sábado, 8 de julio de 2023

La guitarra

De mi amigo Rubén Figaredo nos llega esta fotografía, maravillosa, diciéndonos que toda la música del mundo está aquí, esperando ser liberada por unas manos. La música venida y la que está por venir, la visible y la invisible.



¿Y cómo lo finito puede contener lo infinito? ¿Cómo lo apresable puede generar lo inapresable? Misterios.

Ceguera

Como si fuera la noche de san Juan o el día de año nuevo, al comienzo de cada verano suelo ver o leer algo relacionado con el hundimiento del Titanic, un acontecimiento que aterra y fascina a pesar de los años y de las reinterpretaciones que van sucediéndose. En esta ocasión ha sido el documental "Misterios del Titanic", dirigido por James Cameron, el que ha reabierto nuevas ideas relacionadas con el asunto, y que confrontan con las ya manidas sobre la visión clasista de la época y las desigualdades sociales que en el barco quedan bien representadas. En un momento se dice que, aun manteniendo la calma y habiendo botes salvavidas para todos, no hubiera dado tiempo a descender todas las barcas y hubiera sido imposible un salvamento escalonado en el poco tiempo que tardó en hundirse el gigante. La fatalidad había llegado y la desesperanza –en los momentos finales- tuvo que ser el estado normal.

 


De pronto se descubre que no sabemos avanzar, que no hay brújula que valga, que no hay dirección que seguir. Y que todos estamos en las mismas. ¿Para qué ejercitarse –nuestros músculos, nuestro intelecto, nuestro sentido de la orientación- estando en la catástrofe? ¿Para qué entrenarse si no sabemos hacia dónde correr? Esta experiencia –figurada o vivida- enseña que hay algo que nunca llegaremos a asimilar, y por eso sentimos miedo, y nos sentimos solos, e iguales, los unos con los otros, juntos en el entramado humano. Es una experiencia –la de nuestra ceguera esencial- que acontece en situaciones como la catástrofe colectiva del hundimiento del Titanic, cuando las diferencias se borran y se descubre que no hay «poder en sí». No hay artefacto ni inteligencia que nos puedan sacar de ahí. No hay privilegios ni privilegiados. Estamos todos en las mismas y abocados a no poder ver, a no poder ser más.