en sus sociedades, pero nosotros sí podemos ayudar a que sus vidas mejoren. Nosotros debemos ser sus defensores. Esto contribuiría a hacer un mundo justo. Esta es una tarea en la que todos deberíamos empeñar nuestra inteligencia. Podemos hacer entre todos un “proyecto para un mundo justo” (E.C.D.H.)


Quinto: Debemos contribuir a la belleza y la armonía de las cosas y las personas


Cuando hablamos de belleza en la vida familiar lo que queremos decir es que en la casa debe cultivarse la belleza, tanto en las cosas que no se ven (sentimientos, pensamientos, etc.) como en las cosas que se ven (muebles, adornos, modales, etc.) Una casa por bonita y amueblada que esté, si sus habitantes son sucios, desordenados, poco puntuales etc., no tendrá estética. Por el contrario, aunque la casa sea humilde, si sus habitantes son limpios, ordenados, podremos decir que tienen mucha estética en la vida familiar (F.E.N.)
Al buscar la felicidad, que es el gran impulso que mueve a todos los seres humanos, se van descubriendo algunos bienes fundamentales que todos deseamos tener, porque los consideramos indispensables para ser felices. Hay objetos, relaciones o situaciones que nos parecen por ello "valiosas", es decir, que poseen un valor. Hay distintas clases de valores (...) Valor estético: es el que indica la belleza de algo o de alguien. La palabra “estético” hace referencia a lo bello y lo feo. Un poema o una flor tienen un valor estético (E.C.D.H.)

viernes, 25 de marzo de 2011

Subiendo a la cima del Ori


En el centro de esta foto, tomada ayer por la tarde desde el monte de Larués, puede verse la cima del Ori (Navarra) (primer 2.000 de los Pirineos desde el Océano Atlántico).

Este pico languidece al lado de los colosos aragoneses, de mayor envergadura, pero en sus laderas se retuerce penosamente la carretera que da forma al Puerto de Larrau, el más duro de los Pirineos y, por ende, uno de los más duros del Viejo Continente. Hasta Miguel Induráin se deshizo en sus rampas, allá por el año 1.996, cediendo su sexto tour de Francia.

Yo he estado ocho veces, y, por lo tanto, he tenido días buenos, donde uno se siente invencible, y días malos, donde sólo cabe arrastrarse y contener el aliento para soportar los calambres. Es un lugar mágico donde es muy fácil ver al mismísimo Satanás suplicando agua y aire, y al propio Dios rezando por evitar los dos últimos kilómetros.

Samuel Porcel Dieste


Más información en:
Larrau, la cruel sorpresa de hoy, en elmundo.es de 17 de julio de 1996

jueves, 17 de marzo de 2011

De tu carne, el nombre

Hay quienes aseguran (pienso en María Zambrano, Poesía y verdad) que la filosofía es la búsqueda de lo eterno e inconmovible, de cierta verdad que resista el poder del tiempo y los avatares de la historia. ¿Pero es tal hazaña posible?, ¿puede haber algo más que se sume a lo percedero?...Os dejo la última aportación de nuestro querido colaborador Miguel Porcel:

De tu carne, el nombre

De tu carne, el nombre.
De tu hueso, el nombre.
La sombra, del cuerpo.
¿Cómo te llamas, sombra?
De tu cuerpo, mi sombra.
Yazgo en el frío.
Yo soy un charco.
De tu piel, las cenizas.
Han pasado los años para nada.
De la nada, la sangre
ya bebida, inservible sangre,
muertas las heridas felices.

Miguel Porcel

Febrero, 2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

Aforismos varios VIII


Lo importante no es lo que tú puedes hacer con la tecnología, es saber qué hacer con ella.

domingo, 27 de febrero de 2011

Cierro los ojos

De nuevo nuestro ocasional colaborador y poeta Miguel Porcel Berdala nos invita a la lectura de una de sus últimas aportaciones. El poema nos habla del miedo, del horror, ¿a la nada?, ¿a no ser más?, ¿a descubrir que todavía no somos?... Y ese espanto ante el vacío -parece decirnos- nos obliga a abrir los ojos, a tratar con el mundo y los otros, a oír esos pájaros humildes que saltan en la barandilla, que esperan, quizá, ser también escuchados...En fin, disfrutadlo:

Cierro los ojos

Cierro los ojos.
Oigo como se va acercando a mi cara el ruido del horror,
su música.
Cuando el miedo estalla del todo y me cierra los oídos,
me hielan la carne los visajes de la danza.

