sábado, 18 de diciembre de 2021

Vidas que duran

Una de las grandes enseñanzas de nuestra tradición es que la verdad sostiene, comulga, reúne, como casi ninguna otra cosa. La verdad no es sólo fuego en torno al cual se agrupan comunidades de amantes y hombres necesitados de sentido. También, la verdad es la llama que el hombre prisionero sigue en su ignorancia y desconocimiento. La verdad, como la luz que penetra en la caverna, es fuente posibilitadora de sentido y duración. Nada permanece, salvo la búsqueda y la mirada atenta a su luz. 



El mito de la caverna revela que la búsqueda dura mientras hay luz que seguir. Es un ejemplo de consistencia, más que de persuasión; de seguimiento, más que de logro. La luz, como la verdad, sostiene, orienta, y hace perdurar a quienes la siguen. Por el contrario, el engaño, la ilusión, la máscara, reproducibles hoy día en tantas relaciones frágiles y endebles, que se deshacen al menor soplido, separan y desordenan. La búsqueda ordena, estructura, da consistencia a la vida. ¿No fue aquella historia de amor lo que llenó nuestros días de la infancia? ¿No fue por ella como ahora la podemos recordar?

4 comentarios:

M. A. Velasco León dijo...

"Si me dieran a escoger entre la verdad y el camino para hallarla escogería este último." Lotze
La verdad no marca el camino, es el camino. Por tanto, el camino es la posibilidad de la verdad.
Muy buena entrada.

Prueba dijo...


Es paradójico que necesitemos de la verdad, de su búsqueda, para poder dotar de cierto sentido nuestra existencia, sabiendo que nunca seremos capaces de poseerla. Una incesante sed, un eterno anhelo, que, conociendo la imposibilidad de paliar, nos mantiene vivos. La verdad está viva y si muere, nosotros también. La verdad no ha de ser identificada con ningún objetivo concreto al que ceñirnos, nada de eso. La verdad, como bien dices, es una luz, la cual está en todas partes, está en y ante nosotros, únicamente tenemos que querer y saber mirar para encontrarla. Mirar el mundo, mirar en nosotros, no basta con ello, se requiere vivir, sentir, sufrir, amar. La búsqueda no es pasiva, e implica una metamorfosis, un cambio, una (de)construcción del ser. Al estar la verdad viva, la eternidad no es un atributo de su esencia, por lo que al igual que nace, muere. La verdad es cambio, es deseo, es experiencia, es sentido, es vida. Por ello vivir merece la pena, a pesar de hallarnos ante una búsqueda del tesoro sin mapa, dudando incluso de la existencia del propio tesoro. Vivimos luchando contra la oscuridad, por y para la luz que está en nosotros, en el mundo, chispa que enciende el alma.

David Porcel Dieste dijo...

Buena referencia. Me la apunto. Gracias.

David Porcel Dieste dijo...

¡Pero cuánta riqueza! Me gusta la imagen de la búsqueda de tesoro sin mapa. Un abrazo