viernes, 31 de diciembre de 2021

Entre lo racional y lo salvaje: dos mitos de nuestro tiempo

 

El mito no es historia del pasado sino forma de contar historias. No es sólo significado sino hilo con el que tejer conocimiento. Como en tantas ocasiones recuerda el historiador Mircea Eliade, los mitos no son sólo narraciones simbólicas contadas de generación en generación, sino manifestaciones del fondo emocional intemporal que todos llevamos dentro. De ahí que sabernos hijos del mito contribuya a reconocer el suelo que hoy pisamos y el patrimonio con el que contamos para reinventarnos como sociedad. Solo una cultura del mito que lo sitúe como una de las máximas construcciones humanas, tan necesaria como el arte, la política o la ciencia, y sujeta a los mismos avatares que lo han hecho crecer hasta lo que hoy es, puede hacernos partícipes de una historia y de un porvenir comunes. De otra forma, renunciando al mito como forma de entender nuestro tiempo, delegándolo a un tiempo remoto que nada, o casi nada, tiene que ver con nosotros, podría olvidarse el suelo sobre el que caminamos.

Asumiendo este punto de partida, vemos a Occidente como el resultado de una incesante lucha entre dos de los más grandes mitos de nuestro tiempo: de un lado, el «mito de la Razón» –generador de la colonización y la Ilustración, de la escisión del átomo, y de la era de la información-; de otro, el «mito de lo salvaje» –origen de la hybris y el pecado original, del horror y el absurdo existenciales, y de tantos relatos catastrofistas-. Ambos relatos están detrás de las más grandes construcciones en el ámbito de la política, de la ciencia o del arte, y sirven al hombre contemporáneo como marco interpretativo con el que mirar y enjuiciar el mundo. ¿Cómo, si no viéndose como poseedor y propietario, hubiera podido el hombre impulsar la ciencia y la técnica modernas? ¿Cómo, si no viéndose como ser desvalido, hubiera podido el soldado hacerse desconocido? Para bien o para mal, ambos mitos trazan el camino por donde ahora vamos avanzando, dibujando sus limitaciones, pero también sus posibilidades.

Y estas posibilidades –veremos- tienen que ver con el hecho, crucial, de que ambos mitos definen al ser humano por su relación con el poder: el primero, concibiendo al individuo como dueño y sujeto de la Historia, poseedor y propietario; el segundo, muy al contrario, viendo en él un ser desvalido, «hombre de carne y hueso», abocado a una extinción segura. A tenor de esta imagen antagónica, pero hasta cierto punto complementaria, nos queda avanzar por el camino de la conquista o del horror, del triunfo o del padecimiento, de la meta o de la resignación. En este trabajo nos proponemos iluminar lo más posible el camino y preguntarnos si verdaderamente queremos avanzar por él: ¿Es esta la imagen que queremos proyectar a nuestros herederos? ¿Es por esta imagen –dual, antagónica- como queremos ser recordados? Herederos de la tensión ancestral entre carne y espíritu, sangre y razón, fuerza e inteligencia, cabe preguntarse si queremos que ella continúe tejiendo nuestros destinos.

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jueves, 30 de diciembre de 2021

FELIZ 2022

Desde que a los veintiocho o veintinueve dejé de fumar, por eso de que una neumonía me dejó sin palabras durante quince días -y que aproveché, ni corto ni perezoso, para devorar La montaña mágica-, me fumo al término de cada Nochevieja un puro de veinte o treinta euros -Davidoff, normalmente-, acompañado a veces de algo de Prokófiev, un buen Whisky con hielo, y el silencio de la noche. Y el caso es que este ritual, que tan bien reproduce mis años de la infancia, cuando con doce o trece años nos encendíamos un cigarrito para celebrar el nacimiento de alguna cabañeta que habíamos construido con paja, sacos y ramas, termina casi siempre con la satisfacción del deber bien hecho y la esperanza de nuevas aventuras. Novedad y aventura, es lo que le suelo pedir al nuevo año: novedad, para no caer en el hastío existencial; y aventura, para seguir ensanchando la vida ahora que todavía hay función.

