sábado, 12 de febrero de 2022

Fabricantes digitales

Es sabido que nuevas bridas nos ahogarán un poquito más con la nueva política de la competencia digital. Le ha llegado el turno a los lenguajes digitales y ahora, según el Plan de Acción de Educación Digital, también los profesores seremos catalogados con niveles que irán desde el A1 hasta el C2 para evaluar nuestra competencia digital o informática. Y no es que no queramos saber, o curiosear, o trastear con los nuevos lenguajes y plataformas digitales, que tantos buenos ratos nos hacen pasar, como hacíamos de niños con aquellos legos y Tentes ochenteros. Pero a lo que nos resistimos, o me resisto, porque a veces ya no sé si hablo también a las paredes, es que nos traten –a nosotros, los profesores - como piezas de una fábrica que es preciso reactivar y reiniciar. Sin previo aviso, llega el día en que un responsable –normalmente un compañero que por su sentido de la responsabilidad es foco de diana para los equipos directivos- informa al claustro del nuevo plan al que todos habremos de someternos.



Por el momento, a hacer una encuesta de obligado cumplimiento, para conocer que efectivamente necesitamos de una urgente formación digital ante la borrachera de información que nos llega todos los días desde diferentes medios y vías. Y, así, que a nuestras autoridades les quede claro que necesitamos contar con esa formación y quedarse con la conciencia tranquila de que nos dan lo que necesitamos. ¿En serio alguien se cree que una evaluación de nuestra competencia digital nada a favor de la formación de nuestros alumnos? ¿En serio alguien se cree que necesitamos ocupar con formaciones digitales el poco tiempo de ocio que nos queda a enseñantes y profesores en nuestro día a día? ¿En serio necesita el conocimiento de redes, líneas y conexiones? ¿En serio seremos mejores profesores cumpliendo el Plan? Que la tecnología, o más precisamente, los nuevos lenguajes digitales, no son medio ni servicio, que podemos utilizar según voluntad y conocimientos, queda claro desde el momento en que formamos ya parte de un entramado –deliberadamente perfeccionado- desde el que no podemos sino recibir órdenes y tener que vernos forzados a cumplirlas, o a salir corriendo de la fábrica.

1 comentario:

M. A. Velasco León dijo...

Es el problema de siempre, bueno, desde al menos los años ochenta, que no saben ni quieren saber el por qué y el para qué de la educación. Salvo quienes siguen y aplican las propuestas nacidas de los grupos de presión supranacionales que tienen claro que su fin es formar trabajadores sumisos y flexibles, personal útil para sus negocios presentes y de futuro al corto plazo. Ya en los ochenta grupos económicos como el Foro de Davos, entre otros, dejaron claro que Europa tenía dos espacios que necesariamente se debían reubicar para dar cabida al sistema de mercado en ellos: la sanidad y la educación. Pues en ello estamos, transformándonos en mercado y en mercancía.
Las tic son un aspecto más de la reorganización del sistema educativo en sistema mercantil.
Salud