Es llamativa la tendencia de los centros escolares a mortificarse imponiéndose nuevas y penosas ocupaciones que, para desgracia de quienes las padecen (y padecemos), asfixian todavía más a unos profesores cada día más atolondrados y exhaustos. Reuniones interminables, protocolos infumables, informes estadísticos, consejos orientadores, evaluaciones predictivas, atenciones virtuales, y tantos otros preceptos que de órdenes incomprensibles nos llegan siempre en horas intempestivas y cuyo polvo nos resulta cada vez más difícil sacudirnos. Adherencias de todo tipo que, como si cayeran del cielo, se pegan a nuestras ropas, traspasando la primera piel e instalándose, bien recostados, en los rincones más primitivos de nuestro ánimo. ¿Hacia una maquinización total? Podría ser.
Fotografía realizada por José Antonio Porcel
Pero de veras que por lo mismo que nos mortificamos podemos enterrar las armas y darnos un respiro, aunque sea de vez en cuando. ¿Os imagináis un curso siendo verdaderamente profesores? Con tu tiempo para atender las dudas de los alumnos, compartir conocimientos con tus colegas de departamento, acercarte a otros a ver qué están cociendo, abrir lo último en investigación o, sencillamente, respirar hondo dos veces y preguntarse por el sentido de la clase que voy a dar. Sería la leche. Sería como volver a nuestra profesión. Una exhalación de libertad. En realidad, por lo mismo que aprendemos a explicar podemos aprender a desexplicar, y a desmontar, y a deshacer, y quedarnos con la semilla para que recibiendo el cuidado que merece pueda germinar. En ALGO.
Éste es mi llamamiento de fin de curso, que no adjuntaré.
6 comentarios:
En efecto, está pasando otro curso y seguimos en la misma rueda de informes, predicciones y papeles de final de curso, mientras a lo esencial aún no llega una reforma.
Yo tampoco lo adjuntaría, David, ya sabemos que no sirve de mucho. Un abrazo.
Si es que no aprendemos... Un abrazo
La importancia de soñar, David, de imaginar...SIn ella estamos perdidos. Así que gracias por la invitación, porque sin oxígeno, difícilmente podremos prender la mecha de cualquier cambio.
Qué bien nos entendemos. Un abrazo
Olvidas varios asuntos, si no estoy errado:
- a la administración no le interesa tener profesores, y menos que pretendan compartir conocimientos, ni estar al tanto de la investigación. Tan solo quiere cuidadores que cumplan esta función.
- Para justificar ante sí misma que se preocupa por la educación, ha puesto en marcha todo este aparataje inútil consistente en formularios, encuestas, estadísticas, pre (ante, bajo y cabe) evaluaciones, ...
- Y, por descontado, unos cuidadores sumisos y cumplidores, que no protesten salvo en las redes sociales o ámbitos inocentes que no llegan a la acción.
Lo peor de todo es que de momento la administración se está saliendo con la suya.
En efecto, la automatización (creo que es un mal sistémico) sigue raíles de los que es muy difícil salir. En realidad, como apuntas, hace falta sólo dar un paso, pero como todo gran paso se necesita de un clima que hoy no veo: confianza en que podemos cambiar las cosas, compromiso por recorrer el nuevo camino, claridad de ideas y de un horizonte común... Tendría que despejarse la niebla del desánimo y el derrotismo para empezar a hacer algo. E incluso así , el nuevo camino sería siempre una incógnita.
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