En el blog del filósofo Fernando Broncano leemos: "El número de febrero de Investigación y ciencia trae varios informes asombrosos. Entre ellos, la nueva que nos cuenta David Weinberger acerca del Simulador de una Tierra Viva (LES) promovido por Dirk Helbing, físico y titular de la cátedra de sociología de la Escuela Politécnica Federal de Zürich. El proyecto, uno de los seis finalistas del programa Proyectos Punteros en Tecnologías Emergentes y Futuras de la Comunidad Europea, que bajo el eslogan "Ciencia más allá de la ficción", puede ser financiado con mil millones de euros. El sueño de Helbing es construir un modelo que simule la Tierra en tiempo real: que pueda utilizarse para predecir, por ejemplo, las consecuencias de la salida del euro de Grecia o la probabilidad de la próxima gripe aviar. El modelo necesitará una desmesurada cantidad de datos de toda índole, una tupida y extensísima red de informadores y, por supuesto, máquinas adecuadas para este trabajo. John Wilbanks, el vicepresidente científico de Creative Commons apoya el trabajo, aunque sostiene que es mejor cambiar la ideología de un sistema centralizado por un supersistema en red que conecte a través de la red semántica miles de simuladores y bases de datos a lo largo y ancho del planeta. Sostiene David Weinberger que, de realizarse este sueño, habremos de modificar lo que entendemos por conocimiento. Demasiado grande para ser conocido, dice DW. El simulador trabajará y nos ofrecerá ecuaciones, patrones, regularidades, previsiones. Pero no sabremos de dónde y cómo las obtiene. La "Bola de Cristal", lo llama DW."
El modelo de Helbing, de llevarse a cabo, asemejaría al Dios de Leibniz en su capacidad para procesar la información necesaria para realizar todo tipo de predicciones. En efecto, el modelo de Helbing pretende conseguir lo que solo en la imaginación de Leibniz era posible, a saber, diseñar un ser capaz de saber todo lo que nos acontecerá en el futuro. Lo curioso del asunto es que, por esencia, el modelo informático debería ser autorreferencial y tenerse en cuenta a sí mismo a la hora de realizar sus predicciones, pues éstas seguro acabarían repercutiendo en decisiones humanas que, a su vez, generarían consecuencias que de otra forma no se hubieran producido. Es decir, como elemento del mundo que inevitablemente acarrea consecuencias decisivas para la sociedad, el modelo debería conocer de sí mismo y de su implicación en el contorno todo lo necesario para prever cuáles serían dichas consecuencias. Antes de elaborar sus previsiones, debería ser bien consciente de su papel y repercusión en el mundo económico y científico, del grado de credibilidad que suscita en la sociedad, etc. El aspecto paradójico del caso lo encontramos en el hecho de que la autoconciencia del modelo exigiría a éste conocer, por lo mismo, las consecuencias del hecho de autoconocerse, y esto, a su vez, exigiría de un conocimiento de los efectos derivados del hecho de conocer su autoconciencia, y así sucesivamente, ad infinitum.
El modelo de Helbing, de llevarse a cabo, asemejaría al Dios de Leibniz en su capacidad para procesar la información necesaria para realizar todo tipo de predicciones. En efecto, el modelo de Helbing pretende conseguir lo que solo en la imaginación de Leibniz era posible, a saber, diseñar un ser capaz de saber todo lo que nos acontecerá en el futuro. Lo curioso del asunto es que, por esencia, el modelo informático debería ser autorreferencial y tenerse en cuenta a sí mismo a la hora de realizar sus predicciones, pues éstas seguro acabarían repercutiendo en decisiones humanas que, a su vez, generarían consecuencias que de otra forma no se hubieran producido. Es decir, como elemento del mundo que inevitablemente acarrea consecuencias decisivas para la sociedad, el modelo debería conocer de sí mismo y de su implicación en el contorno todo lo necesario para prever cuáles serían dichas consecuencias. Antes de elaborar sus previsiones, debería ser bien consciente de su papel y repercusión en el mundo económico y científico, del grado de credibilidad que suscita en la sociedad, etc. El aspecto paradójico del caso lo encontramos en el hecho de que la autoconciencia del modelo exigiría a éste conocer, por lo mismo, las consecuencias del hecho de autoconocerse, y esto, a su vez, exigiría de un conocimiento de los efectos derivados del hecho de conocer su autoconciencia, y así sucesivamente, ad infinitum.