Estamos mal acostumbrados a situar el debate filosófico acerca del valor epistémico de la ciencia en la vieja disputa entre realismo e idealismo, como si la única alternativa fuera la de afirmar la posibilidad de conocer el mundo fidedignamente o la de defender el papel inventivo del conocimiento. Vamos, que ya va siendo hora de desbancar esta postura reduccionista por la que parece que el sujeto se limita a reproducir lo observado o a engendrar nuevos órganos de visión. El reduccionismo dicotómico luego conduce a ejercicios sintéticos que, lejos de arrojar luz sobre la cuestión, desvían al lector de su verdadero quid.
Para el caso del valor epistémico de la ciencia, Wittgenstein advierte que la esencia de la cuestión se halla fuera de los límites de aquella dicotomía, afirmando que la ciencia ni describe el mundo ni lo inventa. Más bien, informa acerca de nuestro modo de describirlo, que será mejor cuanto más útil y preciso resulte. Así, la ciencia, por ejemplo, la mecánica newtoniana, será un sistema de representación o descripción del mundo tan válido como cualquier otro, sólo que en virtud de su aplicabilidad y funcionalidad es el que escogemos. Pero el hecho de que el sistema newtoniano nos sirva para describir el mundo no dice nada de éste. Lo que nos dice algo acerca del mundo es el modo preciso y determinado en que es posible describirlo por este medio. Así, del mundo ya podemos decir con sentido que puede ser descrito mediante la mecánica newtoniana, y del modo como lo hace:
"6.342 Y ahora vemos la posición recíproca de lógica y mecánica. (Cabría hacer, también, que la red se compusiera de figuras de otro tipo, de triángulos y hexágonos, por ejemplo.) Que una figura como la arriba citada pueda ser descrita mediante una red de una forma dada, es cosa que no dice nada sobre la figura. (Porque esto vale para cualquier figura de este tipo.) Pero lo que caracteriza a la figura es esto: que puede describirse enteramente mediante una determinada red de una determinada finura. Así pues, tampoco enuncia nada sobre el mundo el hecho de que pueda ser descrito mediante la mecánica newtoniana; pero sí, ciertamente, el hecho de que se deje describir así mediante ella, como, en efecto, es el caso. También dice algo sobre el mundo el hecho de que pueda describirse más sencillamente mediante una mecánica que mediante otra."
(Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus)
4 comentarios:
Antes y en otro sentido ya Ortega intentó escapar de esa dicotomía realismo-idealismo. El mundo, y las teorías científicas sobre el mismo, no es separable del sujeto que lo habita-construye-es construido.
Salud
Bueno, no sé si intentó escapar de ella o de nuevo Ortega cae prisionero de su propia red. Primero establece un punto de partida dicotómico (realismo-idealismo; mundo-yo) para luego decirnos que el único camino es la superación de tal dicotomía (¿no es su ontología de la vida el resultado de integrar el realismo y el idealismo, preservando los aciertos y evitando los errores de cada uno de ellos?) Saludos
Parte de ellas como un hecho que está atenazando la filosofía, estaba a finales del XIX, no lo olvidemos. Trata de escapar de las distintas dicotomías implícitas dentro de realistas e idealistas y por tanto de la propia dicotomía realismo-idealismo, como manifiesta en la metáfora de los "dioses unidos" -los dii consentes- y también en la razón que es histórica y vital a la par. ¿Podría decirse que trata de integrarlos? ... posiblemente si, pero todo pensador siempre está dialogando con el pasado y en este caso el diálogo no me parece nada malo.
Salud
Que trate de escapar no significa que no piense desde ella misma, como dices atenazado por la necesidad de pensar desde aquella confrontación heredada de la modernidad. Pero por ello mismo su propia concepción de la vida no es más que un intento, a mi entender frustrado, de conciliar o complementar aquel realismo e idealismo incipientes: define el yo por oposición al mundo y el mundo por oposición al yo, por lo que no sale nunca de aquellos términos. Saludos
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