CUIDADO del medio. Cuidado del otro. Cuidado de sí mismo. ¿Pero cuáles
son los límites del cuidado? Es una pregunta que me hice releyendo este verano
algunos relatos de Kafka, como La metamorfosis, o la historia de lo que le pasó
a Gregor Samsa cuando se vio transformado en insecto. La conversión en insecto
-impremeditada, real- transforma las relaciones de Gregor con su familia, pero
también con su casa, con su habitación, con sus cosas. La conversión en insecto
lo obliga a protegerse de manera distinta y a ensayar nuevas posturas y
acciones que lo ponen en un nuevo escenario. Nada de lo que sabía como humano
le sirve para comportarse como insecto. Se encuentra renaciendo en un mundo
desconfiado y hostil, que no puede saber nada de lo ocurrido y que va a acabar
renegando de cualquier forma de convivencia entre seres de diferente
naturaleza. Somos cuerpo, y el cuerpo nos transforma, nos reúne, nos agrupa,
generando vida y convivencia. Pensamos maneras de convivir y cuidarnos juntos,
modos de llegar a acuerdos y evitar disputas, porque primero nos sentimos
semejantes y nos sabemos con dos ojos, dos piernas y un tronco, y queremos
acercarnos más, quizá para tocarnos, quizá para cuidarnos, quizá para decirnos
algo al oído. De otro modo, convertidos como Gregor en insectos y conscientes
de esta conversión en un mundo humano, nos abocamos a la incomprensión, la
persecución y el horror.
sábado, 14 de septiembre de 2024
Límites del cuidado
Suscribirse a:
Entradas (Atom)