sábado, 28 de junio de 2025

Final de curso

Noches de ensueño y desenfreno, de ríos que pasan mientras las aguas se llevan las impurezas de la memoria. Apagones temporales y vahídos amarillos en la terraza de los fumetas. Palabras afectivas que se dicen con las manos y bailes infantiles mientras los corazones laten con la fuerza de entonces. Cubatas de exceso arrojados al vacío, y otros que vuelven para seguir bailando hasta el último de los ratos. Compañeros que son amigos cuando preguntan por el sentido de tu último libro, o cuando ves que otros han hecho casa en el instituto de Miralbueno. Familias que se recogen para emprender el nuevo día, o la semana, con eso de que también hay lunes y martes. Palabras temblorosas que no sabías si decirlas hasta la segunda cerveza. Abrazos que te dicen que irás también el curso que viene, compañeros que se van y otros que quedan. Bancos desalojados, canciones olvidadas, chupitos no bebidos, sonidos que no llegan, y recuerdos que no arrancan. Noches de luz donde los gestos dicen más que las palabras porque ya no importa lo que digas. Pequeños rencores y aclaraciones, perdones y gracias, que se van con el último cubata antes de abandonar la sala. Rituales necesarios, que nos devuelven a la vida y hacen del siguiente curso el curso que viene. Momentos de amistad, gozo, desvergüenza, donde ya solo quedan las hojas para taparnos los genitales y seguir bailando el resto del verano.