Nuestro querido colaborador M.P. nos regala en esta ocasión un poema sobre la palabra, o mejor, la Palabra, con mayúscula, porque palabras hay muchas. Dicen que la palabra -con minúscula- es capaz de movilizar ejércitos, de cautivar a las amadas más indispuestas, de embaucar a los más incrédulos...pero eso dicen los que, escuchando sin entender, hacen de ella una propiedad del ser humano. No tenemos la Palabra, precisamente, porque es ella la que nos tiene, nos hace, nos piensa, nos da motivos para seguir buscando. En ella, en la Palabra, se hacen una la poesía y la ciencia, quedan unidas en una comunidad que reune más que separa. Quien limita es la razón, o mejor, un determinado uso del lenguaje, que ya presupone ese don constituyente. Decía en un aforismo anterior que No filosofamos porque somos, sino que somos porque filosofamos. Lo mismo cabe decir de la Palabra, que es fundación, apertura. ¿Y qué hay de su relación con el tiempo, que lo sobrevive, lo aniquila?: porque el tiempo ya no cuenta y al final sólo cabe el retorno, desalojando a ese progreso seductor que perpetúa el olvido del Ser.
En fin, disfrútenlo:
"Esta noche no acabará nunca.
En fin, disfrútenlo:
"Esta noche no acabará nunca.
El teatro de los sueños levantó su carpa un día de sol,
sólo queda la materia de la oscuridad.
La luz es una tramoya de una comedia olvidada, otrora falsa y constructora de mundos,
que han dejado abandonada de cualquier manera en las prisas de la huida.
Y mis ojos, pobres, no recuerdan la verdadera luz porque han envejecido y se han hecho
necios.
Las ruedas de los carromatos que se llevaron el teatro de los sueños chirriaban, resistiéndose
al viaje, y desde entonces el mundo se ha rodeado de un llanto que ya no callará.
Que nada entiendo.
Así que esperaré a que el tiempo, la oscuridad y su materia se consuman.
Sin vana esperanza, sé que los pájaros ya no cantarán,
que no volverán las golondrinas a construir sus palacios,
enmarañados quedaron sus alas en un verano que se deshizo en un silencio espeso.
Si ni siquiera pudiera llorar en esta noche, ¿qué podría?: si acaso, cerrar los párpados y jugar a ser el amo de la oscuridad.
Pero, va a hacer tanto frío que acabaré derrotado y como un villano imploraré cobijo, calor y
luz a los espacios hasta que mi boca se hiele y se descuelgue como un carámbano de carne
helada.
Aun así soñaré que alguien encuentra mi boca caída, que arranca de ella una palabra todavía
viva que allí se refugió y que lanza al vacío con vigoroso amor hasta perderse.
Y como una semilla que encontrara su insecto, la palabra liberada hará su trabajo, su viaje y la
posible fecundación.
De lo que retornase nada podremos saber, pues ¿qué saben del mundo los que duermen
o mueren, los que sueñan?"
M.P.
Noviembre 2012, mayo 2013
De lo que retornase nada podremos saber, pues ¿qué saben del mundo los que duermen
o mueren, los que sueñan?"
M.P.
Noviembre 2012, mayo 2013
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