Un encierro tampoco es un absoluto. No puede decirse que estemos encerrados absolutamente, y no porque no podamos salir de nuestras jaulas sino porque las jaulas no son realidades en sí, absolutas. El caso es que somos nosotros quienes nos encerramos, y por lo mismo que el entramado de responsabilidades, derechos y deberes necesita para su mantenimiento de un cuidado y un mantenimiento constantes, también nuestras jaulas precisan de ese esfuerzo colectivo por enjaularnos. El encerramiento precisa de una autorización cuando menos mayoritaria y cuenta con que, desde la primera hasta la última, dicha autorización es contingente. Es decir, lo que nos encierra no es, como se escucha, el Mal en forma de enfermedad, las trampas del destino, o tramados conspiranoicos. Somos nosotros quienes lo hacemos. Pero es, precisamente, este hecho lo que, ipso facto, nos convierte en sujetos éticos. En tanto que sujetos éticos, dotados de razón y libertad, la pregunta que habría de sernos planteada no es tanto por qué estamos encerrados o a qué se debe que lo estemos, más propia de bestias enjauladas, sino por qué nos autorizamos a encerrarnos. De que nos hagamos esta pregunta dependerá que nos elevemos o no a la humanitas.
José Antonio Porcel. Caminando
8 comentarios:
¡Tiemblo! En exceso kantiano te veo.
Recuerda que esa humanitas no es nadie, no es ningún humano de carne y hueso.
No tengo tan claro que obedecer nos convierta en sujetos éticos, sí en sujetos morales, desde luego.
¡Menudo melón acabas de abrir! sabroso, pero enorme.
¿Pero se puede ser kantiano en exceso o en defecto? No sé si el kantismo atiende a grados. En cualquier caso, lejos mi intención de hacer temblar las jaula alegando que la capacidad de obediencia es lo que nos convierte en sujetos éticos. No, no he creído decir eso. Y es que no hay obediencia sin autoridad que legitime a ello. Precisamente, es la pregunta por la fundamentación de dicha legitimidad (¿por qué debemos imponernos el deber de obedecer?) lo que en este caso, pienso yo, nos eleva a la categoría de sujetos, éticos y morales.
Yo creo que sí se puede. No son igual de kantianos los neokantianos que Fichte, por ejemplo.
¿No hay obediencia sin autoridad? dices, pero ¿no será más bien es al revés?, que no hay autoridad sin obediencia.
La explicación de la obediencia, del por qué obedecemos, nos descubre como sujetos legales a unos, morales a otros y éticos a unos pocos. Es decir, veo una clara gradación en la línea de Kohlberg y de Gilligan. Por tanto encuentro, hoy al menos, base para el optimismo que creo ver en tu propuesta. Pero seguramente me equivoque.
Las preguntas que planteas me parece que abren a nuevas cuestiones muy sugerentes. Grosso modo creo que podría argüírse que la obediencia ha de contar con una ley que, en última instancia, autoriza a unos a mandar y a otros a obedecer. Pero no acabo de ver que la autoridad precise de obediencia, pues como sabemos son una realidad gobiernos autoritarios que llevan a la desobediencia, siendo posible el acto de desobediencia porque hay de fondo una autoridad (a la que desobedecer) Naturalmente, lo que en este caso desaparece es la efectividad del ejercicio de autoridad.
Robin de los bosques dijo...
Al hilo de tu entrada estaba pensando algo a lo que le vengo dando vueltas unos días, y es que no termino de comprender porque en los medios de comunicación se está revistendo de un carácter moral nuestra actuación como ciudadanos (sobre quedarnos en casa) , cuando todos estamos actuando bajo la obediencia a la ley. Y la obediencia a la ley en muchos casos no es sólo una mera asunción de la misma, sino una actuación por miedo a la sanción. En este sentido, no termino de ver lo que planteas. No me parece que este estado cuente con nuestra autorización, cuenta sobre todo con nuestro miedo, a la enfermedad y al castigo.