Abro los ojos porque quiero salir:
lo que veo ahora es la luz,
lo que escucho es el canto de los pájaros humildes que saltan en la barandilla.

Cierro otra vez los ojos,
y duermo de nuevo.

Miguel Porcel,
29 de enero de 2011

viernes, 25 de febrero de 2011

Una valiosa lección

Porque fue mi maestro quien me enseñó no solamente cuan poco sabía, sino también que cualquiera que fuese el tipo de sabiduría a la que yo pudiese aspirar jamás, no podría consistir en otra cosa que en percatarme más plenamente de la infinitud de mi ignorancia.

Karl Popper, Búsqueda sin término

miércoles, 23 de febrero de 2011

Aforismos varios VII

Para Ana Belén, en este tiempo que parece dilatarse:

La muerte parece existir solo para quien la anticipa.

Lo caduco y perecedero carecen de opuestos.

Es la razón la que opone lo eterno e inmortal a lo perecedero. Más allá de aquélla, no hay tal división.
En la música se adivina el silencio de los dioses.

jueves, 17 de febrero de 2011

Aforismos varios VI

Para escépticos y no escépticos,

Quien tiene verdaderas razones para no creer en nada ya sabe algo.

El error de Descartes consistó en no dudar de su propia filosofía.

La filosofía, a diferencia de la ciencia, no busca asentar fundamentos, sino desmontar los ya establecidos.

Un filósofo crédulo es como un cuadrado redondo: un ser imposible.

viernes, 11 de febrero de 2011

El don del librepensador

Existe cierta inclinación instalada en lo más hondo del ser humano a realizar aquello que la sociedad espera de él. Quizá sea el miedo a la soledad lo que explica este fenómeno, visible en muchos ámbitos y contextos. De alguna forma, parece que nos cuesta desatender lo que la sociedad demanda de nosotros y recogernos en nuestra intimidad para descubrir lo que verdaderamente pensamos y sentimos sobre cualquier asunto. Debe ser por eso por lo que me gusta tratar con artistas, científicos y filósofos, verdaderos expertos en el arte de la ensimismación y del recogimiento. Su libertad y fortaleza radican precisamente en su capacidad para desatender lo social y apostar por ellos mismos. De hecho, el don del librepensador no radica en su talento, variable y multiforme, sino en la valentía para suspender las demandas del yo social, recogerse en sí mismo y actuar conforme al pensamiento recibido. Es gratificante comprobar que todavía hay alumnos con la fortaleza y el inconformismo suficientes para cuestionarse el discurso de los otros y aventurar preguntas todavía no resueltas. La sociedad luego vivirá de ellos.
No se crea que es desear faena tan fácil. Observen ustedes la específica angustia que experimenta el nuevo rico. Tiene en la mano la posibilidad de obtener el logro de sus deseos, pero se encuentra con que no sabe tener deseos. En su secreto fondo advierte que no desea nada, que por sí mismo es incapaz de orientar su apetito y decidirlo entre las innumerables cosas que el contorno ofrece. Por eso busca un intermediario que le oriente, y lo halla en los deseos predominantes de los demás. He aquí la razón por la cual lo primero que el nuevo rico se compra es un automóvil, una pianola y un fonógrafo. Ha encargado a los demás que deseen por él. Como hay el tópico del pensamiento, el cual consiste en la idea que no es pensada originariamente por el que la piensa, sino tan sólo por él repetida, ciegamente, maquinalmente reiterada, hay también un deseo tópico, que es más bien la ficción y el mero gesto de desear. (Ortega y Gasset, Meditación de la técnica)

viernes, 4 de febrero de 2011

Himno

El lenguaje nos libera de la servidumbre de lo inmediato y del instinto, pero también aprisiona en vano ese fondo intemporal del que rebrotan los sueños y la poesía. Hoy os dejo con algo de Bécquer, y es que con tanto bilingüismo había olvidado la carencia de todo idioma.
Para Marta ("mi amiga"):
Himno
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de este himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa¡
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, contártelo a solas.