Os deseo, de corazón, un muy feliz y saludable 2022

 


lunes, 27 de diciembre de 2021

Nowhere

Por el amor salimos de nosotros mismos. Literalmente, dejamos de ser. Nuestra memoria histórica, ocupaciones y preocupaciones, pasan a un tercer plano mientras existimos en la persona amada. Esta es una de las historias de West Side Story, que nos regalan nuestros cines de la mano de Steven Spielberg, por la que dos seres desposeídos de identidad encuentran en el amor la salida de un mundo abrupto y desesperanzado. El nombre de María se convierte para Tony en la melodía con la que suena el mundo, mientras que Anton representa para ella la bienvenida de una vida en comunión. 

 

Only you
Every thought I'll ever know
Everywhere I go you'll be
All the world is only you and me


El enamoramiento es una de esas experiencias que nos desinstala, abrupta e inesperadamente, del mundo biográfico-histórico. Nos desplaza a la última de las órbitas, desenvolviéndonos del entramado cotidiano que es juzgado con la indiferencia con la que se ven las galaxias lejanas o los hechos del mundo para quien se halla próximo a la muerte. El amor desposee, expropia, desplaza, despide, con la fuerza con la que los huracanes levantan casas y desploman ciudades. Es, quizá, el sentimiento de mayor fuerza renovadora y transformadora:

“Lo que distingue a un historiador de las religiones de un historiador es que el primero debe habérselas con hechos que, si bien son históricos, revelan un comportamiento que supera con mucho los comportamientos históricos del ser humano. Si es cierto que el hombre se halla siempre «en situación», esta situación no es forzosamente siempre histórica, es decir, no se halla condicionado únicamente por el momento histórico contemporáneo. El hombre integral conoce otras situaciones que no son las de su condición histórica; conoce, por ejemplo, el estado de sueño, o de ensueño, o de melancolía, y de despego, o de beatitud estética, o de evasión, etc., y todos estos estados no son «históricos» aun cuando sean tan auténticos y tan importantes para la existencia humana como la propia situación histórica. Por lo demás, el hombre conoce varios ritmos temporales, y no solamente el tiempo histórico, es decir, el tiempo suyo, la contemporaneidad histórica. Le basta con escuchar buena música, enamorarse, o rezar, para salir del presente histórico y reintegrarse al presente eterno del amor y de la religión.” (Mircea Eliade, Imágenes y símbolos)

domingo, 26 de diciembre de 2021

Un dilema entre amigos

En estos días de familiares y amigos podríamos preguntarnos qué es lo que hace que un amigo sea un verdadero amigo y, sobre todo, qué podemos o a qué estamos legitimados pedir a un amigo. Está claro que a un amigo podemos pedirle consejo, ayuda, colaboración, atención, apoyo..., pero también está claro que no podemos (ni debemos) pedirle todo lo que queramos. La amistad nace, precisamente, de un hilo especialísimo que, reuniendo y generando, hay que cuidar y proteger si no queremos que se rompa y perderlo para siempre. En la película de adolescentes After the dark, que tiene el mérito de plantear con cierta elocuencia algunos de los dilemas morales más populares, se reproduce la clásica paradoja de la ignorancia representando a una joven colgada de una torre que pide ayuda a sus amigos para que la salven. Los amigos no la ayudan por temor a morir en el intento, dándose cuenta la joven de que quienes decían ser sus amigos no lo eran, y preguntándose si no hubiera sido preferible vivir en la ignorancia y ser feliz con aquellos a quienes más quería.



