Era un vendedor de píldoras perfeccionadas que quitan la sed. Se toma una por semana y ya no se sienten ganas de beber.
- ¿Por qué vendes eso? -preguntó el principito.
- Porque con esto se economiza mucho tiempo. Según el cálculo hecho por los expertos, se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
- ¿Y qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?
- Lo que cada uno quiere...
Si yo dispusiera de cincuenta y tres minutos -pensó el principito- iría poco a poco hacia una fuente...
El pequeño príncipe, Saint-Exupéry