Gustavo Adolfo Bécquer

sábado, 29 de enero de 2011

Falacias educativas (I): El bilingüismo

Uno de los programas educativos actuales para favorecer el estudio de una segunda lengua es el Proyecto de Sección Bilingüe, implantado ya en la totalidad de la comunidades autónomas y con visos de extenderse por los centros de enseñanza secundaria. La idea es sugerente: que el alumno ejercite lo más posible la lengua extranjera que quiera aprender estudiando otras asignaturas, como Geografía e Historia, Educación plástica y visual, Educación para la ciudadanía, Educación Física, Matemáticas, Tecnología, en ese idioma. Sin entrar en los problemas pedagógicos, laborales o jurídicos que la implantación actual de este programa puede generar, me gustaría reparar en la falacia en la que se sustenta dicho programa. Y, bueno, en matemáticas todavía me pudieron enseñar (afortunadamente en castellano) que un sistema lógico apoyado en una falacia es inconsistente. El sofisma es el siguiente: Si al profesor participante del Proyecto de Sección Bilingüe se le exige un determinado nivel de inglés, francés o alemán (B2) es porque se entiende que va a necesitar de dicho nivel para participar adecuadamente en el programa. Entonces, si en efecto, como es su obligación, hace uso de ese nivel en sus clases, el alumno, principal destinatario del programa, no va a poder entenderle, pues precisamente la finalidad del programa consiste en que el alumno domine no ya ese nivel del idioma extranjero, sino otro inferior. Es decir, estamos presuponiendo que para realizar adecuadamente el programa se requiere haber conseguido lo que se pretende con dicho programa, y esto, señores, es una petición de principio.

jueves, 27 de enero de 2011

¿Y si Nietzsche tuviera razón?

Quien aprende, se dota a sí mismo de talento -sólo que no es tan fácil aprender, y no es cosa de la mera voluntad, hay que poder aprender (Friedrich Nietzsche)
Imagino que lo mismo que el entendimiento tiene sus límites, las posibilidades de aprendizaje tampoco son infinitas. De hecho, por poner un ejemplo, en su época nadie más que Nietzsche pudo aprender lo suficiente para acabar superando la filosofía anterior. El aprendizaje, o la capacidad para aprender, tiene sus límites, sus fronteras, que naturalmente no son fijas e inamovibles, sino todo lo contrario, conforme el aprendiz va asimilando nuevos conocimientos dichas fronteras se amplían. Podría decirse que el conocimiento conlleva un aumento de nuestras posibilidades de conocimiento.
Si el criterio para discernir las posibilidades de conocimiento es justamente la cuantía de conocimientos que un alumno pueda tener, no entiendo por qué forzosamente a los alumnos se les tiene que agrupar ateniéndose a su edad biológica. He tenido alumnos de 2º de la ESO que en clase me han planteado preguntas que solo algunos de 2º de Bachillerato han podido hacerme, y al revés, en estos cursos más elevados los hay que todavía no saben dotar de sentido a las oraciones. El problema se agrava cuando el profesor se encuentra con que a unos cuantos alumnos, los más aventajados, les resulta demasiado fácil la materia, pero a otros tantos los mismos contenidos se les hacen tediosos e incomprensibles. ¿Cómo es entonces posible atender a la diversidad, cuando ésta, lejos de ser una excepción, es la norma?, ¿cómo un solo profesor puede ser capaz de adecuar y equilibrar la exigencia que conlleva su especialidad a las posibilidades de aprendizaje de sus alumnos?
Resulta que para ser buenos profesores deberíamos de ser capaces de desdoblarnos en tantos grupos de alumnos como posibilidades de aprendizaje hay en un mismo curso. La situación es la misma que si a un cirujano le obligáramos a intervenir en diferentes operaciones, unas más graves que otras, en una misma sesión. ¿No nos parecería una locura asistir a un hospital donde nos dijeran que a nuestro familiar le van a intervenir junto a otros veinte con diferentes sintomatologías? Lo que no entiendo es por qué sólo a unos pocos les escandaliza la situación que actualmente se está viviendo en las aulas españolas. No podemos exigir a la Administración que cada alumno tenga su profesor, pero sí que el gasto se destine fundamentalmente a favorecer una educación basada en la atención a las posibilidades de aprendizaje de cada alumno y en la consideración y respeto de la labor docente. Os aseguro que la calidad de la docencia se incrementa sustancialmente si estamos ante un grupo de 10 ó 15 alumnos que si nos encontramos con 30 ó 35, y más todavía si entre esos 10 ó 15 alumnos no hay gran disparidad en cuanto a sus posibilidades de aprendizaje. Y no olvidemos que las posibilidades de aprendizaje de los alumnos dependen directamente del clima de trabajo con que se encuentra el profesor en las aulas, y no de tanto programa educativo de ampliación o refuerzo de materias. Quizá, gastando un poco más en lo que la mayoría de profesores demandamos, después habría que gastar menos en tratar de reducir o camuflar el fracaso escolar imperante en nuestro país.