Sin embargo, podemos preguntarnos si deben estos amigos ayudarla sabiendo que pueden correr el mismo riesgo. ¿Puede la joven exigir de sus amigos que la socorran sabiendo que haciéndolo pueden perder su vida? ¿Podemos demandar de un amigo que ponga en juego su vida para salvar la nuestra? Al hacer de un amigo un instrumento salvavidas, ¿no estamos con ello traicionando nuestra amistad? El asunto no es baladí, porque de antemano no está clara la naturaleza de ese hilo especialísimo que es la amistad ni el límite que separa. Algo similar ocurre con la relación entre alumno y profesor. En un acto de generoso atrevimiento el otro día una alumna me cuestionaba el hecho de que mis alumnos me importasen de verdad. Y me decía que para nosotros, sus profesores, ellos eran solo personas a las que tendríamos que examinar y evaluar, pero que, fuera de ese contexto educativo, significaban poco o nada para sus profesores. Un profesor puede despertar los sentimientos más nobles y hermosos hacia sus alumnos, queriendo verdaderamente su bien e importándoles de verdad, pero, indudablemente, no puede ni seguramente debe atender todas las demandas de sus alumnos, por muy necesitadas, hermosas y nobles que sean estas.

El dilema, quizá, no sea tanto si los amigos me deben ayudar como si yo debo pedirles ayuda.

sábado, 25 de diciembre de 2021

Los ojos de Chiyono

En un monasterio había una monja, llamada Chiyono, muy trabajadora, disciplinada y responsable, pero enormemente insegura en sus labores y quehaceres. Nunca sentía que hacía bien su trabajo, y ello aunque las gentes de su alrededor así se lo hicieran ver. Los más sinceros elogios de amigos y compañeros no bastaban para que se sintiera bien y todos los días se retiraba convencida de que no había realizado bien su trabajo.

Uno de sus compañeros monjes, observando su pesar, decidió llevarla al maestro de la Montaña, de quien se decía que curaba todas las penas y pesares.



Habiendo escuchado su historia, el maestro de la Montaña quiso ayudar a Chiyono:

- Te voy a dar mis ojos para que dejes a un lado los tuyos y te veas como te ven los demás. Y te voy a dar mi corazón, para que te sientas como te sienten los demás.

- ¿Y cómo verás y sentirás entonces, si tus ojos y corazón ya no están en ti? -interrumpió la monja-

Al escucharla, el maestro comprendió la bondad del mundo y se convirtió en el primer discípulo de la monja Chiyono.

viernes, 24 de diciembre de 2021

Enseñanza invisible

 

Decía Borges que él no enseñaba literatura sino pasión por la literatura, y que era eso lo que verdaderamente hacía que los alumnos descubrieran los libros. Abrir un libro no es descubrirlo. Descubrirlo es abrirte a él. Y abrirte a él significa abandonarte al riesgo y al abismo, como quien sale de su hogar y decide acampar a la intemperie. Acampemos a la intemperie, para respirar de manera distinta. ¿Pero qué aires son los que ahora podemos respirar? Desde luego, oxigenados, higienizados, libres de impurezas que puedan mancillar nuestros pulmones, cada vez más frágiles. Y el asunto es que, alumnos y profesores, nos tenemos que armar de respiradores artificiales para inhalar estos nuevos aires.


Por ello, este breve recordatorio, del maestro George Steiner:

“Enseñar con seriedad es poner las manos en lo que tiene de más vital un ser humano. Es buscar acceso a la carne viva, a lo más íntimo de la integridad de un niño o de un adulto. Un Maestro invade, interrumpe, puede arrasar con el fin de limpiar y reconstruir. Una enseñanza deficiente, una rutina pedagógica, un estilo de instrucción que, conscientemente o no, sea cínico en sus metas meramente utilitarias, son destructivas. Arrancan de raíz la esperanza. La mala enseñanza es, casi literalmente, asesina y, metafóricamente, un pecado. Disminuye al alumno, reduce a la gris inanidad el motivo que se presenta. Instila en la sensibilidad del niño o del adulto el más corrosivo de los ácidos, el aburrimiento, el gas metano del hastío. Millones de personas han matado las matemáticas, la poesía, el pensamiento lógico con una enseñanza muerta y la vengativa mediocridad, acaso subconsciente, de unos pedagogos frustrados. Las estampas de Molière son implacables. La antienseñanza, estadísticamente, está cerca de ser la norma. Los buenos profesores, los que prenden fuego en las almas nacientes de sus alumnos, son tal vez más escasos que los artistas virtuosos o sabios.” (Lecciones de los maestros)

sábado, 18 de diciembre de 2021

Vidas que duran

Una de las grandes enseñanzas de nuestra tradición es que la verdad sostiene, comulga, reúne, como casi ninguna otra cosa. La verdad no es sólo fuego en torno al cual se agrupan comunidades de amantes y hombres necesitados de sentido. También, la verdad es la llama que el hombre prisionero sigue en su ignorancia y desconocimiento. La verdad, como la luz que penetra en la caverna, es fuente posibilitadora de sentido y duración. Nada permanece, salvo la búsqueda y la mirada atenta a su luz. 



