Una
manera de acercar el cine clásico a los chavales de nuestra generación es
mediante la filosofía, sin ninguna duda. Y ahí andamos, fraguando un proyecto
en el que los alumnos, a un tiempo, vean cine clásico y reflexionen sobre las
cuestiones más arduas y vitales que han abierto la filosofía. Y reviendo el
otro día Vértigo, la de Hitchcock,
con James Stewart y Kim Novak, reparé que, también, puede leerse como la
historia de dos personas que lo acaban perdiendo todo por haber soportado sus vidas
en la mentira y el engaño: él, por una forma de autoengaño y querer dar vida a
lo que en el fondo sabía no podría revivir; ella, por no sincerarse con él desde
un principio y esperar a ser amada sin contar con su perdón. ¿Puede el engaño,
o el desconocimiento, soportar una relación? ¿Pueden las relaciones humanas
sostenerse en la desconfianza y la ficción? ¿Pueden teorías, sistemas y puentes construirse sobre ideas y cimientos que no sean firmes? ¿Es la firmeza condición de
duración y sostenibilidad? ¿Es la mentirá sostén? ¿Es la mentira camino? ¿Es la
mentira peldaño hacia otra mentira? Porque el caso es que nuestra tradición ha
pensado que la verdad sostiene, comulga, reúne, y que la mentira, más bien, separa.
“Una de las grandes
complicaciones que plantea la película –como su la complicación no fuera
suficiente- tiene que ver, dada toda esta situación y falsa autopresentación,
con “quién es la mujer” de la que
Scottie se enamora y qué consecuencias se siguen de la casi imposibilidad de
distinguir lo real de lo aparente en esta y tal vez en muchas relaciones
importantes semejantes. Ahora bien, el desconocimiento en diversas formas en
general (de la ignorancia a ser engañado, al pensamiento fantasioso, al
autoengaño) es algo parecido a una condición necesaria de la posibilidad del
mundo cinemático de Hitchcock. Ningún otro director es tan capaz e intuitivo al
explorar cinemáticamente en qué
consiste vivir en, y soportar, ese estado de profundo desconocimiento, así como
al describir los grandes riesgos que esperan a cualquiera que desafíe la
complacencia cotidiana, la confianza fácil en que las cosas son en buena medida
lo que parecen. Esa confianza fácil, que no reconoce ni aprecia la profundidad
del desconocimiento, está también llena de riesgos, el mayor de los cuales es
un moralismo estrecho suficiente como para pasar por una especie de ceguera.” (Robert B. Pippin, Hitchcock filósofo)
2 comentarios:
La mentira, sobre todo cuando nace del propio interior, es decir el autoengaño, sostiene muy malamente y al final siempre acaba cayendo lo apoyado en él.
Vértigo, Rebeca, Sospecha nos lo muestran magistralmente.
Salud
Buenas referencias!!
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