Es una delicia escuchar a quienes con la edad de catorce años se
introducen en la Filosofía, me refiero a los alumnos de la nueva asignatura de
"Iniciación a la Filosofía", de dos horas a la semana, música
celestial en medio del tumulto y la cháchara diarias. Ahí los alumnos se
despegan de sus miedos y, como son pocos, con eso de que han sentido curiosidad
por saber qué significa la palabra "Filosofía", también de su
timidez, y rompen el hielo, a pesar de que el corazón les palpita hasta que ya no
aguantan más y asaltan el silencio. Ahí se expresan, sí, y lo hacemos
juntos, a partir de cuentos de los hermanos Grimm, de fábulas y cuentos de
Esopo, de mitos clásicos, desafíos y dilemas varios que, no sé si suenan a
situaciones de aprendizaje, pero les pone en camino del pensamiento. Hoy,
especialmente, me ha sorprendido la agudeza de sus comentarios, primero, sobre
las cegueras del yo, a raíz de un lobo que, creyéndose león, olvida su
condición, y que han derivado en algunas ideas sobre el origen del egoísmo y de
por qué nos inclinamos a cuidar lo nuestro antes de atender al prójimo.
viernes, 27 de octubre de 2023
Cegueras
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