Hay intuiciones que vuelven sobre nosotros, que regresan de no se sabe dónde a nuestro encuentro, como queriéndonos recordar que todavía estaban ahí. Una palabra, una imagen, un recuerdo, filtran aquellas intuiciones hasta hacerlas conceptos. Quizá el arte no sea más que la manera de hacer soportable las emociones. Hace ya algunos años, durante un visionado de Eduardo Manostijeras, una de aquellas intuiciones volvió a mí, en el momento preciso en que el filo metálico de las manos de Edward rasgaba la piel de su amada Kim Boggs. Fue en ese momento cuando me asaltaron algunas ideas que años atrás había leído de la mano de pensadores como Ernst Jünger, Martin Heidegger, Jacques Ellul, F. Dessauer, Hans Jonas, Ortega y Gasset, Lewis Mumford, Miguel Ángel Quintanilla,..., y que ahora traduzco en el trabajo titulado Ética para un nuevo horizonte tecnológico ante los límites del humanismo latino. Y lo hago ahora, después de tantos años, movido por aquella emoción indemne, pero con la esperanza de que ya no volverá más.
Quiero agradecer la paciencia de los evaluadores y editores de la Revista Análisis por la publicación de este trabajo, escrito para aquellos que, como el artífice de aquellas tijeras, creen todavía en la efectividad de la pedagogía del buen uso y de las buenas intenciones.
Quiero agradecer la paciencia de los evaluadores y editores de la Revista Análisis por la publicación de este trabajo, escrito para aquellos que, como el artífice de aquellas tijeras, creen todavía en la efectividad de la pedagogía del buen uso y de las buenas intenciones.
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