Muy acostumbrados estamos a recorrer rutas, itinerarios, todos prefabricados. Nos acostumbran a ello, y entonces no vemos lo que hay delante, alrededor y tras nosotros. Nos acostumbran a pretender lo que queremos y a buscar lo que añoramos, cuando la añoranza sin objeto subyace a todas nuestras obras. El mensaje adormecedor es tú puedes, cuando lo vibrante es que no puedas hacer, ver ahí el abismo sin poder arrojarte a él. Nunca te he buscado, y sin embargo siempre te he añorado. Nunca te he pretendido, y sin embargo siempre te he imaginado, pensé en una ocasión.
Cuando el misterio se abre a nosotros empezamos a ser. Antes sólo nos tenían. Éramos posesión. Pero lo imprevisible es lo inasible, y siempre está ahí. Ya el hecho de que aquel irrumpa descubre nuestra resistencia a ser tenencia y cierta debilidad que nos hará ser más. El Rosebud salvó a Kane de no ser, como Penélope a Ulises o la fuerza lunar a los mares.
Afortunado quien muere escuchando un último nombre. Lo demás, meros artificios y postizas imposturas.
Reflexión del 31 de Agosto
5 comentarios:
Quizá la añoranza es del tiempo en q aún no habíamos empezado a ser, del tiempo en que aún nos tenían, del tiempo en que las palabras aún no habian comenzado a salvarnos la vida...
Quizá, sí.
"Afortunado quien muere escuchando un nombre..."
Que hermoso, David.
No dedo decirte más.
Pues gracias.
La vida auténtica...
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