Un joven valiente preguntó a una hermosa doncella si la podía contemplar, a lo que ella respondió que sí. Pasaron los días y, cansado de contemplarla, le preguntó esta vez si podía conversar con ella. Y ella de nuevo respondió que sí. Cuando ya no supo de qué conversar le preguntó si podía pasear junto a ella por los jardines del reino, y la doncella volvió a asentir. El joven de nuevo se cansó de pasear por los mismos parajes y un día, armándose de valor, le preguntó si la podía abrazar cada vez que la viera. Y ella de nuevo consintió.
Pasaron los años y la hermosa doncella, al ver que el joven no se cansaba de abrazarse con ella, le preguntó por qué durante todo ese tiempo no le había pedido nada más. Y el joven valiente respondió con estas palabras: "porque al menos cuando me abrazas piensas en mí."
2 comentarios:
Tal vez pensar no sea otra cosa que un deseo de abrazar y toda nuestra historia, la de occidente, el camino de la represión y la sublimación de la necesidad básica del abrazo.
Si mi entrada genera comentarios como el tuyo puedo darme por satisfecho. Agradecería que dedicaras una entrada al respecto. Gracias. Un abrazo
Publicar un comentario