Que no nos mientan.
Nadie puede morirse del todo una vez que se ha vivido.
Si acaso, dormir con el recuerdo del sueño. Pero, siempre, sin soltar el proceloso timón de la deriva.
Ah, los mares. Los mares siempre serán nuestro destino.
Largo viaje. Las olas nunca se repiten.
Las olas mecerán la noche.
Miguel Porcel Berdala
9 de enero de 2010
4 comentarios:
De esta reflexión, tan clarividente, parece desprendese la idea de que la muerte no es un fin, sino un retorno. De nuevo me evoca a la tradición oriental (y un poco de Heráclito): La conciencia es la vieja engañadora, que pretende vanamente convertir lo que es sueño en realidad, la vida es el sueño del que no acabamos de despertar, y los mares el caos, cuyo discurrir nunca se repite y no admite la diversidad..."las olas mecerán la noche"...genial....
Y cito de nuevo a Ciorán: "Todos llevamos, en grados diferentes, una nostalgia del caos, la cual se expresa en el amor a la música. ¿No es eso el universo en estado puro de virtualidad? La música lo es todo, menos el mundo." (El ocaso del pensamiento)
"El papel de la música es consolarnos por haber roto con la naturaleza, y el grado de nuestra inclinación hacia ella indica la distancia a que estamos de lo originario. El espíritu se cura de su propia autonomía en la creación musical." (El ocaso del pensamiento)
No sabes cuanto me alegra tu lectura. Gracias a ella he visto lo que no he sabido decir mejor: el timo de identificar vida y conciencia. Y, en efecto, el caos creador, matriz de toda creatividad,como resto irrenunciable para seguir, y para seguir siendo humanos.
M.P.B.
Me alegro de ello.....y que las musas te sean propicias....
Si lo que queda es el sueño, como permanencia de la conducta, me pregunto a dónde lleva la evidente necesidad de convivencia en que consiste por otra parte la vida misma, si más allá de ella está en ensimismamiento en la intimidad individual del sueño
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