El mito de la caverna revela que la búsqueda dura mientras hay luz que seguir. Es un ejemplo de consistencia, más que de persuasión; de seguimiento, más que de logro. La luz, como la verdad, sostiene, orienta, y hace perdurar a quienes la siguen. Por el contrario, el engaño, la ilusión, la máscara, reproducibles hoy día en tantas relaciones frágiles y endebles, que se deshacen al menor soplido, separan y desordenan. La búsqueda ordena, estructura, da consistencia a la vida. ¿No fue aquella historia de amor lo que llenó nuestros días de la infancia? ¿No fue por ella como ahora la podemos recordar?

domingo, 12 de diciembre de 2021

Vivir escondidos

La confianza abre universos para quienes viven sin vivir escondidos. Vivir escondidos, y sin embargo sin poder esconderse. 

Una reflexión enviada a las tres de la madrugada por algún alumno que acaba de leer a Ciorán, una madre que te implora que hables con su hijo, y le animes, a ver si entre todos logramos descubrir qué demonios le pasa. El poema de una alumna que acaba de descubrir el amor. Una carta encima de la mesa del despacho, entre abierta, de un compañero que no sabía cómo agradecértelo. Un libro olvidado por alguien que te quería recordar que había comenzado a leer los prolegómenos de la Crítica de la razón pura de Kant. El email mañanero de una amiga que te regala la frase del día, y te recuerda aquello de "que no parezca que he vivido en vano". El alumno de primera fila que saca de su blog todo un libro de relatos, escritos a boli, pero sin tachones. Y te pide tembloroso si los puedes leer para la próxima semana, cuando sabes que tendrás evaluaciones. Dos alumnas que no pueden pagar la excursión, y te lo advierten, porque huérfanas ellas viven la una de la otra. Una luz que al poco comienza a parpadear, y te implora que recuperes su fuerza. El gato negro que siempre cruza la calle, porque estás a la misma hora, y las naranjas del camino que te recuerdan que ya ha llegado el invierno.

Vivir escondidos, y sin embargo sin poder esconderse.


miércoles, 8 de diciembre de 2021

Sueño de la noche del 7 de Diciembre

Me convocan a un seminario semanal donde acuden lectores noveles y algún que otro genio de la literatura, cuyo semblante se dibuja en negro sobre una pared blanca. Mientras uno de ellos lee su texto, percibo que soy incapaz de oír sus palabras, ni el trazo de los lápices de quienes toman nota.




Sueño de la noche del 7 de Diciembre

martes, 7 de diciembre de 2021

Partidas silenciosas

Dándonos un baño de oxígeno en el Hayedo de Otzarreta (Parque Natural de Gorbeia), donde los caminantes, desde hacía mucho tiempo, no caminan hacia ningún lugar en particular. Los shinrin-yoku («baños en el bosque») rejuvenecen a quien se abandona a ellos. No me extraña que en Japón, país de urbanitas, se conciba a los Bosques como verdaderos hospitales.





