Hay momentos que muestran la naturaleza filial de la filosofía. Fue el encuentro que, con motivo del Día Mundial de la Filosofía, tuvo lugar ayer en la Taberna Urbana de Zaragoza. Reunidos en torno a un mismo propósito pudimos compartir nuestros pareceres sobre asuntos que a todos, como seres de un mundo que no alcanzamos a comprender, nos incumben. Es, de hecho, un fenómeno extraño el que aconteció ayer. Tras la intensidad de las palabras y aquellas luces naranjas podía entreverse el fondo filial de la filosofía, en ocasiones escondido bajo las máscaras de las academias y la búsqueda exhausta de novedad. Se dijeron verdades, pero también mentiras, algunas vanas, otras forzadas, pero poco importa si lo eran, a la luz del ardor de aquella intensidad. En encuentros como el de ayer, las palabras dicen más de quien las enuncia que de ellas mismas, de ahí que el vínculo prevalezca sobre el convencimiento, la philia sobre la sophia.
Quienes contamos con el privilegio de asistir al encuentro pudimos dar nombre a nuestras inquietudes, definir nuestros pareceres, entender lo que nos pasa, abrigarnos con ello de palabras que no siempre se encuentran en las bibliotecas y los centros de trabajo. Ayer, hablando del rendimiento y presentando mi alternativa quijotesca del asunto, entendí que nadie jamás ya podría salir rendido de aquel extraño lugar de luces naranjas.
12 comentarios:
Muy cierto, celebramos la philia de una actividad común, compartida y perseguida. Pero la philia necesita palabras, y palabras con sentido, logos. Por eso nuestros amores a veces se enfrentaban contemplando diferentes ángulos de un mismo rostro. Cada uno amamos una imagen, una visión -la que nos arrebató un día- de Sophia.
Muy hermoso, David. Enhorabuena por todo!
El colofón para un día inolvidable... Me encanta eso de "nadie jamás ya podría salir rendido de aquel extraño lugar de luces naranjas"... Un beso
Sí, de ahí que alguno haya que hable de la filosofía como un desencuentro encontrado. Gracias por tan amables comentarios. Un abrazo. David
Precioso!!
Muchas gracias, Nuria. Un abrazo
Estimado David,
estuve escuchándoos la semana pasada en el Café filosófico y, en primer lugar, daros la enhorabuena a todos porque me encantó tanto el formato como vuestras intervenciones. Hice numerosas anotaciones de las mismas, porque tampoco soy filósofo ni estudiante de filosofía. Pero, ¡por primera vez!, entendí lo que decíais. He visto que han enlazado esta reflexión maravillosa que haces al facebook de la sociedad de profesores de filosofía y me he lanzado a preguntarte: me llamó mucho la atención la idea que sugeriste de hacer de la vida un camino, y así lo entendí yo, como alternativa o vía de salida a ese estar bajo el yugo del Rendimiento. Corrígeme si me equivoco. Y al respecto mis preguntas son varias, que ahora me atrevo a plantearte: i) ¿Cómo se produce el tránsito del "estar bajo el imperativo del rendimiento" a "estar en camino de"; ii) ¿No supone el hecho de que podamos ponernos en camino que no estamos totalmente subyugados al Rendimiento?; iii) ¿me puedes recomendar alguna lectura al respecto? Muchas gracias de antemano. Un saludo. Andrés.
Estimado Andrés,
me alegra que te gustara este pequeño "gran" homenaje al Día Mundial de la Filosofía, y más que te animes a preguntar sobre el tema. Tus preguntas son muy pertinentes y te respondo: i) El tránsito, si es que da lugar, no resulta de un acto de voluntad, sino de una imposición (necesidad). Digamos que el camino no es resultado de una opción (no es una mercancía ni un objeto consumible) sino de una condición (se es o no se es caminante); ii) pero detrás del asunto hay una postura ética, que viene a decir que, si podemos hacer de la vida un camino (esto es, provocar el advenimiento del camino) y, con ello, apartarnos de los rieles del rendimiento, somos, en cierto modo, responsables de estar superrendidos y supercomunicados. El derrotismo, el miedo,..., disuaden de aquella provocación; iii) tres libros: Andar. Una filosofía (Frederick Gros); Elogio del caminar (David Le Breton); Caminar. Wiiliam Hazlitt. Robert Louis Stevenson.
Muchas gracias por tus preguntas, y espero haberte ayudado
Un cordial saludo,
David
Hola,
no veo, en este caso, cómo puede hacerse compatible la idea de necesidad y libertad. Si afirmamos una tenemos que negar la otra, digo yo?....
Hola,
profundizando un poquito más diríamos que en nuestra mano está provocar el advenimiento del camino, esto es, hacer (o no hacer) que el camino aparezca ante nosotros. Por tanto, somos libres respecto de aquel provocar por el que se nos aparece el camino. Somos libres en el sentido de que está en nuestra mano iniciar o no el provocar. Pero no somos libres de elegir "ponernos a caminar" ni, con mayor razón, de elegir la constitución del camino (orientación-futurición; situación-presente; suelo-pasado) El caminar no puede aparecer de un imperativo al modo kantiano. Dicho de otra manera: fuera del camino, no podemos, por un acto de voluntad, ponernos en camino, pero sí provocar al mundo para que éste nos ponga en camino.
Saludos
Hola de nuevo,
ponernos en camino..., ¿de qué y para qué?
Hola,
en camino del conocimiento y, a través de él, de una nueva perspectiva desde la que ver y enjuiciar el mundo. Nada más y nada menos. La búsqueda del dato y de la novedad nos desvían, hasta el punto de hacernos creer que hay conocimiento allí donde solo hay información.... Otra lectura recomendable al hilo de estas ideas: La expulsión de lo distinto, de Byung-Chul Han.
Saludos
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