Asumir la incertidumbre constitutiva a la vida humana es el proyecto de las éticas antimodernas. Frente a ellas se eleva la propuesta cartesiana de proyectar la vida hacia la búsqueda de seguridades y certidumbre. Bien pensado, cualquier ética que se apoye en el sentimiento (la creencia es también un sentimiento) asume ese ingrediente de incertidumbre que compone la vida humana:
Creo que lo esencial de la vida es la fidelidad a lo que uno cree su destino, que se revela en esos momentos decisivos, esos cruces de caminos que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandes opciones. Son momentos muy graves porque la elección nos sobrepasa, uno no ve hacia adelante ni hacia atrás, como si nos cubriese una niebla en la hora crucial, o como si uno tuviera que elegir la carta decisiva de la existencia con los ojos cerrados. (Ernesto Sábato, La resistencia)