Cuenta el mito de la caverna que tenemos sólo rastros de la Belleza que un día perdimos, y en los días que la hierba crece y sólo crece ni siquiera eso. Lo que no sabía Platón es que, también, las palabras albergan lo bello:
De mi padre,
Esa hierba
Esa hierba no tendrá nombre siquiera
nadie la pisa porque sólo brota en las afueras
y no nació para ser linde de augustos caminos
ni para morir las mañanas de domingo
entre los dientes de una máquina guiada por fatigados brazos
antes del vermú
es una hierba que no exhibe mas que su misma presencia
que nadie ve
cuando florece tímida
en un mundo que parece de nadie
una mariposa la alcanza
tras gastar toda su vida en encontrarla
y bebe de su flor
si supiera
la mariposa cantaría con una voz extraña
para dar las gracias por haber nacido
por haber volado en el deseo
por estar bebiendo en esa hora
en esos labios
después
a la hierba
le quedará sólo esperar el otoño
y a la mariposa
emprender el vuelo que le lleve al aire ilimitado
a la disolución
al invisible laberinto donde habitan los obreros que tejen la belleza
ése será el vuelo que sostenga
toda la felicidad que pueda contener el universo
Miguel Porcel
23, abril, 2020
José Antonio Porcel, Paisaje
1 comentario:
En la novela de Malcolm Lowry, Rumbo al mar blanco aparece la
"Hierba de la pobreza" (danthonia spicata) que podría desmentir el primer verso. Hasta las hierbas que nadie ve tienen su nombre. Hasta los poemas que nadie lee tienen su voz.
Publicar un comentario