"La verdad es que hoy en día no somos, incluidos los caminantes, sino cruzados de corazón débil que acometen sin perseverancia empresas inacabables. Nuestras expediciones consisten sólo en dar una vuelta, y al atardecer volvemos otra vez al lugar familiar del que salimos, donde tenemos el corazón. La mitad del camino no es otra cosa que desandar lo andado. Tal vez tuviéramos que prolongar el más breve de los paseos, con imperecedero espíritu de aventura, para no volver nunca, dispuestos a que sólo regresasen a nuestros afligidos reinos, como reliquias, nuestros corazones embalsamados. Si te sientes dispuesto a abandonar padre y madre, hermano y hermana, esposa, hijo y amigos, y a no volver a verlos nunca; si has pagado tus deudas, hecho testamento, puesto en orden todos tus asuntos y eres un hombre libre; si es así, estás listo para una caminata." (Thoreau, Caminar)

viernes, 3 de diciembre de 2021

Sentimientos compañeros

Hay quienes por encontrarse cerca de la génesis saben decir lo que otros solo oyen. Es la escucha de quienes viven próximos a la hoguera, al otro lado de la valla, en el regocijo del primer fuego.

Estas palabras las escribe Arianna de Arcos, alumna del IES Miralbueno de 1º de Bachillerato, y nos invita a su lectura:

“El amor es ese sentimiento que tarde o temprano a todo el mundo le llega, es ese todo y ese tan poco que esperamos de otras personas. El amor es resultado de ese encuentro con aquella otra persona que te complementa. Su otra mitad. Hay personas que darían su propia vida por la otra persona, por amor. Cuando encuentras a alguien que te llena de verdad, que te aprecia, valora, entiende de verdad, no quieres que se vaya, por lo que haces cosas por cuidar y mantener en pie ese amor, ya sea con cartas avivando el amor, o pequeños detalles.



El amor es ese sentimiento maravilloso y esencial en nuestra vida, pero no sólo es eso, no sólo es amor, sino que es preocupación, tristeza, paz, alegría… es decir, el amor es sentimiento puro que a medida que pasa el tiempo se vuelve mezcla de diferentes sentimientos. Los celos, la tristeza, el miedo, son ejemplos de ello. Hay varios tipos de amor: no sólo el de pareja, sino el amor propio, el amor hacia otras personas, como familiares o los propios amigos. El amor es ese sentimiento que nos acompaña siempre, aunque se transmita en diferentes etapas y facetas de nuestra vida."

Arianna de Arcos Hernández

Gestos compañeros

mis compañeros,
 
Las aventuras de un centro escolar son sólo narrables por el tiempo del día a día, con sus colores, sus sabores y sus soles: el del día y el de la tarde. También con sus lunas, que siempre hay algún papel que queda extraviado a la espera del siguiente. Papeles solitarios que a veces vuela el viento y quedan en el tejado. Quizá hasta que otra generación lo recoja. Papel amarillento, que el tiempo no borra.

Así de venturosos son los días de Miralbueno, acompañados de luz y de sombras. ¿Qué soledades se respiran que hacen al joven profesor escribir sobre el acompañamiento? ¿Cuál es la ventana que ha quedado entreabierta que hace salir el calor de debajo de las piernas? ¿Qué ruido tan molesto es ése que se oye a alguien llorar al otro lado? ¿Qué hemos hecho mal que hemos dejado a alguien solo?

Son tantas las ocasiones por las que se pierde el gesto, sencillo y a un tiempo sublime, de acompañar y ser acompañado. Tantas las veces que nos olvidamos de la palabra amable a quien nos mira. Tantas las voces cercanas que se nos fueron con tanto panel y pantalla. Tantas las veces que no corremos tras alguien para decirle que estamos ahí. Estamos aquí, juntos. ¿O no ves que también el Sol es nuestro?

También al profesor de guardia, que exhausto llega tarde. Y al compañero remolón de departamento, que no mira los correos pero nos informa de lo que quiere. Y al vecino de detrás traduciendo nuestras gestas deportivas, o al colega que no pierde ocasión para el Pincho de tortilla. Y al rancio, que no suelta un duro, aunque le pagues cien. Y al decaído, y al derrotista, incluso al nihilista, que erótico de él ya sólo piensa en los Viernes. Y al que está de baja, que mereciendo descanso es molestado. Y a quien se encierra en su despacho, que una avispa se empeña en entrar. Y al pesado, y al aburrido, y al chismoso. Al que cojea y al que corre veloz. Y al que tropieza, se disfraza y se enfada. A todos ellos, pero especialmente a ellos

¿Qué hemos hecho que no estáis acompañados?