A riesgo de ser tachada también de kantiana me atrevería a decir que solo cuando lo que hagamos sea movido por respeto, ya no a la ley, sino a los otros seres humanos, podríamos hablar de nuestra constitución como sujetos éticos. Y de momento no me parece que sea así.
Bueno, Robin, creo que los motivos por los que uno decide quedarse (o no quedarse) en casa pueden ser muy variados y, afinando más, hasta singulares. El miedo no es una emoción que cabalgue sola, siempre andará acompañada de otras emociones y sentimientos como el deseo, la inquietud, el desasosiego, la confusión, la aversión, la esperanza, y muchas otras. No, no creo que "el Estado cuente con nuestro miedo para hacer obedecer la ley". Más bien, cuenta con el sentido de responsabilidad ciudadana, o al menos a mí me parece que los procesos de declaración del estado de emergencia han sido legítimos y dentro del marco constitucional. Pero aun siendo que los ciudadanos quedaran encerrados en casa movidos sólo por el miedo (hecho que, insisto, a mí me parece de lo más irreal por ideal) seguiría siendo un encierro voluntario, pues aquellos seguirían prefiriendo quedarse en casa a desobedecer la ley siendo igualmente un acto voluntario. Quiero decir que respecto del miedo también hay elección, decidimos sobreponernos a él o dejar que nos amedrente. Para resumir, por lo mismo que los derechos y deberes existen porque una amplia mayoría de personas queremos y consentimos y autorizamos que existan (los derechos y deberes no brotan de los árboles), el cumplimiento de cualquier ley precisa de un consentimiento similar. Vamos, que el encerramiento en ningún caso es dado o impuesto, sino voluntario y consentido. Ahora, a partir de esta situación podemos plantear esta otra pregunta: ¿deberíamos como ciudadanos afectados consentir en cumplir esta ley concreta? Y esto abriría a nuevos debates éticos y jurídicos....
Supongo que si pudiera hablar esto sería un diálogo más fluido y me explicaría mejor, pero me sigue pareciendo que pese a que aceptar cumplir con la ley es un acto voluntario (aceptamos acatar la ley y quedarnos en casa), el encierro sigue siendo una obligación impuesta. De no cumplir con la ley hay una sanción. Otra cosa es que esa ley haya sido elaborada en el marco de un Estado de Derecho que junto con nuestro consentimiento la hagan legítima.
Por supuesto que el miedo no es la herramienta de la que se ha valido el Gobierno para imponer esta medida, no era lo que pretendía decir. El Decreto cumple con todas las garantías democráticas y constitucionales. Lo que intentaba decir es que, si esto fuera un asunto que apelara solo a la responsabilidad ciudadana, no habría policía multando. Hay una parte coactiva en todo esto, la sanción.
De hecho, ¿Cuántas residencias de mayores actuaron de forma responsable antes de que se decretara el estado de alarma sanitaria? ¿Cuántas personas estaban en los bares el fin de semana previo al lunes que empezó el confinamiento?.
Como ciudadanos acatamos las leyes asumimos las reglas de este juego. No obstante, no me parece que estemos encerrados voluntariamente, me parece que voluntariamente decidimos ejercer una ciudadanía responsable. Sigo viendo un matiz.
Yo es que lo veo del siguiente modo: voluntariamente decidimos ser responsables, como dices, y esa responsabilidad conlleva obedecer una ley cuyo incumplimiento, si fuera absoluto, o muy mayoritario, supondría el fin del confinamiento. Lo que quiero decir es que somos los ciudadanos los que, al practicar y cumplir con las reglas del juego, damos sentido y cabida al juego. Por ejemplo, cualquier sistema democrático se desmantelaría en el momento en que nadie fuera a votar, o nadie se presentara como aspirante al gobierno. En efecto, no se nos ha pedido permiso para ver si queríamos confinarnos, pero, precisamente, porque estamos en un Estado de derecho y en un marco democrático representativo, no se nos tiene que pedir permiso para aplicar cualquier ley, cuyo incumplimiento siempre conlleva una sanción. Pero vamos, que como dices esto lo mejor es discutirlo en el fluir de la conversación
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