domingo, 19 de abril de 2020

Privilegios de confinado

Si de algo puede servirnos el confinamiento es para pausar el velocímetro que llevamos incorporado. Y quizá alguno hasta se lo sacuda de en medio, como hace Forrest con sus ortopédicos. Bienaventurados los limpios de corazón que puedan vivir sin más exigencia que la que les imponga el cuerpo. Pero, siendo optimistas, en la sociedad hiperconsumada en la que vivimos, que fragmenta a los sobrantes para luego señalarlos, como a obesos, marginados, hiperactivos, depresivos, reaccionarios y revolucionarios, apenas echemos a andar los deseos nos serán de nuevo expropiados. Y cuando cojamos el autobús, vayamos a por el pan o paremos ante el semáforo porque está en rojo, ya no oiremos nuestros latidos. Otra vez el velocímetro se ha parado, hay que cambiar la pila o falla la conexión. ¿Por qué las vidas tuvieron que hacerse fallidas? ¿Desde cuándo nos dictaron tener que llegar a la meta? El confinamiento, de suyo, es como los cuartos oscuros, que nada cambian del exterior pero que, al apartarte de él, te dejan a solas con el interior. Y es ahí donde podemos trabajar. Privilegios de confinado.

                                 Vapores

Mirar cara a cara a la catástrofe y enfrentarse al modo en que no puede verse envuelto en ella es algo útil en todo caso. Equivale a unas maniobras militares en el campo del espíritu, a unos ejercicios espirituales. El miedo disminuirá si abordamos este asunto como es debido; y eso representa ya un primer paso hacia la seguridad, un paso importante. Tiene no sólo efectos curativos, sino también efectos preventivos sobre la persona. Pues en la misma medida en que disminuye en las personas singulares el miedo, en esa misma medida decrece la probabilidad de la catástrofe. (Ernst Jünger, La emboscadura)

Pensamiento mágico (II)


"A menudo la técnica tiene algo de asombroso. Es cómico, pero a veces, mientras hablo con alguien por teléfono, todavía tengo la sensación de llevar a cabo no solamente un pensamiento posibilitado por la técnica, sino también algo que es mágico. Lo mismo vale para el cine y el teléfono, pero también para otras cosas. Podemos grabar nuestra conversación, filmarla, y de tal suerte hacerla revivir dentro de cien años, acaso vista desde un punto de vista diferente. Una filmación nos da la oportunidad de resucitar a personas desaparecidas de las que se ha perdido el recuerdo, la presencia física, la voz, el gesto. Creo que este efecto, que yo llamo mágico, está destinado a emerger de una manera aún más impresionante; ya se está hablando de realidad virtual, de cuarta dimensión. El pensamiento mismo se digitaliza." (Ernst Jünger, Los titanes venideros)




La realidad virtual hace que una madre vuelva a reunirse con su hija




Pensamiento mágico

Que la tecnología se mida por la regla de la precisión, la eficiencia y la rentabilidad no responde a una manera de pensar el mundo, sino a una enfermedad de nuestro mundo. Es el mundo el que está enfermo, con sus construcciones, su naturaleza y sus luces. Es el mundo el que necesita de paños y cuidados, mientras la enfermedad va acabando con él. No es la naturaleza, o el ecosistema, o el equilibrio medioambiental, lo que está en crisis, sino quienes intervenimos sobre ella, agotándola, asfixiándola, mucho más de lo que hace ella con nosotros. Somos nosotros los que necesitamos ayuda, no la naturaleza. Y quién puede prestárnosla es algo que no sabemos todavía, pero sí que, a la luz de lo acontecido, apunta a una nueva necesidad de medir la tecnología por la afectividad, y no por los resultados. Que la tecnología es algo afectivo significa, tan sólo, que produce, consume, construye, pero también que interpela, invoca, conjura, transforma. Sobre el poder transformador de la tecnología deberían versar los actuales manuales de magia, y no solo los de ética aplicada.

                               Alfred Kubin


"El Amo se ocultaba en realidad detrás de todo y, de manera misteriosa, solía manifestarse con una frecuencia superior a la deseable. La idea de que él manejara a casi setenta y cinco mil soñadores no podía desecharse tan fácilmente, por monstruosa que pareciera. Me era imposible precisar dónde quedaban los límites de su poder, pues llegué a tener pruebas suficientes de que sus impulsos alcanzaban también a todo el mundo animal y vegetal. En el fondo, todos conjeturábamos esto y lo aceptábamos como una gran carga impuesta por el destino." (Alfred Kubin, La otra parte)

“La fuerza material de la técnica se hace sentir en todo su alcance en la mitología científica actual y su campo de maniobras: máquinas militares introducidas en el cerebro, fármacos que destruyen la capacidad intelectual del enemigo, interrogatorios a detenidos con escáner que puede mostrar la “verdad objetiva” o la “intención implícita no dicha”, prótesis cerebrales que transformarán al soldado en cyborg, interfaz entre cerebro y máquina, conexión de todos los cerebros a un sistema central y corporativo, cerebros estropeados por el estrés, el pánico, la depresión o la hipermotilidad, cerebros atrapados en una red en la que ya no pueden estar a la altura de sus funciones. Tanto la técnica como el discurso capitalista se presentan como un Saber absoluto, como un fin de la historia consumado (...) Introduciendo lo ilimitado en la escena del mundo, el mundo se vuelve el lugar donde los saberes y prácticas se convierten en campos de maniobras de la técnica (Jorge Alemán, Capitalismo sin Nombre del Padre)

"Según ciertos pronósticos, nuestra técnica desembocará algún día en la hechicería pura. Llegado ese momento, todo lo que hacemos ahora no habrá sido sino un impulso inicial y la mecánica se habrá refinado de tal forma que ya no exija nuestra torpe manipulación. Bastarán unas luces, unas palabras, más aún, un mero pensamiento. Un sistema de impulsos inundará y recorrerá el mundo." (Ernst Jünger, Abejas de cristal)