viernes, 5 de octubre de 2018

El profesor que se hizo a sí mismo

Es sorprenderte comprobar que el grupo hace la clase, y el alumno al profesor. Cuando las miradas están fijadas, como la del niño en el gesto del padre o la del enamorado en el de ella, de quien sabremos sólo nos quedará su nombre, sobran las comas y los puntos. ¿Pero a partir de qué momento la educación ya no puede educar? Una alumna asentía cuando confesaba que el conocimiento, como la curiosidad, sólo puede ser uno. ¿A qué temprana edad lo aprendió? Quizá al leer Las mil y una noches; quizá con el pasaje del guardián de Kafka que custodia la justicia. ¿O sería con La invención de Morel de Bioy Casares? ¿Acaso le condujeron a ello las Reglas para la dirección del espíritu de René Descartes, o fueron todas ellas? En cualquier caso, eso ya lo sabía.
 

¿Pero qué se encuentra más allá de las palabras que las hace portadoras? ¿Qué escondía la mirada de aquella alumna que ya sabía de tus palabras? ¿Acaso un deseo de ver en otro sus pensamientos? ¿Un anhelo desesperado de complicidad? ¿O un túnel por el que conectar consigo misma? Su mirada, sin embargo, sí logró sacarnos de la monotonía del horario y hacernos escuchar, aunque fuera por unos instantes, al profesor que se hizo a sí mismo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosa reflexión, en este día tan señalado. Gracias.

David Porcel Dieste dijo...

Gracias a ti.

Robin de los bosques dijo...

Lo más bonito de esta profesión son precisamente esos momentos, esas miradas y ver como la vida se cuela incluso por los espesos muros de la rutina.
Me gusta mucho la expresión "el profesor que se hizo a su mismo". La educación tiene más de arte que de ciencia.

David Porcel Dieste dijo...

Sí, renunciar a la imprevisibilidad y la intuición por el cumplimiento del método no lleva más a convertirnos en sirvientes de sistemas creados a imagen y semejanza de unos pocos, y no precisamente maestros de la enseñanza. Un abrazo

M. A. Velasco León dijo...

Cruce de miradas cómplices porque, como en el teatro, el juego no pertenece a los actores, sino que nace del encuentro entre estos y el público. Ambos se buscan a sí mismos en otros ojos que le permitan comtemplar nuevos paisajes y lejanos horizontes.
Salud y felicidades.

David Porcel Dieste dijo...

Así es. Muchas gracias.