Estamos en lo que algunos dirían que es el origen del arte. Cánticos en los balcones, llamadas al otro lado, siluetas al trasluz de las ventanas, siempre mirando fuera de los adentros, como moluscos con las anteras erizadas hacia la luz. No, no somos primero seres, y luego sociables, como si antes de topar con el otro pudiéramos ser algo: sustancia, pensamiento, voluntad, o yo que sé qué. El otro, aunque sea insinuado, alucinado, siempre fue anterior a los secretos que sólo en las noches de ninguna parte nos atrevimos a desvelar. Eso es, somos, y compartimos incluso el ser.
Es aquí, en la comprensión del otro, donde radica el origen del arte, y seguramente de la ciencia y la filosofía. Por eso, quizá ahora, ahora que el aislamiento se ha convertido en norma, nos abrase un poco más la necesidad del otro y la reconozcamos como el verdadero bien.
Segundo día
4 comentarios:
Tomamos conciencia de aquello que necesitamos cuando nos falta. Antes de suceder esto nos pasa desapercibido. Somos adentros surgidos de múltiples fueras y sin ellos nada queda.
Por cierto, sería de gran interés que cada día del confinamiento dejes fluir hacia fuera, por este mismo cauce, tus adentros.
"Somos adentros surgidos de múltiples fueras y sin ellos nada queda". ¡Bravo¡
Gracias.
Espero que recojas mi guante y cada día encontremos tu ventana abierta para deleite del mirón interior que cada uno alberga.
Muchas gracias. Pero el tiempo de la luz no admite medida. Un abrazo
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