El mundo de los eternamente muertos. ¿Es todavía posible más allá de la ficción? Algo así como lo que plantea Jünger en El problema de Aladino: un cementerio que albergue, de una vez y para siempre, el recuerdo de quienes una vez llenaron la vida. Que en el fondo es un alegato contra la caducidad y la obsolescencia, pero también contra la banalidad y la espectacularidad que no dejan ver ni las sombras de las cosas. Quizá, una vuelta a la permanencia de las cosas, a eso que los antiguos vieron como origen y fundamento de la ciencia, sin lo cual la vida y sus leyes, también con sus opiniones, sería imposibles.
Ahí va mi pequeño homenaje al día de los difuntos:
Yo había pensado en una necrópolis de magnitud universal, en una ribera para la barca de Caronte, y también en volver a revestir a los muertos de su dignidad. La cultura descansa en el culto a los muertos; disminuye con la decadencia de las tumbas o, mejor dicho: esa decadencia anuncia que esto se acaba. De cualquier manera, me sigue pareciendo una buena idea evocar a los muertos y procurarles una morada antes de que el progreso nos aniquile. Además, semejante morada conservaría también entonces, y precisamente entonces, su sentido. (El problema de Aladino)
4 comentarios:
Hoy se procura olvidar, alejar y esconder a los muertos. En parte los cementerios son sustituidos por la cremación, y las cenizas se esparcen en lugares apartados o inaccesibles de manera habitual, de modo que ya no hay un lugar al cual acudir para celebrar el recuerdo común y en común. La extensión del jalogüín entre niños y jóvenes oculta la fiesta de los muertos y la convierte en un carnaval chavacano y absurdo.
Si el progreso olvida los muertos y oculta la muerte, de poco sirve a los vivos.
Cierto, ese ocultamiento es precisamente el germen de la decadencia. Gracias por pasarte, tan vivo.
Excelente entrada, David, y suscribo también el comentario de M.A. Velasco: vivimos ajenos a la muerte, de forma que el propio sentido de la vida se diluye. Si no se nos permite sentir dolor, si la receta social es una felicidad impostada, el duelo y la muerte terminan por ser problemas que se posponen, que son de otros o que, como mucho, constituyen una mascarada más.
En efecto, mucho me temo que va sucediendo lo que dices. De ahí que debamos cuidar aquello que nos puede devolver a la fuente del dolor. Gracias por pasearte.
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