miércoles, 5 de enero de 2011

¿Investigación o psicopedagogía?

En su reciente ensayo Nunca fue tan hermosa la basura, José Luis Pardo nos dice: Si alguien se hubiera limitado a decirnos que los institutos de bachillerato o las universidades son demasiado caros, que la ilustración como instrumento de emancipación y de justicia social ya no resulta rentable y que hay que acometer su reconversión para transformar los antiguos establecimientos de enseñanza y de investigación en modernas expendedurías de conocimiento rápido o conocimiento basura al estilo de las empresas de trabajo temporal y precario, esto nos habría resultado muy penoso desde el punto de vista profesional y personal, pero también muy conocido si tenemos alguna experiencia y alguna memoria de clase trabajadora. Lo verdaderamente deshonroso es que esta humillación se ha envuelto en los ropajes de una revolución del conocimiento sin precedentes que llevará a nuestros países a alcanzar altas cotas de progreso y puestos de cabeza en el hit parade internacional de la innovación científica. (p.274)
Enseguida José Luis Pardo arremete contra la tendencia estatal de favorecer ese conocimiento rápido y perverso con la implantación de programas o másters como el máster de psicopedagogía, de obligado cumplimiento para cualquiera que quiera ejercer como docente en nuestro país. El autor, con razón, critica la actual implantación en el sistema educativo español de la doble opción que se le abre a un licenciado de cualquier especialidad. Una de las posibilidades consiste en cursar el máster de investigación, sin apenas salida inmediata profesional y adecuado solo a los alumnos que disponen de los recursos económicos suficientes para posponer la tarea de buscar trabajo. La otra posibilidad, más viable, consiste en hacer el máster de psicopedagogía, que es un requisito indispensable para ejercer como docente en la enseñanza secundaria. El hecho es que la obligatoriedad de cursar este máster dificulta enormemente la preparación del futuro docente en cuanto que éste se ve obligado a preparar temas que nada tienen que ver con su disciplina y que, por tanto, le van a alejar temporalmente de la preparación que exige un trabajo como el de profesor.
A nuestro entender este tipo de programas vulnera un principio esencial en la educación: para enseñar hay que ser un buen alumno, por tanto, hay que cultivar el conocimiento de la materia, disponer de tiempo para asimilar la complejidad que presenta cualquier disciplina de conocimiento...cosa que no se produce si el futuro docente se ve obligado a profundizar en temas alejados de su disciplina. Por otro lado, el Estado parece olvidar que la mejor herramienta del docente en su trabajo es el conocimiento, sin el cual se sentirá perdido ante los problemas o las dudas que le planteen sus alumnos. No debemos olvidar que los profesores no somos psicólogos y, por tanto, que no debemos ejercer como tales ante los alumnos que presenten problemas para el aprendizaje. Nuestro cometido se reduce a informar a los padres y tutores de los problemas de los alumnos, pero ha de ser un profesional el que procure solucionarlos.