La validez no es un concepto que admita grados. De hecho, ningún concepto admite grados. Cuentan con un quantum de energía, o de emoción, que los sostiene hasta que devienen en palabra, que es término, en sentido literal. El término agota cualquier intento de intensificación. Una vez terminado, el edificio no hace más que descomponerse. Ya lo advirtió el sabio Empédocles: las cosas no pueden más que componerse y descomponerse. Es su sino. Si no, ya no serían cosas.
¿Hacia dónde se dirige hoy aquel quantum? ¿A dónde hay que mirar para saber de qué está hecho nuestro tiempo? ¿Al edificio de enfrente hecho de andamios, grúas y obreros? ¿Adentro de nosotros dejándonos llevar por los nuevos chamanes y hechiceros? Quizá no tan lejos. Quizá en el recorte de periódico donde se advierten noticias como que la obesidad es el problema del siglo XXI. ¿Cómo ha llegado la obesidad a ser noticia universal? ¿Cómo ha llegado el pesado cuerpo a llamar la atención de todos? ¿A dónde hemos llegado que se ha hecho de la salud norma y del pecado enfermedad?
Quizá el quantum de nuestro tiempo sea «hacer noticia» de lo sobrante, lo insoportable o inaguantable, como aquellas barrigas que aprisionadas por cinturones y otros aranceles invaden espacios reservados sólo al aire y su transparencia, o ensañamientos entre vecinos y familiares que día a día llenan nuestras pantallas, o desaires de adolescentes en edad de experimentar el ruido de las cosas.
Quizá el quantum de nuestro tiempo sea que ya no sepamos ver tras los letreros ni advertir a escondidas la ceguera de los otros.
4 comentarios:
Pobre cuerpo, siempre maltratado, por unas razones u otras, para castigarlo o para ensalzarlo, pero siempre a palos.
¿Nuestro quantum?, ¿el tema de nuestro tiempo?, diría Ortega... tal vez sea esa ceguera de quien ve y no es capaz de mirar.
Salud.
Sí, quizá el tema de nuestro tiempo es que nuestro tiempo no tenga tema. Lo hablaremos.
Yo también me pregunto a qué se debe esta especie de miopía informativa. El no ser capaces de trascender hacia lo realmente importante y quedarnos en lo más inmediato, incluso en la esfera de lo más íntimo a la hora de dialogar, pensar o interesarnos.
A veces me sorprende el ensañamiento con el que los periodistas olisqueando y exhiben lo menos importante de la noticia. Noticias sin noticia.
Por otro lado, el cuerpo reducido a objeto, es un elemento más de consumo, una pieza clave en toda una industria que, o bien por enfermarlo o bien por prometer la panacea de la eterna juventud (caras de lo mismo) acaba reduciendo al ser humano a los kilos que pese. Con el agravante de juzgarle en base a categorías morales según se acerque o aleje del canon.
Pero sí, el tema de nuestro tiempo de tan mundano, ha dejado de ser tema.
Esta noticia que compartes tiene muchas lecturas...
Me parece que lo has descrito muy bien, querida Robin. La verdad hace tiempo que ha dejado de quererse. Gracias por asomarte y enriquecer el tema
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