En su reciente ensayo Nunca fue tan hermosa la basura, José Luis Pardo nos dice: Si alguien se hubiera limitado a decirnos que los institutos de bachillerato o las universidades son demasiado caros, que la ilustración como instrumento de emancipación y de justicia social ya no resulta rentable y que hay que acometer su reconversión para transformar los antiguos establecimientos de enseñanza y de investigación en modernas expendedurías de conocimiento rápido o conocimiento basura al estilo de las empresas de trabajo temporal y precario, esto nos habría resultado muy penoso desde el punto de vista profesional y personal, pero también muy conocido si tenemos alguna experiencia y alguna memoria de clase trabajadora. Lo verdaderamente deshonroso es que esta humillación se ha envuelto en los ropajes de una revolución del conocimiento sin precedentes que llevará a nuestros países a alcanzar altas cotas de progreso y puestos de cabeza en el hit parade internacional de la innovación científica. (p.274)
Enseguida José Luis Pardo arremete contra la tendencia estatal de favorecer ese conocimiento rápido y perverso con la implantación de programas o másters como el máster de psicopedagogía, de obligado cumplimiento para cualquiera que quiera ejercer como docente en nuestro país. El autor, con razón, critica la actual implantación en el sistema educativo español de la doble opción que se le abre a un licenciado de cualquier especialidad. Una de las posibilidades consiste en cursar el máster de investigación, sin apenas salida inmediata profesional y adecuado solo a los alumnos que disponen de los recursos económicos suficientes para posponer la tarea de buscar trabajo. La otra posibilidad, más viable, consiste en hacer el máster de psicopedagogía, que es un requisito indispensable para ejercer como docente en la enseñanza secundaria. El hecho es que la obligatoriedad de cursar este máster dificulta enormemente la preparación del futuro docente en cuanto que éste se ve obligado a preparar temas que nada tienen que ver con su disciplina y que, por tanto, le van a alejar temporalmente de la preparación que exige un trabajo como el de profesor.
A nuestro entender este tipo de programas vulnera un principio esencial en la educación: para enseñar hay que ser un buen alumno, por tanto, hay que cultivar el conocimiento de la materia, disponer de tiempo para asimilar la complejidad que presenta cualquier disciplina de conocimiento...cosa que no se produce si el futuro docente se ve obligado a profundizar en temas alejados de su disciplina. Por otro lado, el Estado parece olvidar que la mejor herramienta del docente en su trabajo es el conocimiento, sin el cual se sentirá perdido ante los problemas o las dudas que le planteen sus alumnos. No debemos olvidar que los profesores no somos psicólogos y, por tanto, que no debemos ejercer como tales ante los alumnos que presenten problemas para el aprendizaje. Nuestro cometido se reduce a informar a los padres y tutores de los problemas de los alumnos, pero ha de ser un profesional el que procure solucionarlos.
2 comentarios:
David, antes de nada te felicito por el blog, pero tengo que mostrar mi desacuerdo con parte de lo que dices aquí.
Encuentro desafortunado mezclar una crítica al nuevo sistema de estudios con la consabida crítica a la pedagogía para profesores.
No hay un lugar en el mundo civilizado donde un docente sepa menos de lo que es verdaderamente su trabajo (que es enseñar) que en España.
El párrafo
El hecho es que la obligatoriedad de cursar este máster dificulta enormemente la preparación del futuro docente en cuanto que éste se ve obligado a preparar temas que nada tienen que ver con su disciplina es una pura contradicción en los términos. Un profesor podría criticar la orientación actual de la pedagogía (aunque ¿con qué autoridad, por otra parte?) pero no a la pedagogía en cuanto tal. A mí (soy profesor) me produce rubor comprobar que los porfesores no tenemos ni idea de pedagogía, que nadie conoce las teorías pedagógicas, antiguas y modernas, etc.
Sencillamente no es verdad que una persona que tenga grandes conocimientos en un ámbito del sabe, sea por eso capaz de enseñar. Para eso necesita saber muy bien con qué está tratando, o sea, con niños o adolescentes, cuya psicología y demás no tiene por qué conocer espontáneamente. Esto los hechos lo verficiaban todos los días en todas partes.
Los profesores no somos psicólogos, pero debemos conocer las características psicológicas de las personas con las que tratamos. Si hay un ámbito donde el conocimiento de lo psicológico es esencial, es aquí. ¿Cómo se puede disociar lo que es Enseñar con lo que es la Psique? ¿En qué consiste, entonces, enseñar?
Basta mirar un poco lo que hacen sistemas educativos que tienen cosasque enseñarnos para comprobar que en España vivimos en un pasado remoto, y que todo ese discurso de moda de desprecio por la pedagogía y la psicología es propia de señoritos a los que se les quiere enseñar a leer cuando están acostumbrados a establecer leyes como Dios, abriendo sólo la boca.
Saludos
Estimado Juan Antonio, en primer lugar agradezco su comentario, que se sitúa en el debate sobre el grado de interés para un profesor del estudio de psicopedagogía. Estoy deacuerdo con que es necesario contar con, más que nociones, intuiciones sobre el comportamiento de los chicos, quiero decir, un poco se sentido común em el trato con los alumnos y, como bien dices, saber ante qué público estamos y de los conceptos previos de los que parten. Sin embargo, creo que la mejor herramienta de la que dispone un docente en su clase es el conocimiento de la materia en cuestión que imnparta en ese momento, porque creo que de poco le va a servir una teoría del aprendizaje para aclarar cualquier duda del alumno sobre la teoría de las ideas de Platón o la mecánica cuántica de Planck. Quiero decir, y en esto pienso como José Luis Pardo, lo que el sistema debería fomentar es el estudio de la propia materia ANTES que el estudio psicopedagógico. No digo que éste no pueda servir, lo que creo es que éste nunca puede reemplazar a aquél, y es el dominio de la disciplina lo que debe exigirse a un docente. Pues bien, el sistema tal como está actualmente no contribuye a favorecer ese dominio. Gracias de nuevo por tu participación.
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