Hace unos días algunos profesores expresamos nuestro descontento respecto de una situación provocada que nos dejaba en mal lugar. Nuestra carta, diría, no ha sido resultado de una suma de quejas particulares sino expresión de esta situación de desamparo por la que ninguno es alguien y todos somos nadie.
Hay palabras que no nacen de la voluntad sino del fuego interior, a veces huracanado, otras calmo. Son estas las que, removiendo a quienes pueden afectarles, pueden cambiar las cosas.
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