Parece un contrasentido encomendar a los filósofos la tarea de educar a la ciudadanía desde una serie de valores y principios cuya validez no ha sido puesta en cuestión. Precisamente el valor de la filosofía radica en su libertad para pensar o discutir cualquier doctrina que pretenda erigirse como verdadera. No es de extrañar, por tanto, que algunos profesores de filosofía, en lugar de limitarnos a transmitir la doctrina tal como nos viene dada a nuestros alumnos, nos esforcemos en dilucidar aquellos supuestos que se encuentran escondidos en cada uno de los dogmas de lo que algunos de mis colegas han llamado pedagogía oficial. Un rasgo idiosincrásico de los fundadores de este tipo de materias doctrinarias es su reticencia al cambio. Sus dogmas permanecen inalterables en el tiempo, de forma que casi cualquier ejemplo histórico, como se ve a continuación, nos puede servir para descubrir esos supuestos:
En cuanto Dios creó al hombre no lo creó para que viviera solo, sino para que pudiera comunicarse con los demás hombres, para ello le dio dones, como el lenguaje con el fin de que pudiera hablar con ellos y también le dio unas inclinaciones naturales, como el amor y la generosidad (extracto de unos apuntes de Formación del Espíritu Nacional)
Hay proyectos personales y hay también un proyecto que todos compartimos. Todos queremos ser felices. Con ese objetivo nos relacionamos, fundamos familias, trabajamos, estudiamos, inventamos cosas. Para ser felices necesitamos vivir en un ambiente adecuado, sin violencia, donde la gente se respete, donde haya justicia. (extracto de un manual de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos)
Segundo principio: Debemos aprender a controlar nuestros impulsos negativos
Educar la inteligencia emocional, es decir, comprender y controlar nuestros sentimientos, es imprescindible para vivir satisfactoriamente con nosotros mismos y con los demás (E.C.D.H.)
¿Qué significa saber vivir en comunidad? Significa saber vivir dentro de un orden. El orden es necesario en toda sociedad, aunque sea muy pequeña, porque sirve para que los miembros de esa comunidad cumplan el fin que tienen, sin que se lo impidan los unos a los otros abusando de su libertad (F.E.N.)
Hay sentimientos buenos y malos. Son sentimientos buenos los que facilitan la convivencia, el entendimiento, la ayuda mutua, la colaboración, el modo adecuado de resolver los conflictos. Es decir, los que favorecen la construcción del proyecto ético común. Son malos los sentimientos que impiden las relaciones, provocan peleas, rompen la comunicación (E.C.D.H.)
En primer lugar, debemos sentirnos afectados por tanto sufrimiento. En segundo lugar, debemos ser “la voz de los que no tienen voz”. Unos niños que no han recibido educación, que están obligados a trabajar para sobrevivir, que no han conocido más que la miseria, tienen muy pocas posibilidades de introducir cambios en sus vidas y en sus sociedades, pero nosotros sí podemos ayudar a que sus vidas mejoren. Nosotros debemos ser sus defensores. Esto contribuiría a hacer un mundo justo. Esta es una tarea en la que todos deberíamos empeñar nuestra inteligencia. Podemos hacer entre todos un “proyecto para un mundo justo” (E.C.D.H.)
Al buscar la felicidad, que es el gran impulso que mueve a todos los seres humanos, se van descubriendo algunos bienes fundamentales que todos deseamos tener, porque los consideramos indispensables para ser felices. Hay objetos, relaciones o situaciones que nos parecen por ello "valiosas", es decir, que poseen un valor. Hay distintas clases de valores (...) Valor estético: es el que indica la belleza de algo o de alguien. La palabra “estético” hace referencia a lo bello y lo feo. Un poema o una flor tienen un valor estético (E.C.D.H.)
11 comentarios:
Excelente comparativa. Los totalitarismos siempre utilizan el adoctrinamiento para mantener e incrementar su poder.
Buen trabajo David.
Primer principio: El fin de la vida debe ser el cultivo del amor y de la felicidad.
Segundo principio: Debemos aprender a controlar nuestros impulsos negativos.
Tercero: Debemos fomentar el orden y la colaboración para convivir en paz los unos con los otros.
Cuarto: Debemos ayudar a los demás a fin de aumentar la justicia en el mundo.
Quinto: Debemos contribuir a la belleza y la armonía de las cosas y las personas.
¿Quién los niega? ¿Niestche? No se deduce ello de la cita. Y si no sabemos de nadie que niegue estos principios y de sus razones, ¿qué prueba este post?
Este post no pretende demostrar nada, Juanjo, tan solo mostrar, como sugiere Nietzsche, que detrás de este tipo de pedagogías doctrinarias subyace una voluntad de poder. Pienso también que un ejercicio filosófico interesante puede consistir en desentrañar y criticar los supuestos que laten en estos dogmas pedagógicos. Padre-Objetor, he añadido tu blog.
Como bien sabes, David, para nietzsche todo es en última instancia expresión de la voluntad de poder; y, en consecuencia, no es un criterio para distinguir lo bueno de lo malo ni puede proporcionar una pauta de conducta, nada más lejos de su intención. ¿conoces algún tipo de pedagogía que no comparta los principios referidos?
Por otra parte, convengo contigo en que es un buen ejercicio filosófico cuestionarse tales principios, pero los chavales de ESO aún no tienen la preparación necesaria; primero tienen que ejercitarse en la Lógica, y, sobre todo, primero tienen que tener principios, y saber que significa eso de tener principios, para poder cuestionárselos.
Un saludo.
Querido Juanjo: hay ocasiones en que me sorprendo de la capacidad de algunos de mis alumnos (ESO) para cuestionarse las ideas que nos pueden parecer más evidentes; pero claro, hay que darles la oportunidad para que ejerciten esa capacidad crítica. Naturalmente, no es la norma.
Me encanta el post. ¡Muchísimas gracias! Supongo que cualquier persona que pretende enseñar algo maneja siempre presupuestos. Conseguir que los alumnos piensen y que piensen por ellos mismos, ¿acaso no tiene que ver con el cultivo de su propia felicidad?
En efecto, el lema kantiano debe ser un presupuesto para la felicidad. Gracias a ti.
Brillante. Por cierto, no recuerdo objetores a la F.E.N.
David,
muy agradecido por el enlace. Precisamente en el post que publiqué anoche me hago eco de una noticia que revela hasta dónde puede llegar un profesor carente de toda condición que merezca ese nombre.
PD soy filósofo de formación y vivo cerca del Ori, del que guardo un grato recuerdo a pesar de haber sufrido vértigo en su tramo final...
Borja,
si la pregunta por los objetores a la FEN va por mi, te diré que no la sufrí. Lo que si viví fue la objeción a la mili por parte de algunos que ahora niegan el derecho a objetar de una materia que es una clara vía de adoctrinamiento gubernamental, sea del signo que sea...
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