Cuando la monja Chiyono estudiaba zen con Bukko de Engaku, era incapaz de retener durante largo tiempo los frutos de la meditación.
Por fin, una noche iluminada por la luna, acarreaba agua en un viejo cubo reforzado con una tira de bambú. El bambú se rompió, el fondo del cubo se desprendió ¡y en aquel momento Chiyono quedó liberada!
Para conmemorarlo, escribió un poema:
De una y otra manera traté de salvar el viejo cubo
Puesto que la tira de bambú se debilitaba y amenazaba
con romperse.
Hasta que al final cayó al fondo.
¡No hay más agua en el cubo!
En este relato, que lleva por título Si no hay agua, no hay luna, Chiyono trata de salvar el cubo y retener el agua con la luna reflejada, pero ni el agua pertenece al cubo ni la luna pertenece al agua. ¿Por qué tratar de salvarlos entonces? Al dejar caer el agua se ha liberado del propósito de aferrarse a lo vano, y ahora ya podrá mirar la luna y contemplar el río.
Reflexión del 22 de Noviembre
2 comentarios:
El camino de desapego es tan complicado. A veces parece que va en contra de nuestra naturaleza. Todos queremos asir lo inasible. Detener el flujo constante de lo real.
Un tema muy interesante.
Un abrazo,
Robbin
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo
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